LEÓN X
1513-1521 d.C.
Giovanni de
Médicis
tenía treinta y ocho años cuando fue elegido, durante un
cónclave en el que no pudo obrar la simonía, debido a las
medidas tomadas previamente por Julio II. El nuevo Papa era hijo de
Lorenzo el Magnífico; era elegante e inteligente, conocía
mejor las artes que la teología y supo dar al Renacimiento su
máximo brillo. Poetas cantaron su persona y sus gestas, entre
ellos Ariosto; grandes atistas inmortalizaron su figura. Fue un mecenas
más que un Papa. Durante su pontificado se alza en Alemania la
voz de Lutero.
El Concilio de Letrán seguía sus sesiones, y
León X creó en seguida tres comisiones, encargada la
primera de estudiar la posibilidad de llegar a la paz entre las
naciones; la segunda, de encontrar los medios ara llegar a la
abolición de la Pragmática Sanción, impuesta en
1438 por el rey de Francia, y la tercera, de preparar un proyecto de
reforma general de la Iglesia. A fines de 1513, después de
intensas negociaciones diplomáticas, Luis XII dio su
adhesión al Concilio.
La política exterior de León X se
concentró al principio alrededor del problema milanés.
Ocupada por los suizos la ciudad de San Ambrosio constituía la
meta, la idea fija del rey de Francia. La muerte de Luis XII y el
advenimiento de Francisco I no cambiaron el rumbo de las cosas. El rey
de Francia venció a los suizos en Marignano (1515) y
reconquistó Milán. El Papa, que había tratado de
evitar la guerra, entabló relaciones con el vencedor y
consiguió que se firmase el concordato de 1516, que
abolía la Pragmatica Sanción. El concordato otorgaba, en
cambio, al rey de Francia, el derecho de nombrar a los Obispos y
abades, a los que el Papa confirmaba en sus puestos. Esto dio lugar a
una infinita serie de abusos, sobre todo en el siglo XVIII, siendo el
nombramiento una fuente de grandes beneficios para el rey. Las
relaciones entre el rey de Francia y la Santa Sede, establecidad por el
concordaro de 1516, regirán las relaciones entre las dos
potencias hasta la Revolución Francesa. Después de este
éxito, que fortaleció el poder del rey e hizo de
él el verdadero jefe de la Iglesia francesa, sin alejarse por
esto de la Santa Sede, Francia concluye el mismo año la "paz
perpetua" con Suiza, paz que dará a Francia la posibilidad de
abastecerse en hombre y de contar con la seguidad absoluta en una
región que impedía el acceso de cualquier enemigo desde
el este. Franciscos I aparecía, desde el principio de su
reinado, como un soberano hábil e inteligente.
Poco después, una coalición se formaba entre
el emperador, el rey de España y el rey de Inglaterra, en la que
entraría formar parte el Papa. El fin de esta
coalición era la cruzada contra los turcos, que habían
conquistado a Egipto; pero en realidad la coalición de los
soberanos europeos se había formado en contra de Francisco I. En
aquel momento se entabla la lucha en torno de las candidaturas para el
trono imperial, lucha que terminaría con la elección de
Carlos I de Habsburgo, que concentraría en su mano las coronas
del Impero y la de España. El otro candidato era el rey de
Francia. El Papa lo apoyó en un primer momento, pero, asustado
por la impopularidad de la dominación francesa en Milán y
deseando utilizar a Carlos V, si este era elegido, contra las
crecientes actividades de Lutero, León X se decidió por
el Habsburgo. El oro de los Fugger, los ricos banqueros alemanes; los
soldados de Franz von Sickingen y el orgullo nacional alemán
contribuyeron también en dar la victoria a Carlos; el 28 de
julio de 1529, España, Alemania y América tenían
un sólo soberano. La lucha entre las casas de Austria y de
Francia quedaba abierta y duraría cuarenta años. El
problema grave para la Iglesia no era éste, a pesar de las
apariencias, sino el planteaba un recio fraile de la Orden de los
Agustinos y que dará a la palabra "reforma" un nuevo sentido.
