BEATO LUIS JOSÉ
FRANCOIS
1792 d.C.
3 de septiembre
Luis
José François había nacido en Busigny (Francia) en
1751, de familia profundamente cristiana. Educado: por los Padres
Jesuitas, se sintió llamado a la vida religiosa. No tenia
más de 15 años, cuando ingresó entre los Hijos de
san Vicente de Paúl, en la casa madre de San Lázaro de
París. Tuvo que esperar a los 18 años para emitir sus
votos. Fue tal su alegría, que dos de sus hermanos animados por
él le siguieron ingresando en la misma Congregación y una
de sus hermanas en las Hijas de la Caridad,
Ordenado sacerdote en 1773, fue dedicado a enseñar
Teología a la vez que fue nombrado director del seminario de
Troyes En 1788 era nombrado Secretario general de su
Congregación cargo que compartió con la
predicación, ya que estaba dotado para ello, En 1788 fue
nombrado superior del colegio seminario de San Fermin de Paris -el
colegio "des Bons Enfants"- casa tan querida por toda la
Congregación de la Misión, como cuna de la misma y
misión por largos años de su Padre y Fundador, san
Vicente de Paúl, aunque los momentos eran difíciles,
procuró que el seminario siguiera su curso.
Escribió contra la “Constitución Civil del
Clero” (que era cismática, hereje y sacrílega), varios
folletos, entre ellos el titulado “Apología”, que tuvo varias
ediciones y que ayudaron a muchos sacerdotes a permanecer fieles a las
enseñanzas de la Iglesia. Fue, según uno de sus
biógrafos: "Uno de los más ardientes y mejores defensores
de la Religión católica, apostólica y romana,
contra el juramento civil y contra los escritos de los partidarios del
juramento".
Cuando la persecución arreciaba, abrió las
puertas del Seminario de San Fermin de París a más de 90
sacerdotes y religiosos, que por negarse a pronunciar el juramento
civil, se vieron expulsados de sus parroquias y de sus comunidades. De
ellos 77 fueron martirizados; el resto logró huir. El Beato
Luís José Francois, cuando fue invadida la casa por los
asaltantes, detenido y arrojado por una ventana, rematado a golpes en
el suelo y su cadáver, como los demás, cruelmente
profanado.