HISTORIA DE LA IGLESIA
CATÓLICA
LA ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES
Del 1700 al 1850
A lo largo
del siglo XVIII,
muchos se preguntaron dónde se encontraba el verdadero
cristianismo. Apareció entonces "La Ilustración" como el
deseo de construir una civilización basada en la pura
razón, de la cual Dios quedaba lejano, y la Iglesia, marginada.
El clima espiritual se transformó en el siglo XVIII. Se produjo
un profundo cambio en las actitudes respecto de la religión y la
Iglesia. El hombre de esta época comenzó a considerarse a
sí mismo como el punto central, capaz de decidir por él
mismo cuál era el verdadero cristianismo y la verdadera Iglesia,
qué convenía creer y qué había que rechazar.
Siguiendo este método, los filósofos, los
hombres de ciencia y los escritores llegaron a la conclusión de
que lo único valioso que el hombre tenía era su propia
razón. Más tarde se llegó a dudar de la capacidad
de la ra<zón y se concluyó que sólo se
podía conocer a través de la propia experiencia sensible.
En todos estos planteamientos había numerosas objeciones contra
la Iglesia, la revelación y la Tradición. En efecto, si
el hombre, son su sola razón puede conocer a Dios (decían
ellos), ¿qué necesidad hay de que Dios se nos revele? Si
el hombre (proseguían) puede seguir sin ninguna guía su
propio camino religioso, ¿para qué necesitamos una
Iglesia con sus enseñanzas y tradiciones?. Así, pues, la
intervención divina en la historia humana desapareció.
Los hombres admitían solamente un Dios lejano, que no influye ni
participa, ni nos pide actitudes de fe, sino que nos deja a nosotros
solos construir la ciudad humana con todo su progreso. Los numerosos
estudios, discusiones e investigaciones que estos hombres hicieron,
dieron a este fenómeno el nombre de "La Ilustración".
La devoción al Sagrado Corazón de
Jesús, iniciada en el siglo XVII por San Juan Eudes, fue objeto
de disputas teológicas durante el siglo XVIII, pero una
religiosa de la Orden de la Visitación, Santa Margarita
María de Alacoque, la promovió con todas sus fuerzas, y
esa devoción pronto se difundió entre el pueblo y
recibió la aprobación pontificia. Uno de los cultos
más estimados por los místicos durante el siglo XVIII fue
la devooción al Sagrado Corazón de Jesús. El
iniciador moderno de esta devoción fue San Juan Eudes, nacido en
Normandía (Francia). San Juan Eudes miró en el
corazón de carne de Jesucristo el símbolo del amor de
Dios a todos los hombres y el resumen de los misterios principales del
cristianismo.
Pero es casi seguro que esta devoción no se
habría propagado en toda la Iglesia, si no hubiera sido por
intervención de una religiosa francesa de la Orden de la
Visitación, Santa Margarita María Alacoque. Nuestro
Señor se le apareció y le ordenó la
difusión de esta devoción, exponiendo a la piedad de los
fieles la imagen de su corazón rodeado de espinas y rematado por
una cruz. "He aquí este corazón que tanto ha amado a los
hombres" (le dijo Jesús a la Santa). La probre religiosa tuvo
que soportar pruebas y contradicción de todas clases, pero
llevó a cabo la misión que el Señor le
había encomendado, apoyada por el Beato Claudio de la
Colombiere, jesuita. La difusión espontánea de la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús
constituyó el hecho más notable de la piedad cristiana
del siglo XVIII. Fue el deseo de un despertar visible del cristianismo
y de sus fundamentos teológicos.
Desde Inglaterra, la masonería se extendió
por Europa, aún entre los eclesiásticos. Pero, aunque
contenía ciertos elementos cristianos, la concepción
masónica estaba muy alejada de la Iglesia. Muchos hombres del
siglo XVIII no creían en la Iglesia ni en la revelación
cristiana, pero deseaban cierta forma de religión y de
asociación con otras personas. Formaron pequeños grupos
de "masones", donde se hablaba de Dios, de la razón y del
desarrollo del hombre y del mundo. La masonería era una
imitación muy lejana de la Iglesia.
La masonería nació entre los
albañiles y constructores de la Edad Media, en Londres, para
ayudarse y para orar. "La logia" era el grupo de masones de una ciudad.
Los símbolos eran la escuadra, la plomada y el compás. De
Inglaterra, la masonería se difundió por Europa. Sus
ritos de iniciación eran "secretos". Precisamente por este
"secreto masónico", se pensaba que los masones eran autores de
loas peores conjuraciones y de los mayores crímenes. En
realidad, las logias masónicas fueron un lugar de encuentro para
tendencias buenas y malas. El Papa Clemente XII, en 1738, y
después Benedicto XIV condenaron la masonería, y
prohibieron a todos los clérigos y religiosos participar en ella.
Entre 1759 y 1772 se difundió por Europa "La
Enciclopedia", obra promovida por científicos franceses, que
presentaba los esfuerzos humanos a través de los siglos. En ella
participaron filósofos y científicos, como Rousseau y
Voltaire, todos ellos declarados enemigos de la Iglesia. A mediados del
siglo XVIII, fundamentalmente por intrigas masónicas contra los
jesuita y por envidia de su prestigio en varias cortes europeas, estos
religiosos fueron expulsados, primero, de los dominios de España
y Portugal, y después, suprimidos de todo el mundo por el Papa
Clemente XIV, debido a las presiones de los enemigos de la
Compañía de Jesús. Utilizaron "los casos de unos
cuantos jesuitas para acabar con todos".