Desde los tiempos de la Edad Media, la reforma
de la Iglesia preocupaba a los Papas y a los Santos, y muchas veces se
habían tomado medidas, se habían reunido comisiones y se
había discutido acerca de un cambio esencial dentro de la
organización de la Iglesia. Pero las preocupaciones
artísticas del Renacimiento, las construcciones, los frescos,
las obras literarias que darían a Roma un brillo único en
la historia cultural, inclinaron a los Papas hacia otras cosas. A
principios del Siglo XVI la palabra "reforma" significaría la
ruptura provocada por Lutero en el seno de la Iglesia occidental,
rutura que bien hubiera podido evitarse si los tiempos no hubieran
cambiado; la escolástica no gozaba del prestigio de
antaño, el individualismo del hombre renacentista lo
desvinculaba de la autoridad de la Iglesia y le permitía buscat
la verdad por sus propias fuerzas, en contacto directo con la Biblia,
mientras los absolutismos políticos, los Leviatanes, de los que
hablará Hobbes, transformarían los estados en realidades
cada vez más independientes frente al poder espiritual.
"Aristóteles se derrumba", escribía Lutero a su amigo
Lang en 1517. La enseñanza de San Agustín
sustituía a la del maestro de Santo Tomás.
Sin embargo, la reforma protestante tiene también
otros orígenes, de orden social e intelectual. El bajo clero y
la nobleza de rango inferior (Die Ritter, los caballeros) estaban en
franca rebeldía con alto clero y la alta nobleza. El bajo clero,
que mantenía el contacto directo con el pueblo, no
tenía sueldos fijos, y en general vivía en la miseria.
Los Ritter, despojados de sus bienes, dispuestos a apoderarse de
cualquier riqueza mal defendida, en un medio de un país que
vivía las consecuencias de la crisis económica provocada
por el descubrimiento de América, y que desplazaba hacia el
Atlántico el tráfico y el comercio meditarráneos,
fueron, junto con los monjes y curas pobres, los primeros aliados de
Lutero. En este ambiente, exasperado por los abusos de los banqueros
alemanes y judíos, las ironías que Erasmo de Rotterdam
(1467-1536) lanzaba contra la Iglesia germinaban peigrosamente. Erasmo
fue al principio aliado de Lutero, luego se transformó en su
enemigo. Perteneció también, como Lutero, a la orden los
Agustinos; pero (sin romper jamás con la Iglesia) no
decía Misa y su vida no tenía nada de sacerdotal.
El autor del "Elogio de la locura" luchaba por un retorno
hacia las fuentes primitivas del Cristianismo, pero llevaba la vida de
un antiguo pagano, despreciaba la santidad y formaba alrededor de sus
ideas aquella atmósfera explosiva que Lutero supo aprovechar
para romper la unidad del mundo cristiano. Todo empezó con una
polémica intelectual, como siempre. El humanista Reuchlin
polemizó con algunos teólogos de Colonia acerca de la
interpretación y traducción de los libros judíos.
Perto Reuchlin no atacó nunca a la Igleia sobre este tema.
Cuando Roma intervino en el debate, llamado "querella de los
hebraizantes", la llama de la rebelión había prendido ya,
y Las Cartas de los hombres oscuros, de Ulrico de Utten y Crotus
Rubianus, llenas de insultos contra las autoridades
eclesiásticas, habían cosechado sus primeros
éxitos.
Pero el gran fuego estalló alrededor de las
indulgencias. Para emplear aquí el paradójico
razonamiento de Papini, diremos que Miguel Ángel y sus
esculturas fueron la causa directa de la reforma protestante. El
razonamiento de Papini es el siguiente: para dar a Miguel Ángel,
al que admiraba mucho, un trabajo digno de su genio, el Papa Julio II
le encarga una gigantesca tumba, adornada de muchas estatuas; para dar
a esa tumba un ambiente digno de ella, el Papa se decide a construir la
Basílica de San Pedro, y para conseguir las enormes cantidades
de dinero que el templo requería, Julio II y sus sucesores,
León X y Adriano VI, incrementaron la concesión de
indulgencias; el escándalo provocado por el precio abusivo
exigido por las indulgencias precipitó el desarrollo de la
crisis teológica en el alma de un monje agustino llamado
Martín Lutero, cuya reacción provocó la
escisión de la cristiandad occidental.
