Vincenzo Gioacchino Pecci nació al sur de Roma en 1810. Poco después de su ordenación entró al servicio del papa y fue diplomático pontificio en varios países antes de ser nombrado obispo de Perugia (1846-1878) y cardenal (1853). Ya como obispo empezó a buscar un acercamiento a la cultura contemporánea. Su elección, cuando su salud era delicada y tenía ya sesenta y ocho años, parecía apuntar a un pontificado interino; sin embargo, sería largo y fructífero (1878-1903).
En su encíclica Divinum illud, sobre el Espíritu Santo (1897), reflexionaba sobre el doble objetivo de su pontificado: «La restauración (...) de los principios de la vida cristiana en la sociedad civil y doméstica (y la promoción) de la unidad cristiana». Era sin duda demasiado modesto, porque su vasto magisterio incluye ochenta y seis encíclicas, aunque algunas de ellas serían clasificadas hoy de diferente modo.
Promovió las relaciones Iglesia-Estado en muchos países, aunque tuvo poco éxito en Francia y en su Italia natal. Fomentó el estudio de santo Tomás de Aquino con la encíclica >Aeterni Patris y dio su nombre a la Comisión Leoniana, encargada de realizar una edición crítica de las obras de santo Tomás de Aquino (iniciada en 1882 y aún inacabada). Abrió los archivos vaticanos a los investigadores de todas las creencias (1883). Con la Providentissimus Deus(1893) dio un cierto estímulo a la investigación bíblica moderna. Su obra más conocida es la Rerum novarum (1891), con la que se funda la doctrina social católica moderna. En ella defiende la propiedad privada, pero habla también de los derechos de los trabajadores, de los sindicatos y del salario justo.
Aunque el >ecumenismo moderno no había nacido todavía, León XIII se mostró profundamente interesado en la unidad de los cristianos y fue al parecer el primer papa en hablar de hermanos separados. Con la encíclica Praeclara (1884) buscó el retorno de los ortodoxos y los protestantes a Roma. Dos años más tarde rechazaba la solución federal al problema de la desunión en una encíclica, Satis cognitum, que insistía fuertemente en el > magisterio, el papado (>Primado papal) y los >obispos.
León XIII mostró especial interés por Inglaterra. Buscó por distintos caminos su acercamiento: escribió una carta a la jerarquía inglesa'; hizo cardenal a J. H. >Newman en 1879 y nombró una comisión para que estudiara el tema de las >órdenes anglicanas, aunque al final las decretó inválidas.
Otros documentos importantes suyos son su encíclica sobre el Espíritu Santo Divinum illud munus, así como una rica colección de diez encíclicas sobre la Virgen María). Una de las más interesantes de ellas es Adjutricem populi (1895), en la que reconoce la contribución de los orientales a la mariología e invoca la intercesión de María en favor de la unidad de los cristianos.
Hacia el final de su pontificado León XIII se hizo más cauteloso y rígido en sus actitudes: fundó la Comisión Bíblica (1902), publicó nuevas normas sobre la censura (1897) y un nuevo Index (1900) (>Índice de libros prohibidos). Entró en la controversia sobre el «americanismo» en una carta dirigida al cardenal Gibbons (1899). El término y la teoría habían nacido en círculos ultraconservadores franceses con ocasión de una traducción de la biografía del fundador de los paulistas, Isaac Hecker (1819-1888). Se acusaba en ellos a Hecker y a otros católicos americanos de atenuar la doctrina cristiana con el fin de facilitar las conversiones y la unidad de la Iglesia, y de sustituir los valores tradicionales por valores americanos, como la democracia o el pragmatismo. El «americanismo» fue en gran medida una herejía fantasma, y hay pocas pruebas de que fueran muchos los americanos relevantes que sostenían de hecho las doctrinas condenadas. León XIII promovió fuertemente la expansión de las estructuras eclesiales fuera de Europa: 248 sedes, 48 vicariatos/prefecturas y 2 patriarcados.