HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA
LA ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES
Del 1700 al 1850



   A lo largo del siglo XVIII, muchos se preguntaron dónde se encontraba el verdadero cristianismo. Apareció entonces "La Ilustración" como el deseo de construir una civilización basada en la pura razón, de la cual Dios quedaba lejano, y la Iglesia, marginada. El clima espiritual se transformó en el siglo XVIII. Se produjo un profundo cambio en las actitudes respecto de la religión y la Iglesia. El hombre de esta época comenzó a considerarse a sí mismo como el punto central, capaz de decidir por él mismo cuál era el verdadero cristianismo y la verdadera Iglesia, qué convenía creer y qué había que rechazar.

   Siguiendo este método, los filósofos, los hombres de ciencia y los escritores llegaron a la conclusión de que lo único valioso que el hombre tenía era su propia razón. Más tarde se llegó a dudar de la capacidad de la ra<zón y se concluyó que sólo se podía conocer a través de la propia experiencia sensible. En todos estos planteamientos había numerosas objeciones contra la Iglesia, la revelación y la Tradición. En efecto, si el hombre, son su sola razón puede conocer a Dios (decían ellos), ¿qué necesidad hay de que Dios se nos revele? Si el hombre (proseguían) puede seguir sin ninguna guía su propio camino religioso, ¿para qué necesitamos una Iglesia con sus enseñanzas y tradiciones?. Así, pues, la intervención divina en la historia humana desapareció. Los hombres admitían solamente un Dios lejano, que no influye ni participa, ni nos pide actitudes de fe, sino que nos deja a nosotros solos construir la ciudad humana con todo su progreso. Los numerosos estudios, discusiones e investigaciones que estos hombres hicieron, dieron a este fenómeno el nombre de "La Ilustración".

   La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, iniciada en el siglo XVII por San Juan Eudes, fue objeto de disputas teológicas durante el siglo XVIII, pero una religiosa de la Orden de la Visitación, Santa Margarita María de Alacoque, la promovió con todas sus fuerzas, y esa devoción pronto se difundió entre el pueblo y recibió la aprobación pontificia. Uno de los cultos más estimados por los místicos durante el siglo XVIII fue la devooción al Sagrado Corazón de Jesús. El iniciador moderno de esta devoción fue San Juan Eudes, nacido en Normandía (Francia). San Juan Eudes miró en el corazón de carne de Jesucristo el símbolo del amor de Dios a todos los hombres y el resumen de los misterios principales del cristianismo.

   Pero es casi seguro que esta devoción no se habría propagado en toda la Iglesia, si no hubiera sido por intervención de una religiosa francesa de la Orden de la Visitación, Santa Margarita María Alacoque. Nuestro Señor se le apareció y le ordenó la difusión de esta devoción, exponiendo a la piedad de los fieles la imagen de su corazón rodeado de espinas y rematado por una cruz. "He aquí este corazón que tanto ha amado a los hombres" (le dijo Jesús a la Santa). La probre religiosa tuvo que soportar pruebas y contradicción de todas clases, pero llevó a cabo la misión que el Señor le había encomendado, apoyada por el Beato Claudio de la Colombiere, jesuita. La difusión espontánea de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús constituyó el hecho más notable de la piedad cristiana del siglo XVIII. Fue el deseo de un despertar visible del cristianismo y de sus fundamentos teológicos.

   Desde Inglaterra, la masonería se extendió por Europa, aún entre los eclesiásticos. Pero, aunque contenía ciertos elementos cristianos, la concepción masónica estaba muy alejada de la Iglesia. Muchos hombres del siglo XVIII no creían en la Iglesia ni en la revelación cristiana, pero deseaban cierta forma de religión y de asociación con otras personas. Formaron pequeños grupos de "masones", donde se hablaba de Dios, de la razón y del desarrollo del hombre y del mundo. La masonería era una imitación muy lejana de la Iglesia.

