BEATO LÁZARO
TIERSOT
10 de agosto
1794 d.C.
En el brazo de mar que
une a Rochefort en la costa francesa, beatos Claudio José
Jouffret de Bonnefont, de la Compañía de los sacerdotes
de San Sulpicio, Francisco François, de la Orden de los Hermanos
Menores Capuchios, y Lázaro Tiersot, de la Orden Cartuja,
sacerdotes y mártires, que, durante la revolución
francesa fueron recluidos en una sórdida galera y sufrieron el
martirio por su sacerdocio.
El 10 de agosto de 1794 perecieron en los pontones de Rochefort, por su
fidelidad a Cristo y a su Iglesia, tres sacerdotes: Claudio José
Jouffret de Bonnefont, perteneciente a la Sociedad de San Sulpicio,
Francisco Francois, franciscano capuchino, y Lázaro Tiersot,
monje cartujo. Los tres fueron beatificados el 1 de octubre de 1995 por
Juan Pablo II. Éstos son sus datos personales:
Lázaro Tiersot nació
en 1739 en Semuren-Auxois, Cóte-d'Or, Francia, hijo de un
comerciante. Ingresó en la cartuja de Nuestra Señora de
Fontenay, en la que profesó el 18 de diciembre de 1769.
Recibió oportunamente la ordenación sacerdotal, y
vivía la vida profunda y escondida de los monjes cartujos cuando
la Revolución Francesa suprimió los monasterios y se vio
obligado a dejar su cartuja. En su convento tenía el cargo de
vicario. Se retiró a la ciudad de Avallon.
Habiéndose negado a prestar el juramento constitucional, fue
arrestado el 19 de abril de 1793. Pero los administradores del
distrito, comprobando que los sacerdotes detenidos no habían
perturbado el orden público, aconsejaron enviarlos a los
consejeros generales para confirmar la medida. Llevado a Auxerre, se le
juzgó apto para la deportación y con otros catorce
compañeros sacerdotes fue enviado en abril de 1794 a los
pontones de Rochefort, siendo embarcado en el Washington. Se cree que
su enfermedad se debió a que no se acostaba de noche para no
quitar sitio a sus compañeros vecinos que lamentaban que apenas
se podían estirar cuando se acostaban. Se le propuso ir al
hospital pero él respondía que quería morir entre
sus hermanos. Obligado a ir, pareció mejorar, pero él
mismo anunció su muerte. Mostró gran paciencia, dulzura y
espiritualidad.