El razonamiento de Papini es correcto, pero las causas que
provocaron la reforma no se resumen en una sola. El mismo Renacimiento
había forjado un alma sajona, como decía Michelet, a los
católicos alemanes, y Lutero no fue más que el empuje que
desencadenó todo un movimiento nacionalista, con hondas
repercusiones religiosas, cuyo fin era el de una separación
espiritual entre el mundo germánico y el latino. El tema de las
indulgencias tomó un nuevo aspecto en 1514, cuando León
X, necesitamos dinero para proseguir los trabajos en San Pedro,
promulgó una nueva concesión de indulgencias. Alberto de
Brandenburgo, Arzobispo de Maguncia, fue encargado de la
publicación de la bula. Juan Tetzel, orador dominico muy
conocido en su tiempo, fue encargado por el Arzobispo de la propaganda
sobre las indulgencias. Lo malo en todo esto fue que la mitad de las
cantidades recaudadas estaban destinadas a agar la deuda que Alberto de
Brandenburgo tenía en el Banco de los Fugger, los grandes
banqueros de Augsburgo. El Papa León X dio a Alberto el permiso
de utilizar la mitad del dinero recaudado en este sentido. En 1517
Lutero se enteró del asunto y entabló la lucha.
Había nacido Martín Lutero en 1483, en
Eisleben; su padre era minero. Estudió en la Universidad de
Erfurt, luego entró en la orden de los agustinos y fue nombrado
profesor de Filosofía en la Universidad de Wittemberg en 1508.
Lutero resumía en su persona lo mejor y lo peor de cuanto
había de más típicamente germánico, y hasta
un grado que ningún otro de su raza había logrado hasta
entonces ni lo lograría en lo sucesivo. Tierno de corazón
y brutal, sensible, embotado, contradictorio, abstruso, audaz y
dogmático, arrogante, no demasiado informado en ninguna de las
materias de las que se ocupó, excepto en la cuestión
siempre tan importante de la naturaleza humana, de sus aspiraciones y
especialmente de sus debilidades, y el hecho en aquel entonces
importante de los incontables escándalos en la vida
eclesiástica, sólo tuvo que levantar su potente voz,
coreada por el catolicismo germánico, en plena fiebre, para
conmover a la Iglesia hasta sus cimientos.
Lutero, bajo la superficie de su ajetreada vida
monástica, ocultaba insondables pronfundidades de ansiedad,
fruto de la continua lucha por observar sus votos y de la dificultad en
mantenerse fiel a ellos y amigo de Dios. Su vida religiosa era
subjetiva, como la de toda su época. Su conocimiento de la
Teología era superficial en extremo y estaba convencido de la
imposibilidad de cualquier síntesis de razón y fe.
Paulatinamente, acudiendo a la Sagrada Escritura y a San
Agustín, elaboró un sistema al margen de sus
dificultades. Los pecados del hombre, así se lo aseguraba su
alumbrado descubrimiento, no son culpa del hombre. Los pecados no
constituyen una barrera entre Dios y la propia alma, se deben a la
corrupción universal y esencial de la naturaleza humana, que es
la consecuencia del pecado de Adán. No sólo no puede el
hombre evitar el pecado; ni siquiera puede obrar bien aunque lo desee.
Sus acciones tiene que ser pecaminosas, aunque él no tiene la
culpa de que lo sean. De las penas que en justicia le corresponden por
ese cúmulo de maldades, el hombre es redimido por la gracia de
Dios; y la condición para obtener la gracia de Dios es la fe; es
decir, el hombre habrá de creer que Dios quiere salvarle y
habrá de poner su confianza en ello. Esta es la teoría
revolucionaria llamada técnicamente justificación por la
fe sola. Si esto fuera verdad, entonces toda la estructura tradicional
del cristianismo sería una mera ficción, vacía e
inútil: la Misa, los sacramentos, las renuncias del sacerdocio,
la jerarquía docente, el Papado, las prácticas de
penitencia, el ascetismo, los propósitos de dominarse a
así mismo, la propia oración. Todas estas cosas
serán un estorbo, una enorme farsa, un tremendo sistema de
embusted, y, por tanto, había que barrerlas y destruirlas por
completo.
En 1517 Lutero tomó actitud en contra de las
indulgencias y expuso sus noventa y cinco tesis en la puerta del
castillo de Wittenberg. Tetzel le contestó en el acto, pero las
tesis de Lutero se popularizaron y se expandieron por toda Alemania.
Los descontentos, que populaban en Alemania, listos a rebelarse contra
la autoridad papal e imperial, se concentraron alrededor del nuevo
predicador. León X no se dio cuenta de la gravedad de la crisis.