   La masonería nació entre los albañiles y constructores de la Edad Media, en Londres, para ayudarse y para orar. "La logia" era el grupo de masones de una ciudad. Los símbolos eran la escuadra, la plomada y el compás. De Inglaterra, la masonería se difundió por Europa. Sus ritos de iniciación eran "secretos". Precisamente por este "secreto masónico", se pensaba que los masones eran autores de loas peores conjuraciones y de los mayores crímenes. En realidad, las logias masónicas fueron un lugar de encuentro para tendencias buenas y malas. El Papa Clemente XII, en 1738, y después Benedicto XIV condenaron la masonería, y prohibieron a todos los clérigos y religiosos participar en ella.

   Entre 1759 y 1772 se difundió por Europa "La Enciclopedia", obra promovida por científicos franceses, que presentaba los esfuerzos humanos a través de los siglos. En ella participaron filósofos y científicos, como Rousseau y Voltaire, todos ellos declarados enemigos de la Iglesia. A mediados del siglo XVIII, fundamentalmente por intrigas masónicas contra los jesuita y por envidia de su prestigio en varias cortes europeas, estos religiosos fueron expulsados, primero, de los dominios de España y Portugal, y después, suprimidos de todo el mundo por el Papa Clemente XIV, debido a las presiones de los enemigos de la Compañía de Jesús. Utilizaron "los casos de unos cuantos jesuitas para acabar con todos".

   El movimiento intelectual provocado por los "enciclopedistas" franceses se entendió por todo Europa, especialmente en Inglaterra y Alemania. Locke, inglés, afirmó que para llegar a la verdadera sabiduría basta el conocimiento de los fenómenos sensibles. El Dios de Locke  no es el de la Iglesia, sino el construido por él. Hume, también inglés, enseñó que la sociedad está basada en la utilidad que de ella pueden sacar sus miembros. El pensamiento inglés repercutió en los pensadores de las colonias inglesas de Norteamérica (Estados Unidos), por ejemplo, en Benjamín Franklin.

   Leibnitz, en Alemania, construyó un sistema en que tanto la experiencia como la razón tienen igual valor. Kant, también alemán, enseñó que el hombre abandona su estado de infancia y se convierte en adulto, sólo si tiene el valor de pensar tal como enseña la doctrina de "La Ilustración". Finalmente, en este siglo de la ciencia, el inglés Newton investigó las leyes del universo, impuestas por Dios y que sólo se pueden conocer por medio de las matemáticas. Pero según Newton, esas leyes son el pálido reflejo de lo único que podemos conocer de Dios.

   Los descubrimientos científicos fueron notables en este siglo de progreso. En química, se descubrió el oxígeno. En física, hubo investigaciones muy importantes sobre la electricidad y sobre la relación que hay entre el calor y la energía (termodinámica). No sólamente los científicos, sino también los nobles, los artesanos y campesinos se apasionaron por la técnica. El inglés Wat descubrió la forma de aplicar la fuerza producida por el vapor del agua para producir movimiento.

   En el siglo XVIII, Inglaterra era el país más poderoso, gracias al control del comercio internacional y a sus colonias. En Inglaterra (excepto en la católica Irlanda) predominaban los anglicanos y otras Iglesias protestantes. Cuando se apoderaron del Canadá francés, los ingleses intentaron inútilmente imponer el anglicanismo. En 1707, la Gran Bretaña se unió Escocia y se convirtió en el país más poderoso de su tiempo. Era también el más rico, gracias al control del comercio internacional: se enfrentaron a los competidores españoles, portugueses y holandeses y los saquearon y destruyeron. Le ganaron a Francia una guerra y obtuvieron el Canadá y Luisiana (en Estados Unidos).

   ¿Cuáles eran las condiciones de los católicos en Inglaterra y sus colonia? Los católicos constituían una muy pequeña minoría, privada de sus derechos políticos; casi todos ellos eran campesinos. La hostilidad política comenzó a disminuir a fines del siglo. En Escocia, los católicos sufrieron mayores dificultades. Algunos de ellos huyeron hacia el Canadá y fundaron la Nueva Escocia.

