LA PROMESA DEL REDENTOR
Los hombres,
después del pecado de Adán, ya no podrían salvarse al
no usar Dios de especial misericordia con ellos.
Pero Dios tuvo compasión del hombre caído, e inmediatamente
después del pecado le prometió un Redentor.
Su oficio principal debía ser el de mediador entre Dios
y los hombres, para levantar al hombre caído y acercarlo de nuevo
a Dios.
A nuestros primeros padres en el paraíso ya les dio la
esperanza de un Salvador. Y a Abraham le hizo la siguiente promesa: En un
descendiente tuyo serán benditas todas las naciones de la tierra (Génesis
22,18).
En los mismos términos renovó la promesa de Isaac
y luego a Jacob: "Serán benditas en tí y en el que nacerá
de tí todas las tribus de la tierra". A Judá hijo de Jacob
le prometió: "El cetro no será quitado de Judá...hasta
que venga el que ha de ser enviado, y éste será la esperanza
de las naciones". Y a David le anunció también que de su descendencia
nacería el Mesías (Génesis 26, 4-28).