BEATA LUISA TERESA MONTAIGNAC DE CHAUVANCE
27 de junio
1885 d.C.



   Nació en Le Havre-de-Grâce (Normandía), en el seno de una familia numerosa. En la Navidad de 1827 Luisa descubre en el pesebre a un Dios pobre, pequeño y sufriente y empieza a amarlo con todo su corazón. 
A los 13 años frecuentó el monasterio de la Congregación de Nuestra Señora en París, donde vivió la devoción al Corazón de Jesús como una verdadera renovación, bajo el impulso de los jesuitas. En 1843 hizo un voto de oblación al Corazón de Jesús, y comenzó su apostolado activo para poner en práctica la idea de su tía  (que fue su educadora en la infancia): la Asociación de las mujeres cristianas, que se convertirán posteriormente en la Pía Unión de las Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús. 

   A los 28 años, Luisa radica en Montluçon, donde comienza un activo apostolado, mientras "la asociación de mujeres cristianas" maduraba lentamente rodeada de oración y salpicada con toda clase de contradicciones, sin faltar las incomprensiones y obstáculos de parte de aquellos mismos que deberían más bien ayudar a desarrollar el proyecto.

   Para su intenso apostolado, Luisa Teresa encuentra colaboradoras incondicionales, quienes con su apoyo moral, financiero y personal hicieron posible responder a las necesidades de su tiempo a las que Luisa Teresa fue sensible: orfanatos, catecismo, obras de las iglesias pobres, adoración reparadora, ejercicios espirituales para todos, visitas familiares y al hospital, actividades a favor de los soldados, apostolado de la oración, bibliotecas, construcciones de capillas, unión de sacerdotes diocesanos, obra de los Samueles... Ella decía: "Busquemos las obras sencillas que nadie quiere y que requieren poco personal. No me gusta la espuma en las obras de Dios".
Inmovilizada a los 34 años, mantuvo muchísima correspondencia con las oblatas de todo el mundo y poco a poco nacieron las oblatas religiosas. Se conservan, en Montluçon, más de 1500 cartas importantes, cumpliendo así su consigna de: "Ser mas que parecer". 

   A los 54 años, Luisa Teresa redacta la primera Regla de Vida de la Pía Unión de las Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús. A los 55 años es electa Secretaria General del Apostolado de la Oración y este hecho le permite ampliar el horizonte de su correspondencia hasta América. A los 60 años Luisa Teresa comprende por fin que la Voluntad de Dios para la Pía Unión, es la autonomía. Un Instituto en el que se tiene la posibilidad de vivir su consagración en dos estilos de vida diferentes: religiosas en comunidad comprometidas en diversas obras según los carísmas personales y sobre todo encargadas del aprovisionamiento espiritual de las Oblatas Seculares y de las mujeres casadas o célibes (Afiliadas) que armonizan las obligaciones familiares y profesionales con diferentes formas de apostolados. Todas unidas por la Oblación al Corazón de Jesús participan en una misma misión: "Ser en el mundo testigos de la ternura del amor de Dios".

   La vida de Luisa Teresa estuvo sembrada de trigo y cizaña. Ella supo "leer" la Voluntad de Dios a través de las mediaciones: sus padres y familia, sus Directores Espirituales, los Obispos, los acontecimientos del país, su enfermedad, las contradicciones, los sufrimientos físicos y morales, los duelos, las amistades, las rupturas, los cambios de opciones, las alegrías, la vida entera. Luisa Teresa confió en Dios. Luisa Teresa permanece activa hasta el fin de sus días, da prioridad a la formación de aquellas que deben continuar su misión. Muere en Moulins a los 65 años de edad. Fue beatificada por SS Juan Pablo II el 4 de noviembre de 1990.

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(Parroquia San Martín de Porres)