   Irlanda, estaba violentamente dominada por los ingleses. Sin embargo, el catolicismo era casi total en la isla (excepto la región noreste, el Ulster, que era protestante). Los católicos estaban privados de los cargos públicos, habñian sido despojados de sus bienes, y los religiosos habían sido expulsados. El clero dismuniuyó considerablemente. Pero poco después de la mitad del siglo, la situación de discriminación de los irlandeses comenzó a cambiar.

   En el Canadá, durante el dominio francés, el catolicismo se había extendido gracias al esfuerzo de los misioneros, que tenian como centro de operaciones de la ciudad de Quebec. pero cuando el Canadá pasó al dominio de los ingleses, éstos quisieron imponer la religión anglicana y transformar a Quebec en una ciudad protestante. Pero la oposición de los católicos canadienses obligó al rey de Inglaterra a conceder nuevamente la libertad de cultos y el respeto de las costumbres francesas.

   "El absolutismo ilustrado" quería controlar a la Iglesia. Un Obispo, conocido con el seudónimo de "Febronio", escribió sobre la conveniencia de que las Iglesias fueran nacionales e independientes del Papa. El emperador José II de Austria reformó por su cuenta la Iglesia del imperio. Los monarcas absolutistas no soportaban que sus iglesias dependieran de Roma; querían mantenerlas alejadas del Papa. Así, el poder político dominaba a la Iglesia. El imperio alemán, tan dividido religiosa y políticamente, y con todos los problemas originados por esa división, creyó que los males se eliminarían suprimiendo radicalmente el poder del Papa sobre la Iglesia.

   Un Obispo alemán "Febronio", sostuvo que había que devolver a la Iglesia su condición primitiva, en la cual el Papa no tenía autoridad sobre los Obispos. Estos, reunidos, eran los que ejercían la soberanía. Y, al contrario, el príncipe tenía todo poder sobre la Iglesia, en cuanto que podía reformarla y defenderla contra las pretensiones del Papa. El libro de "Febronio" fue condenado por Roma. pero muy leído en los ambientes alemanes.

   El emperador de Austria, José II, trató de reformar sistemáticamente la Iglesia del Imperio Austríaco. José II era una persona religiosa, pero no soportaba ciertas manifestaciones de religiosidad popular, que a él le parecían desviaciones. Quiso presentar el Evangelio en una forma abstracta más fiel. Suprimió las Órdenes contemplativas y sólo permitió las que dedicaban a actividades de caridad o de enseñanza. Las Órdenes contemplativas, según él, "eran inútiles para la sociedad civil". Organizó la Iglesia en Parroquias y diócesis, y controló el nombramiento de párrocos y Obispos. Inútilmente el Papa insistió en que el emperador cambiara su actitud. El sistema de José II iba a permanecer largo tiempo en la Iglesia del Imperio Austríaco.

   El desarrollo económico de las colonias inglesas provocó tensiones con Inglaterra. Las colonias se unieron y firmaron una declaración de independencia, que constituyó el nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta nueva situación favoreció a los católicos, que organizaron su Iglesia. El primer Obispo de ésta fue John Carroll, hombre de mucho entusiasmo.

   Los colonoa de las tierras inglesas en la América del Norte fueron extendiendo su comercio y colonizando nuevas tierras. Convencidos de su capacidad, rechazaron las limitaciones e impuestos que les ponía Inglaterra. Finalmente, en 1775 estalló la Guerra de Independencia entre las colonias e Inglaterra, que ganaron las primeras. Esas 13 colonias se unieron y en 1776 firmaron la Declaración de Independencia, propuesta por Thomas Jefferson. Esta declaración es muy importante: porque representa el nacimiento de los Estados Unidos y porque es la primera formulación constitucional de los derechos del hombre (a la vida, a la libertad, a la búsqueda de la felicidad).

   Poe este tiempo los católicos eran unos 25,000 de un total de 3,000,000 de habitantes. Pero crecieron mucho desde la Declaración de Independencia, porque la Constitución reconocía la libertad de religión y la igualdad de todas las profesiones religiosas. El 6 de noviembre de 1789 fue nombrado el primer Obispo católico de los Estados Unidos, John Carroll, para la diócesis de Baltimore, en Maryland, donde los católicos eran numerosos.

