BEATA MANUELA ARRIOLA
URANGA
10 de noviembre
1936 d.C.
Manuela Arriola Uranga nació
en Ondarroa (Vizcaya) en 1891. Residió gran
parte de su juventud en San Sebastián con su tío
párroco de San Ignacio. Ingresó en la Orden adoratriz en
el noviciado de Madrid en 1916, efectuando los votos perpetuos en 1924
en Madrid. Se ocupó de la formación y la enseñanza
hasta 1929, al ser designada con el cargo de Secretaria General, cargo
que desempeñó hasta su muerte.
Fue una
religiosa de
carácter afable y cordial, deseosa siempre de complacer,
tenía una gran influencia espiritual, irradiando la paz y la
sencillez recibida con el contacto de Jesús Eucaristía.
Cuando comenzó el asalto a los conventos en 1936,
las religiosas se habían refugiado en un piso de la calle
Costanilla de los Ángeles, 15, de Madrid (otras se refugiaron en
la calle Claudio coello, 128, calle Cristino Martos, en el Paseo de
Atocha,15, y en la calle Alcalá Zamora, 15. La mayoría
eran enfermas y ancianas y procedían principalmente de su
convento sito en la calle de la Princesa, 5, de Madrid (entonces
llamada calle del Duque de Osuna).
El 9 de noviembre las sacaron de la casa con la estúpida
acusación de haber matado a un miliciano por la calle. A una,
sor Lucila María de Jesús, se la llevaron en una silla
porque no podía caminar. Lograron llevar escondías unas
hostias en un reloj vacío por lo que antes de su muerte pudieron
tomar la comunión. Las llevaron a la checa de Fomento (en la
calle Conde Toreno, muy cerca de la casa del secuestro) a las 4 de la
tarde. A medida que bajaban del camión de los milicanos se
arrodillaban para comulgar y luego fueron asesinadas.
En el piso del refugio (C/Costanilla de los Ángeles,15)
había otro piso en que se refugiaban unas mujeres izquierdistas
que en un acto de crueldad impedían a las monjas acudir al
sótano-refugio cuando había bombardeos, por lo que
Fermina Calvo, la propietaria del estanco sito en la planta baja, les
permitía refugiarse en él. Esa noche murieron allí
asesinadas por milicianos 53 personas. Las asesinadas por las
autoridades republicanas eran Manuela Arriola Uranga (Madre Manuela del
Sagrado Corazón, natural de Ondarroa, Vizcaya) y sus
compañeras adoratrices. Los cadáveres de unas fueron
llevados tras la guerra a un panteón de la congregación y
las enterradas en el cementerio de Vicálvaro en un
panteón que las autoridades municipales erigieron a las
víctimas del terror republicano.