BEATO LUIS ALBI AGUILAR
1936 d.C.
21 de agosto

Nació el 1 de abril de 1910 en Barcelona

Profesó el 31 de agosto de 1926

Sacerdote el 26 de mayo de 1934

Fusilado el 21 de agosto de 1936 en Lérida

 

El P. Luis Albi nació en la ciudad de Barcelona el primero de abril de 1910 y fue bautizado el 10 del mismo mes en la parroquia de Santa María de Gracia. A los tres años recibió la confirmación.

Sus padres fueron D. Luis Albi y Dª. Enriqueta Aguilar y tuvo otros tres hermanos, a los que menciona con frecuencia en sus cartas.

De pequeño fue acólito en la capilla de las MM. Escolapias, donde ayudaba a misa todos los días a Mosén Jerónimo y comulgaba.

En el mes de julio de 1921 ingresó en el postulantado de Vich, dejando el siguiente  billete de despedida detrás de una puerta de su casa:

«Madre, le doy las gracias por no haberme llevado nunca al cine, ni al teatro».

En Vich, donde tuvo como prefecto al P. Jaime Girón durante los cuatro años. realizó los estudios con notas extraordinarias. En sus cartas a su madre siempre pedía oraciones para perseverar en la vocación y también suscitaba la vocación religiosa de sus hermanos.

El noviciado lo hizo en la misma casa de Vich en lugar de Cervera, donde hasta entonces había funcionado el noviciado. A final de agosto de 1925 tomó el hábito e inició el año de prueba bajo la dirección del P. Ramón Ribera, al término del cual profesó el 31 de agosto de 1926.

Al día siguiente, 1 de septiembre, se trasladó a Solsona para cursar la filosofía. Un viaje largo de duración, pues salieron de Vich a las cinco de la mañana y llegaron a Solsona a las cinco y media de la tarde pasando ese tiempo casi continuamente en tren o en auto. Realizó los estudios filosóficos con mucho aprovechamiento, como demuestran sus extraordinarias calificaciones.

El 16 de agosto de 1929 se trasladó de Solsona a Cervera, un viaje de cinco horas de tren y autobús. Durante el curso segundo de teología,  en febrero de 1931, recibió la primera tonsura y las órdenes menores de manos del Exc.mo Manuel Irurita Almandoz, Obispo de Barcelona, mártir, que a todos los ordenandos dió un buen consejo: «sed santos, no os quedéis en zapateros remendones». El 2 de abril de ese mismo año hizo la profesión perpetua. Al comunicar ambas noticias a su madre le pedía oraciones para que se acentuara su celo apostólico.

Cuando cursaba cuarto de teología recibió el subdiaconado el 17 de septiembre de 1933 de manos del Obispo diocesano Valentín Comellas, también en Cervera. Al año siguiente, el 24 de febrero en Solsona, el mismo Obispo le confirió el diaconado. El 26 de mayo del 1934, en Cervera, recibió el presbiterado de manos del  Exc.mo Ramón Font, Obispo de Tarija, Bolivia.

Al acabar la carrera los Superiores le dejaron en Cervera como catequista y profesor de externos. Finalizado el curso, en el verano de 1935 fue destinado a Lérida como predicador.

Cualidades. Sus condiscípulos recuerdan su inteligencia privilegiada y su intensa espiritualidad ya desde pequeño.

Desde que ingresó en la Congregación demostró un gran amor a la vocación religiosa pidiendo continuamente oraciones para perseverar. Al mismo tiempo orientó su formación para el ministerio sagrado, principalmente la catequesis y la predicación. En su corta vida de sacerdote pronto llegó a ser un gran orador sagrado, como demuestran los muchos encargos de predicaciones de todo tipo.

Era un religioso observante, amable con todos.

 

Martirio

El día 21 de julio de 1936 fue apresado junto con otros miembros de la comunidad en las circunstancias ya descritas. Pero el P. Albi, cuando era conducido a la cárcel por la calle de la Palma, fue herido en un costado por un carbonero vecino con un clavo o punzón de hierro. Este le perforó la camisa y camiseta dejándolas ensangrentadas, como pudo comprobar la Señora que lavó la ropa. Por ello ese mismo día, como relató el oficial de prisiones, fue ingresado en la enfermería de la cárcel.

La noche del 24 al 25 se presentaron unos milicianos en la enfermería para llevárselo a fusilar con sus compañeros, pero en aquel momento se encontraba haciendo sus necesidades detrás de una puerta y los otros le advirtieron que no saliera al mismo tiempo que aseguraron a los milicianos que allí no había curas. Así se salvó por aquella vez.

Abandonó la enfermería el día 25 y fue colocado en el mismo departamento que los otros Misioneros. Allí hizo la vida de oración y preparación al martirio como se ha descrito más arriba.

El 20 de agosto de 1936 fue sacado de la cárcel junto con otros 73 presos por ser sacerdote, religioso. El jefe revolucionario llevaba una lista bien preparada y fue llamando uno por uno, entre los que figuraba el P. Albi. En la madrugada del 21 fue fusilado en el cementerio de Lérida y enterrado en la fosa común de los mártires, tal como se ha dicho más arriba.
 

El día 14 de abril de 1936 el P. Lluís Albi escribía desde Lleida a su madre Dª Enriqueta Aguilar:

[…] De trabajo? Bien. El próximo lunes voy a predicar el quinario del Corazón de María en Cervera. El 22 del próximo mes comienzo la Novena de la Salud en una Parroquia Dde ésta. A fines de Septiembre marcho a predicar un sexenario a un pueblo una letra más largo que mi nombre y en donde di mi primera Misión de grato recuerdo, Albió. En seguida un novenario en Fondarella, una misión en Vallfogona, una serie de Novenarios que Dios dirá, y un sexenario. Para casi todo he sido especialmente llamado y me figuro para llenar los huecos no faltarán sermones i platiquitas. Como ve, bien ocupadito. […] A María, Juan y Rosario saludos afectuosísimos.