   El Obispo Carroll era muy activo. En 1791 fundó el primer colegio católico estadounidense, y en 1792, el primer seminario. Cuando murió el Obispo Carroll, en 1815, los católicos eran unos 150,000 y los sacerdotes, unos 100. Había ya cuatro diócesis: Baltimore, Boston, Filadelfia y Nueva York. Durante el siglo  la Iglesia Católica iba a convertirse en la comunidad religiosa más importante de los Estados Unidos.

   En 1789 la crisis de la sociedad francesa culminó en el asalto y toma de la Bastilla: empezó "la Revolución Francesa". La antigua Francia entró en crisis a fines del siglo XVIII. Los reyes habían perdido autoridad o por su inmoralidad o por su debilidad o por su desastrosa política exterior. La administración estaba en quiebra. El costo de la vida había aumentado excesivamente. Las antiguas clases de la nobleza y el clero se tambalearon, al aparecer la burguesía y los campesinos. El rey no pudo contener al pueblo amotinado, que asaltó y tomó la Bastilla, prisión considerada como símbolo de la monarquía absoluta. La Asamblea Nacional Constituyente proclamó "los derechos del hombre y del ciudadano". Se aprobaron, además, reformas económicas.

   La Iglesia francesa fue atacada. Se obligó a los sacerdotes a jurar fidelidad a la Revolución. Y los que se negaron, tuvieron que abandonar su Parroquia. El pueblo, empujado por los más exaltados, saqueó y destruyó los edificios religiosos y persiguió a los clérigos. La Revolución juzgaba inútil la vida de las Órdenes religiosas; por eso ordenó la supresión de todos los conventos. Unas religiosas carmelitas, cuando su monasterio fue clausurado, se reunieron en lugares que el pueblo les prestó. Cuando las descubrieron y arrestaron, animaron al pueblo con su ejemplo. Mientras eran conducidas al lugar del sacrificio, cantaban e invocaban al Espíritu Santo. La Revolución Francesa fue dominada por los exaltados, que provocaron el terror: cualquier sospechoso era ajusticiado. Mientras tanto, iba apareciendo en escena un joven general, nacido en Córcega, Napoleón Bonaparte.

   Napoléon, después de algunas brillantes victorias, volvió a Francia y se proclamó "primer cónsul". Derrotó a los austriacos en Marengo y se convirtió en señor absoluto de Francia. Llegó a un acuerdo con la Iglesia y se proclamó emperador en una ceremonia a la que asistió el Papa Pío VII. Su genio militar condujo a Napoléon a una serie de brillante victorias, aunque la campaña de Egipto, contra los ingleses, no le fue nada favorable. Pero Napoléon le daba a Fancia todo lo que ésta quería y necesitaba. Por eso Napoleón se proclamó "Primer Cónsul", es decir, dueño de Francia. Su victoria de Marengo, contra los austriacon, lo confirmó en su posición: con ella, aseguró a Francia el preodmino militar, económico y comercial. Pero Napoleón comprendió que para llegar a una total aceptación por parte del pueblo francés, necesitaba lograr un acuerdo con la Iglesia. Napoleón y el hábil Cardenal Consalvi hicieron un tratado("concordato"), en que la Iglesia aceptó ciertas limitaciones. pero consiguió libertad para proseguir su misión evangelizadora. Así pues, en diciembre de 1804, Napoleón se proclamó y se coronó a sí mismo emperador, con asistencia del mismo Papa. Fue un armisticio.

   Napoleón quería someter a la Iglesia. Pero la Iglesia no podía ceder en cosas esenciales. El conflicto comenzó cuando Napoleón publicó un "catecismo imperial", obligatorio para todos, en el que se enseñaba que el emperador había sido enviado por Dios y que tenía que ser obedecido como Dios. Roma no podía aceptar aquello (aunque los Cardenales y Obispos franceses lo aceptaron). Napoleón quiso que el Papa lo apoyara en su política de expansión. El Papa se opuso y rechazó el hecho de que los soldados franceses ocuparan los Estados Pontificios. Napoleón lo mandó desterrar. Napoleón quiso obligar al clero francés a apoyarlo contra el Papa. Entonces un estimado sacerdote francés dijo al emperador: "Señor, el Papa es el jefe de la Iglesia, el Vicario de Cristo".

