El
título de Corredentora, que viene aplicándose a la
Vírgen desde antiguo, aparece con más claridad y mayor
frecuencia en el Magisterio reciente, desde el Papa Pío IX hasta
Juan Pablo II en su Encíclica Redemptoris Mater.
La Vírgen María puede llamarse con propiedad
Corredentora en virtud del designio divino de asociarla plenamente a la
Persona y a la Obra redentora de su Hijo.
María cooperó a nuestra Redención:
1) creyendo en las palabras del Arcángel Gabriel.
2) Consintiendo libremente en el misterio de la Encarnación;
3) aceptando todos los sufrimientos que entrañaban, para su Hijo
y para Ella, los dolores de la Cruz.
4) Porque abdicó de sus derechos de Madre.
5) Porque inmoló a su Hijo ofreciéndolo voluntariamente
por la salvación de los hombres.
De este modo (por la asociación tan íntima
como misteriosa a la obra salvífica de su Hijo) puede afirmarse
que Ella verdaderamente ha redimido a todos los hombres y se le puede
llamar Corredentora del género humano.
SENTIDO DE LA CORREDENCION MARIANA
Para poder afirmar correctamente la corredención
mariana debe entenderse esta como una función subordinada,
especial y extraordinaria de la Vírgen en la obra salvadora de
su Hijo. Bien entendido esto se puede decir que aún siendo
Cristo el único Mediador, no obsta el que haya otros mediadores
con mediación secundaria subordinada a la de Cristo.
La Iglesia sabe y enseña con San Pablo que uno solo
es nuestro Mediador (Timoteo 2,5-6)...Ahora bien, la misión
maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye
en modo alguno esta única mediación de Cristo, antes bien
sirve para demostar su poder, es mediación de Cristo... El
influjo salvífico de la Santísima Vírgen sobre los
hombres dimana del divino beneplácito y de la superabundancia de
los méritos de Cristo; se apoya en la mediación de
éste, depende totalmente de ella y de la misma saca todo su
poder. Y lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes
con Cristo, la fomenta.. Por tanto, se trata de una
participación de la única fuente que es la
mediación de Cristo mismo".
MAGISTERIO DE LA IGLESIA
Textos Pontificios:
"De tal modo, juntamente con su Hijo pasciente y muriente,
padeció y casi murió; de tal modo, por la
salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos
sobre su Hijo, y se vinculó, en cuanto de Ella dependía,
para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse
que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo"
(Benedicto XV, Carta Apostílica Inter Soladicia).
"...si María fue asociada por voluntad de Dios a
Cristo Jesús, principio de la salud, en la obra de la
salvación espiritual, y lo fue de modo semejante a aquel que Eva
fue asociada a Adán, principio de la muerte, así se puede
afirmar que nuestra Redención se efectuó según
cierta recapitulación, por la cual el género humano,
sujeto a la muerte por causa de una Vírgen, se salva
también por medio de una Vírgen" (Pío XII,
Encíclica Ad coeli regiman).
El Concilio Vaticano II dice que: "María mantuvo
fielmente su unión con el Hijo hasta la Cruz, junto a la cual,
no sin un designio divino, se mantuvo erguida, sufriendo profundamente
con su unigénito y asociándose con entrañas de
madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolacion de la
Víctima que Ella misma había engendrado"
(Constitución dogmática Lumen gentium, n. 58).
Pueden confrontarse también los siguientes textos:
Pío IX, Bula Inefabilis Deus; León XIII,
Encíclica Iucunda Semper; San Pío X, Encíclica Ad
diem illum; Pío XII, Encíclica Mystici Corporis;
Haurietis aquas; Munificentissimus Deus y, Juan Pablo II,
Encíclica Redemptoris Mater.
SAGRADA ESCRITURA
Pueden consultarse los siguientes textos: Génesis
3,15; Lucas 1,26-38; Juan 19,16-27; Apocalipsis 12,1-5.
TEXTOS DE PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA
"...una Vírgen, un árbol y la muerte eran
los símbolos de nuestra derrota...Ved pues ahora, cómo
los mismos son causa de nuestro triunfo...En vez de Eva, María;
en vez del árbol de la ciencia del bien y del mal, el
árbol de la Cruz; en vez de la muerte de Adán, la muerte
del Señor..." (San Juan Crisóstomo).
"Aquella engendró a todos para la muerte,
ésta para el cielo...; aquella fue principio de muerte,
ésta de resurrección...; aquella fue para su esposo
ocasión de perdición, ésta fue para su Hijo ayuda
de Redención" (San Alberto Magno).
"¿No son Jesús y María los dos amores
sublimes del pueblo cristiano? ¿No son el nuevo Adán y la
nueva Eva a quienes el árbol de la Cruz une en el amor y en el
dolor, a fin de satisfacer por la culpa de nuestros primeros padres en
el Edén?" (Pío XII,22-IV-1940).
LA VIRGEN MARIA SUFRIO EL DOLOR INTENSAMENTE
María sufrió en la medida de su amor por su
Hijo crucificado a causa de los pecados de los hombres; estuvo unida a
Él en perfecta conformidad de voluntad por la humildad, pobreza,
sufrimientos y la´grimas; sobre todo en el Calvario, en
proporción también a la crueldad de los verdugos y a la
atrocidad del suplicio inflijido a Aquel que era la inocencia misma.
Así pues, Santa María sufrió y
padeció el dolor más que ninguna otra criatura porque era
absolutamente pura. Por la plenitud de la gracia que poseía,
lejos de sustraerse al dolor, aumentó en Ella la capacidad de
sufrir por el mayor de los males que es el pecado.
1) Su corazón estaba abrazado por la más alta caridad, y
así sufrió exepcionalmente los mayores tormentos por el
pecado que crucificaba a su Hijo;
2) Sufría por los pecados en la medida de su amor a Dios, a
Quien por el pecado se ofende;
3) Sufría en la medida de su amor por las almas, a quienes el
pecado asola y mata, por las que murió su Hijo.
EL DOLOR DE MARIA EN LA LITURGIA
El pueblo cristiano siempre ha tenido una gran
devoción a los dolores y padecimientos de la Santísima
Vírgen; y la Iglesia, en el transcurso del tiempo, ha fomentado
y aprobado múltiples formas en las que se manifiesta esta piedad.
a) En honor de Nuestra Señora de los Dolores hay esparcidas por
todo el Orbe: Iglesias, ermitas, cofradías, imágenes y
oraciones para honrarla. La Dolorosa es patrona de muchas ciudades y
templos.
b) En el Calendario romano para la Iglesia universal existe la memoria
de Nuestra Señora de los Dolores, el 15 de septiembre. En la
oración colecta de esa Misa se dice: "Tú que has querido,
Señor, que la Madre de tu Hijo lo acompañara ante el
madero de la Cruz, y fuera asociada a su sufrimiento; concede a tu
Iglesia participar también de la pasión de Cristo para
llegar un día a la gloria de la Resurrección".