BEATO LORENZO
MARÍA SALVI
12 de junio
1856 d.C.
Nació en Roma, en el palacio Carpegna, en el seno de una familia
de la nobleza romana. Estudió en el Colegio Romano de los
jesuitas, donde encuentra como compañero de escuela a san Gaspar
del Búfalo y se convierte en discípulo del camaldulense
don Mauro Cappellari, que será Papa con el nombre de Gregorio
XVI.
A 19 años se convierte en religioso y elige a los
Pasionistas, que ha conocido por la fuerte personalidad y oratoria del
beato Vicente Maria Strambi y después de oír una frase:
"todo pasa, sólo Dios es eterno". El padre intenta retenerlo,
para ello le pide esperar todavía un año más
mientras le dice: "Por un año no me hables ni de curas, ni de
frailes". Lorenzo obedece, pero terminado el año, se presenta
puntualmente al padre y le pide: "He obedecido, pero ahora debes
mantener tu promesa". El Sr. Antonio no puede incumplir los pactos.
Transcurre el año de noviciado en el monte Argentaro y emite la
profesión religiosa el 20 de noviembre de 1802. Es ordenado
sacerdote en Roma el 29 de diciembre de 1805.
Vivió los tiempos difíciles de la
supresión de las ordenes religiosas, y por ello, se
trasladó a Pievetorina (1811) para poder vivir en comunidad. En
1814, regresó a Roma, y trabajó como misionero popular en
Toscana, Abruzos, las Marcas, y el Alto Lacio. A raíz de una sus
misiones en Vignanello, 17 jóvenes solicitaron ingresar en los
pasionistas. Es elegido como consejero provincial y como superior de
varias comunidades, comprendida la casa general de los Santos Juan y
Pablo en Roma, dónde tiene como vicario al beato Domingo de la
Madre de Dios. Lorenzo es un hombre activo y contemplativo y
también un óptimo organista. Tiene los dones de la
profecía y el éxtasis durante la oración. Realiza
muchos hechos prodigiosos.
Es un misionero incansable y óptimo director
espiritual. Muchos lo piden como guía espiritual debido a su
gran piedad, su celo incansable y su prudencia. Son al menos 260 los
cursos de misiones y ejercicios espirituales conducidos por él.
Agradable y siempre buscado, prédica a toda clase de personas,
desde las monjas de clausura hasta los presos con frutos abundantes. Su
palabra es eficaz porque está acompañada del ejemplo de
una vida santa.
Pero su característica principal es su tierna
devoción al niño Jesús que en Pievetorina en el
año de 1812 se le apareció y lo curó de una grave
enfermedad. Desde aquel momento el misterio de Belén es "el
más dulce y el más suave de los misterios", este misterio
se convierte en el alma de su vida ascética y mística, de
su apostolado y de sus escritos. A los cuatro votos pasionistas,
añadió un quinto, el de propagar la devoción al
Niño Dios. Escribió: El alma enamorada del
Niño Jesús. Con la imagen del niño Jesús,
que él llama cariñosamente "mi dulce pequeño
emperador", realiza no poco milagros. Lo bautizan "el misionero del
niño Jesús". Belén, en su decir, "es 1a primera
escuela pública de todas las virtudes". Lorenzo, hombre activo y
concreto, vive y enseña la bienaventuranza de los
"pequeños" a los cuales Dios se complace en revelar "los
misterios del reino de los cielos". La pequeña vía de la
infancia "espiritual", que será después recorrida y
difundida por santa Teresa de Lisieux, es la respuesta de Lorenzo a los
desafíos culturales y sociales de su tiempo, a los que propone
otras categorías y otros parámetros.
No sin emoción todavía hoy podemos admirar
algunos "Niños Jesús" de cera construidos por él y
un libro para enseñar a construirlos escrito por él
mismo. También funda la asociación llamada la "Escuadra
de la Sagrada Cuna" para quienes publica un reglamento. Nacido cuando
la Ilustración había ya ofuscado muchas mentes, Lorenzo
habla de un Dios que por amor se viste de humanidad y que, convertido
en niño, invita a todos a caminar con sencillez de
corazón.
En el 1856, a pesar de no sentirse con fuerzas, obedece a
la invitación de los superiores de ir a Capranica para visitar
algunos enfermos que desean su bendición. Va, pero advierte que
no estará allí más que tres días. Llega el
9 de junio de 1856; acoge a los que lo visitan, confiesa a los
penitentes, bendice a los enfermos, conforta a los dolientes. El 12 de
junio muere por un ictus. "Hemos perdido nuestro santo", dice la gente
conmovida mientras acaparan sus reliquias. Antes de que Lorenzo sea
reconducido al convento, quieren que su cuerpo sea llevado en
procesión por todo el pueblo; con trabajos los guardias logran
defenderlo de la excesiva devoción. Y enterrado en el convento
de San Ángel de Vetralla. Fue beatificado por Juan Pablo II
el 1 de octubre de 1989.