   Con todo su genio militar, Napoleón se embarcó en una desastrosa campaña contra Rusia y recibió el golpe de gracia en Waterloo, cuando los ingleses y los prusianos lo acabaron. Murió desterrado en la isla de Santa Elena (Atlántico Sur). Con él terminó el sueño francés de dominar Europa y el mundo entero.

   El Papa Pío VII restauró la Compañía de Jesús. Entonces los jesuitas abrieron noviciados y colegios. El número de sus religiosos empezó a aumentar rápidamente. La supresión de la Compañia de Jesús, a finales del siglo XVIII, había causado graves perjuicios a las misiones y a la educación católica. Pero la mayoría de los jesuitas confiaban en que pronto serían restaurados. En realidad, nunca dejaron de existir, pues Catalina II, zarina de Rusia, los mantuvo al frente de los colegios de Polonia, con el consentimiento del Papa.

   Durante la Revolución Francesa, el exjesuita Pierre de la Cloriviere (+ 1820), en pleno Terror, reconstruyó secretamente la Compañía de Jesús, creando una comunidad que no se distinguía ni por el hábito ni por las costumbres. Este avanzado proyecto revivió 150 años después en los "Institutos seculares". Pronto iba a cambiar todo.Uno de los primeros actos del Papa Pío VII, después de ser liberado de su prisión, fue la restauración oficial de la Compañía de Jesús. Sólo quedaban 600 padres de la antigua Compañía, pero se emprendió la restauración con enorme entusiasmo. En 1830, los jesuitas eran 2,137; en 1900, 15,073; en 1965, 36,038. La actividad de los jesuitas durante el siglo XIX fue muy importante. Estuvieron en la vanguardia de la defensa de la Iglesia. Y es curioso comprobar que las diversas revoluciones mandaron al destierro a los jesuitas, a quienes consideraban enemigos de sus proyectos y de todo lo moderno.

   A principios del siglo XIX, la América española, dirigida en el norte por el cura párroco; Miguel Hidalgo, y en el sur, por Simón Bolivar, se independizó de España. La Iglesia decidió nombrar directamente a sus Obispos, que anteriormente habían sido elegidos por los reyes de España. El Papa Gregorio XVI se enfrentó con el problema y nombró los Obispos de las nuevas naciones. Una vez que la situación de Europa volvió a la normalidad, la Iglesia estableció relaciones con los países que se habían separado de España, durante la Guerra de Independencia. En la Nueva España, el iniciador de este movimiento libertador fue el cura Miguel Hidalgo. En todo Sudamérica, el caudillo principal fue Simón Bolivar, que luchó en Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia.

   La Iglesia se encontró con un grave problema para el nombramiento de Obispos en las naciones independizadas de España. El "derecho de patronato" planteaba este problema. ¿Qué era el "derecho de patronato"? Era un antiguo derecho histórico, desde el descubrimiento de América, por el cual España y Portugal recibían el privilegio de nombrar todos los Obispos del continente recién descubierto. Hubo gran confusión, pues durante la Guerra de Independencia y durante los años inmediatamente siguientes, España se sentía, con derecho de seguir eligiendo a los Obispos de sus colonias o antiguas colonias. Los nuevos estados independientes sentían que habían heredado el derecho de latronato. Por lo pronto no se pudo resolver todo aquel enredo. Finalmente, Gregorio XVI, apenas elegido Papa, nombró seis Obispos de las diócesis de las nuevas naciones, afirmando que la Iglesia, por el bien de las almas, tenía derecho de tratar con los gobiernos realmente existentes. Era una valiente decisión, que apartaba a la Iglesia de las luchas políticas y la consagraba exclusivamente al servicio de los hombres.