Una carta afectuosa y optimista. Con un saludo a sus hermanos María, Joan y Roser. Lluís no lo sabía: pero todos estos planes solo los pudo soñar o realizarlos desde el cielo, en la presencia del Cordero, con la palma de la victoria en la mano.

Dos años antes –el 28 de mayo de 1934-  había escrito con emoción a su madre desde Cervera:

Muy querida Madre: No sé cómo comenzar estas líneas ni sé qué contarle en primer lugar, pues es todo tan excelso, tan inefable, tan divino lo que me ha pasado estos días, que quería contárselo de vez si posible fuera. El sábado 26 me ordené de sacerdote. Ayer dije mi primera misa y hoy ya he consagrado de nuevo el Cuerpo y la Sangre del Señor.

El obispo ordenante fue el misionero claretiano P. Ramón Font Ferrés. Y continuaba el ya “Padre” Lluís:

Ayer, 27. ¡Qué emociones tan hondas, amada Madre! A las 8 y media comenzaba mi primera Misa en el Altar Mayor de la Capilla Real. Asistía todo el Colegio de externos, de los cuales había sido dos años catequista y había enseñado en varias ocasiones…

Pero antes de llegar al sacerdocio en 1923 explicaba a su madre: El día 2 de enero nos vino por superior el Rdo. P. Cirilo Montaner, que era el superior de Gracia. Se encontraba de “postulante” en Vic y tenía como superior a un misionero que también sellaría su vida con el martirio. Dos años más tarde explicaba a su madre un episodio importante de su vida religiosa:

 Madre, ya se han pasado más de tres meses de Sto. Noviciado sin que le haya dicho nada sobre él, así pues, le voy a contar ahora los sucesos más salientes. El 17 de Agosto llegaron de Alagón y de Cervera los otros postulantes que tenían que hacer con nosotros el año de Sto. Noviciado; después de 10 días de ejercicios espirituales tomamos la sotana que nos la impuso un Obispo de la Congregación, el Ylmo. P. Pueyo, Obispo de Pasto en Colombia (América). Después de la ceremonia nos dirigió una fervorosa plática, exhortándonos a empezar el Sto. Noviciado con mucho fervor el cual empezó el 30 de Agosto.

Sus años de formación misionera estuvieron marcados por la presencia y actuación de grandes misioneros. Se conservan algunas cartas de Lluís en sus diversas etapas de progreso humano, religioso y científico: en ellas muestra su cariño a su madre y su preocupación por sus hermanas María y Roser y por Joan, que también cursó algunos cursos en el seminario claretiano.

En cambio apenas se nota la presencia de su padre.

Lluís había nacido en Barcelona el día 1 de abril de 1910. Sus padres se llamaban Joan y Enriqueta. Fue bautizado en la iglesia de Gràcia. La familia vivía en el barrio del Clot y el niño Lluis, a los 4 años, empezó a asistir al colegio  de las Hijas de la Caridad. A los seis años, hizo su primera comunión en Sant Martí de Provençals el 28 de mayo de 1916. ¡Ya se sabía todo el catecismo!

En la capilla de las religiosas escolapias sirvió de monaguillo ayudando o asistiendo y comulgando en la Misa, diariamente en invierno y verano. La misa se celebraba a las 6 de la mañana. A los 7 años empezó a frecuentar el Colegio del Corazón de María, dirigido por los Padres Claretianos. Pronto se sintió llamado a ser uno de ellos. Quería ser misionero. Conversando con su hemanito Joan, le decía:

Mira, yo seré misionero. Tú, como tu salud no lo permite, serás hermano y estaremos juntos e iremos a convertir a los morenos de Fernando Poo, y encontraremos muchas fieras, pero no tengas miedo que no nos harán daño.

A los 11 años ingresó en el postulantado o seminario menor claretiano de Vic. Antes de partir, dejó escritas en la pared de su casa: Madre, le doy las gracias por no haberme llevado nunca al cine ni al teatro. Muchas gracias. Adiós, su hijo Lluís.

En Vic y luego en Solsona y Cervera cursó los estudios propios de la carrera sacerdotal. Sus condiscípulos estan contestes en afirmar que en el escolasticado dio muestras de buen talento, virtud y gran formalidad. Era noble y sencillo de carácter, manifestando buenas cualidades para el ministerio de misionero. Ponía gran interés como estudiante en su preparación para la enseñanza catequista que ejercíamos en la parroquia e iglesias de Cervera, así como en la preparación para el ministerio de la predicación.

En dotes intelectuales era eminente, mereciendo siempre las mejores calificaciones. Siempre de carácter reposado y muy formal, de trato alegre, amable y jovial. Como religioso era ejemplar, observante y muy piadoso, mereciendo la confianza de los Superiores. Su predicación salía de lo ordinario. Era un gran orador. Muy amable con sus hermanos religiosos y con los fieles, muy dedicado a la predicación y al confesionario y era muy apreciado.

Al estallar la revolución, el P. Albi fue conducido con compañeros de comunidad a la cárcel. Por el camino fue agredido por un carbonero que le clavó un punzón en un costado, por lo cual fue internado directamente en la enfermería del centro penitenciario hasta que, ya curado, fue llevado al departamento general. En todo momento se mostró sereno, servicial y coherente con su condición religiosa y sacerdotal.

Fue llevado al cementerio con otros 74 y allí fusilado con ellos. Fue la noche del 20 al 21 de agosto de 1936.

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(Parroquia San Martín de Porres)