A principios de 1517, Juan Francisco Pico de la Mirándola, el
nieto del gran humanista, escribía al Papa estas frases
poéticas: "Si tú, pastor supremo..., te niegas a curar
las enfermedades y las heridas, temo que Aquel cuyo Vicario
eres...vendrá para dispensar y amputar los miembros enfermos por
la espada y el fuego".
Un año más tarde, León X encargaba a
Gabriel della Volta, vicario general de los agustinos, conseguir de
Lutero, por vía disciplinaria, la renunciación de sus
ataques y la sumisión a la doctrina tradicional. En un memorial
del 30 de mayo, Lutero se niega a retractarse. El 5 de agosto, el
emperador maximiliano señaló al Papa el grave peligro
social y político que representaba para el Imperio la doctrina
de Lutero y ofreció su inmediato apoyo a la Iglesia. El monje
agustino no se dejó impresionar por ninguna amenaza. Cuando el
Cardenal Cayetano, enviado del Papa, fue a Alemania para conseguir de
Lutero la retractación de sus tesis o para condenarle como
hereje en caso contrario, el fraile agustino dijo que se
cometería al Papa si éste y la Iglesia estaban dispuestos
a adoptar su doctrina. Lutero publicó un manifiesto dirigido a
la nobleza cristiana del país de Alemania, una verdadera
declaración de guerra en contra de la Iglesia. Al mismo tiempo,
el caballero bandido Franz de Sickingen, ofreció a Lutero su
apoyo. Todas las corrientes revolucionarias confluían hacia el
hereje. En julio de 1520, el Papa había condenado parte de las
tesis de Lutero en la bula Exsurge Domine, que Lutero quemó el
10 de diciembre del mismo año en la plaza de Wittemberg rodeado
por sus estudiantes y discípulos. Era la rebelión
abierta. El 3 de enero de 1521, por la bula Decet Romanum Pontificem,
Lutero era excomulgado, junto con sus discípulos.
El nuevo emperador, Carlos V, convocó una dieta en
Woem el 27 de enero de 1521. Alejandro, legado del Papa,
demostró al emperador y a los príncipes allí
reunidos el contenido herético de la doctrina de Lutero; pero,
presionado por los estados alemanes, que se negaban a tomar medidas
contra Lutero, y por las bandas de Sickingen, que rodeaban la ciudad,
el emperador llamó al rebelde a Worms para explicarse ante la
dieta. El viaje de Lutero de Wittemberg a Worms fue un verdadero
triunfo. Ante el emperador, declaró que su doctrina le
había sido revelada, y que el Papa y los concilios estaban en el
error. El emperador le despidió e hizo votar por la dieta un
edicto que ordenaba a los príncipes desterrar a Lutero, o
arrestarlo si se negaba a abandonar los terriotios imperiales. La
medida no pudo ser efectuada, ya que Lutero había siso raptado
el 4 de mayo por unos caballeros enmascarados enviados por Federico,
elector de Sajonia, y llevado al castillo de Wartburg, cerca de
Eisenach, con el fin de protegerlo.
En Italia, mientras tanto, la situación
había cambiado a favor del emperador. León X,
directamente amenazado por la presencia de los franceses en
Milán, se alió con Carlos V (España se
transformó pronto en el apoyo más decidido de la fe
católica en dura lucha espiritual que seguiría). Zwinglio
había empezado a predicar en Suiza. El inevitable choque entre
Carlos V y Francisco I se produjo pronto. En la batalla de Magliana (24
de noviembre de 1521) los suizos, aliados del emperador, vencieron a
los franceses, y Milán fue devuelto a los Sforza. Entusiasmado
por la victoria, el Papa descuidó su salud, y un acceso de
fiebres palúdicas, unido a la septicemia, le ocasionó la
muerte el 1 de diciembre, a los cuarenta y sesis años de edad.
Con él termnaba la época más gloriosa del
Renacimiento romano. Para la Iglesia, aquel esplendor artístico,
vuelto hacia la antiguedad pagana, fue un desastre, de
gravísimas consecuencias para el catolicismo occidental. El
poeta Ariosto esperaba de León X reformas y gestas que el Papa
no llegó nunca a emprender. El canto XVIII del Orlando furioso
fue demasiado hermoso y optimista para coincidir con las historia del
pontificado más brillante y quizás más peligroso
en la historia de la Iglesia.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)