   En los siglos XVIII y XIX se desarrolló un modo de pensar y de actuar conocido como "liberalismo". Esta tendencia de pensamiento y de acción se olvida de Dios y oprime a la mayoría en nombre de la libertad de algunos. "El Liberalismo" sigue influyendo en nuestra sociedad actual. Esta tendencia afirma que el hombre es libre y no debe ser limitado por ningún poder en su libertad de pensamiento y de iniciativa. El liberalismo critica los poderes absolutos, tanto del Estado como de la Iglesia. Por eso "los liberales" son abiertamente anticlericales. El liberalismo confía, casi en forma total, en el "progreso económico" y produce un nuevo tipo de hombre, que utiliza el dinero para crear nuevos bienes, comprando materias primas, haciendo trabajar a los obreros y engrandeciendo las empresas.

   Con los intercambios internacionales, nacen nuevos y fabulosos modos de desarrollar los negocios. Los negocios de bolsa y los bancos florecen en Europa y en los Estados Unidos. Pero junto con este florecimiento y prosperidad de los capitalistas, existe la miseria de muchos obreros y de los países del "Tercer Mundo", que son explotados para que produzcan materias primas a bajo costo. Es muy cierto que en la ida liberal hay una huella de la tradición cristiana que defiende la libertad del hombre. Pero la tradición cristiana acerca de la libertad humana jamás ha afirmado que el ejercicio de esta libertad no ha de tener ningún límite. Es decir, el cristianismo afirma que comos libres, pero que vivimos en un mundo de hermanos y que nuestra libertad no puede esclavizar a los demás para hacernos ricos. Los liberales convierten al Estado en un instrumento de sus transacciones financieras y comerciales. Rechazan el sentido religioso de la vida y convierten al hombre rico y poderoso en el último fin de la existencia humana. Por eso, el liberalismo combate la educación religiosa y a los cristianos.

   Hacia 1830, en el anglicanismo se desarrolló el "movimiento de Oxford", llamado así por la ciudad universitaria en que nació. Es un movimiento muy cercano a la Iglesia Católica. El convertido más famoso al catolicismo en este movimiento fue John Henry Newman, más tarde Cardenal de la Iglesia Católica, quien en sus escritos dio nuevo prestigio a la teología católica. Desde el siglo XVI, cuando el rey Enrique VIII de Inglaterra se proclamó como el único y máximo jefe de la Iglesia en Inglaterra, los católicos habían sido despreciados como gente pobre e ignorante. Pero en 1830, en el seno mismo de la Iglesia anglicana surgió un movimiento que veía con mucha simpatía a la Iglesia Católica. Es el "movimiento de Oxford", pues se produjo en la famosa ciudad universitaria inglesa.

   Un grupo de eclesiásticos y de seglares anglicanos quisieron liberar a su iglesia del dominio del Parlamento. Hubo una fuerte lucha, y los que peleaban por la libertad de la Iglesia Anglicana fueron desautorizados. Algunos se sometieron a las autoridades anglicanas, pero otros decidieron pasarse a la Iglesia Católica. El más conocido de éstos fue John Henry Newman. Newman había estudiado en Orford y había elegido la vida eclesiástica. En 1828 fue nombrado vicario de la iglesia universitaria de Santa María, se unió al "movimiento de Oxford" y se convirtió en su dirigente e inspirador. Estudió a los Padres de la Iglesia (Agustín, Ambrosio, Cipriano, Ireneo) y se convenció de que sólo la Iglesia Católica había permanecido fiel al mensaje de Cristo, transmitido por los Apóstoles. En 1845 abandonó el anglicanismo y se hizo católico. Fue ordenado sacerdote y escribió numerosas obras en que demostró que la piedad de los católicos no era (como los ingleses piensan) una mera superstición, sino una devoción sencilla y genuina. Es considerado como el más grande escritor y pensador del siglo XIX. El Papa León XIII lo nombró Cardenal en 1879.

   Un pueblito de Francia se transformó profundamente gracias a la santidad de un humilde párroco, que muy pronto sería conocido como "el Santo Cura de Ars". Este párroco de pueblo no hizo nada extraordinario, pero en sus movimientos y ademanes, aún los más sencillos, se traslucía tal unión con Dios, que de todas partes venían a confesarse con él. San Juan Bautista Vianney (1786-1859), más conocido como "el Santo Cura de Ars", fue el modelo de docilidad en manos de Dios, Desde muy niño se sintió muy atraído por Dios hacia el sacerdocio. Desde muy niño también, trabajó en el campo. Comenzó a estudiar a los 17 años, pero a pesar de sus esfuerzos, los resultados fueron francamente desalentadores. Pero su párroco no se desanimó, porque veía el sentido religioso tan profundo de Juan Bautista. Permaneció junto a su párroco, una vez que fue ordenado sacerdote, y al morir éte, fue destinado a una pequeñita parroquia, el pueblo de Ars.

   No hizo nada extaordinario: fue únicamente un buen párroco de una pequeña parroquia. Hacía muchísimos sacrificios y penitencias, pero era muy bondadoso con los demás. Para predicar, copiaba los sermones de algún libro de sermones....Y, sin embargo, sus palabras conmovían los corazones más duros. Su influencia en el confesionario fue enorme. Desde sitios muy lejanos la gente acudía a él. El Santo Cura pasaba ¡18 horas seguidas confesando a las personas!. Decían que tenía el don de leer las conciencias. Pero él se sentía totalmente indigno de ser sacerdote y dos veces intentó huir de la Parroquia.

   Durante el siglo XIX florecieron nuevas comunidades religiosas (Oblatos de María Inmaculada, Maristas, Asuncionistas, Claretianos). También en este siglo se fundaron más de 88 comunidades masculinas. Las religiosas, al estilo de las fundadas por San Vicente de Paul, aparecieron en los hospitales, en los colegios y en los sitios más abandonados (leprosarios y enfermos incurables). Las Órdenes antiguas recibieron nuevo impulso: los jesuitas fueron restaurados; los domnicos de Francia fueron renovados por el Padre Lacordaire; los benedictinos, por Don Gueranger.

   La Revolución industrial y sus consecuencias en la vida de las ciudades. En las ciudades industriales, a donde acudían campesinos y artesanos para trabajar como obreros, se inventaron nuevas formas de solidaridad y nació el movimiento obrero. A fines del siglo XVIII, primero en Inglaterra y después en Europa y en la costa oriental de los Estados Unidos, se implantó un nuevo sistema de producción, que cambió la vida diaria de los hombres y provocó una fiebre industrial.

   Durante el siglo XVIII, gracias al desarrollo de los conocimientos técnicos, a los crecientes intereses económicos y a la búsqueda de una sociedad más disciplinada y eficiente, surgieron las fábricas, en las cuales los obreros desempañaban funciones, de acuerdo con las nuevas maquinarias. Esto fue posible, gracias a la aplicación de una nueva energía, el vapr, que puso en movimiento las máquinas. Sin embargo, para la alimentación y funcionamiento de esas máquinas seguía siendo necesario el trabajo humano de hombre, mujeres y niños. Los obreros se amontonaron en las zonas cercanas a las fábricas y se formó así la ciudad industrial, en que se vivía un ritmo artificial, impuesto por la técnica y las máquinas. Los promotores de este cambio amontonaron riquezas fabulosas. Se pensaba que el desarrollo material era el gran objetivo de la vida.

   Dicha industrialización tuvo gravísimas consecuencias: el obrero se encontró sólo y aislado y era observado con sospechas por la policía y los vecinos. El obrero desconocía el ambiente de la fábrica y sus reglamentos, que en ocasiones no le dejaban tiempo para comer, descansar y fomentar sanas amistades. Las condiciones de trabajo eran muy duras: oscuridad y frío en invierno, asfixia en verano, excesivas horas de trabajo de sol a sol. Estos hombres, privados de todo, formaron "el proletariado"....Toda esta situación no podía durar demasiado tiempo, pues el hombre tiene necesidad de expresar su libertad y de solidarizarse con los demás...Así nacieron las primeras organizaciones obreras, que ofrecían remedio para los males que sufría el obrero. Las corrientes más influyentes fueron lanzadas en el "Manifiesto Comunista" por Karl Marx y Federico Engels, en 1848.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)