El movimiento intelectual provocado por los
"enciclopedistas" franceses se entendió por todo Europa,
especialmente en Inglaterra y Alemania. Locke, inglés,
afirmó que para llegar a la verdadera sabiduría basta el
conocimiento de los fenómenos sensibles. El Dios de Locke
no es el de la Iglesia, sino el construido por él. Hume,
también inglés, enseñó que la sociedad
está basada en la utilidad que de ella pueden sacar sus
miembros. El pensamiento inglés repercutió en los
pensadores de las colonias inglesas de Norteamérica (Estados
Unidos), por ejemplo, en Benjamín Franklin.
Leibnitz, en Alemania, construyó un sistema en que
tanto la experiencia como la razón tienen igual valor. Kant,
también alemán, enseñó que el hombre
abandona su estado de infancia y se convierte en adulto, sólo si
tiene el valor de pensar tal como enseña la doctrina de "La
Ilustración". Finalmente, en este siglo de la ciencia, el
inglés Newton investigó las leyes del universo, impuestas
por Dios y que sólo se pueden conocer por medio de las
matemáticas. Pero según Newton, esas leyes son el
pálido reflejo de lo único que podemos conocer de Dios.
Los descubrimientos científicos fueron notables en
este siglo de progreso. En química, se descubrió el
oxígeno. En física, hubo investigaciones muy importantes
sobre la electricidad y sobre la relación que hay entre el calor
y la energía (termodinámica). No sólamente los
científicos, sino también los nobles, los artesanos y
campesinos se apasionaron por la técnica. El inglés Wat
descubrió la forma de aplicar la fuerza producida por el vapor
del agua para producir movimiento.
En el siglo XVIII, Inglaterra era el país
más poderoso, gracias al control del comercio internacional y a
sus colonias. En Inglaterra (excepto en la católica Irlanda)
predominaban los anglicanos y otras Iglesias protestantes. Cuando se
apoderaron del Canadá francés, los ingleses intentaron
inútilmente imponer el anglicanismo. En 1707, la Gran
Bretaña se unió Escocia y se convirtió en el
país más poderoso de su tiempo. Era también el
más rico, gracias al control del comercio internacional: se
enfrentaron a los competidores españoles, portugueses y
holandeses y los saquearon y destruyeron. Le ganaron a Francia una
guerra y obtuvieron el Canadá y Luisiana (en Estados Unidos).
¿Cuáles eran las condiciones de los
católicos en Inglaterra y sus colonia? Los católicos
constituían una muy pequeña minoría, privada de
sus derechos políticos; casi todos ellos eran campesinos. La
hostilidad política comenzó a disminuir a fines del
siglo. En Escocia, los católicos sufrieron mayores dificultades.
Algunos de ellos huyeron hacia el Canadá y fundaron la Nueva
Escocia.
Irlanda, estaba violentamente dominada por los ingleses.
Sin embargo, el catolicismo era casi total en la isla (excepto la
región noreste, el Ulster, que era protestante). Los
católicos estaban privados de los cargos públicos,
habñian sido despojados de sus bienes, y los religiosos
habían sido expulsados. El clero dismuniuyó
considerablemente. Pero poco después de la mitad del siglo, la
situación de discriminación de los irlandeses
comenzó a cambiar.
En el Canadá, durante el dominio francés, el
catolicismo se había extendido gracias al esfuerzo de los
misioneros, que tenian como centro de operaciones de la ciudad de
Quebec. pero cuando el Canadá pasó al dominio de los
ingleses, éstos quisieron imponer la religión anglicana y
transformar a Quebec en una ciudad protestante. Pero la
oposición de los católicos canadienses obligó al
rey de Inglaterra a conceder nuevamente la libertad de cultos y el
respeto de las costumbres francesas.
"El absolutismo ilustrado" quería controlar a la
Iglesia. Un Obispo, conocido con el seudónimo de "Febronio",
escribió sobre la conveniencia de que las Iglesias fueran
nacionales e independientes del Papa. El emperador José II de
Austria reformó por su cuenta la Iglesia del imperio. Los
monarcas absolutistas no soportaban que sus iglesias dependieran de
Roma; querían mantenerlas alejadas del Papa. Así, el
poder político dominaba a la Iglesia. El imperio alemán,
tan dividido religiosa y políticamente, y con todos los
problemas originados por esa división, creyó que los
males se eliminarían suprimiendo radicalmente el poder del Papa
sobre la Iglesia.
Un Obispo alemán "Febronio", sostuvo que
había que devolver a la Iglesia su condición primitiva,
en la cual el Papa no tenía autoridad sobre los Obispos. Estos,
reunidos, eran los que ejercían la soberanía. Y, al
contrario, el príncipe tenía todo poder sobre la Iglesia,
en cuanto que podía reformarla y defenderla contra las
pretensiones del Papa. El libro de "Febronio" fue condenado por Roma.
pero muy leído en los ambientes alemanes.
El emperador de Austria, José II, trató de
reformar sistemáticamente la Iglesia del Imperio
Austríaco. José II era una persona religiosa, pero no
soportaba ciertas manifestaciones de religiosidad popular, que a
él le parecían desviaciones. Quiso presentar el Evangelio
en una forma abstracta más fiel. Suprimió las
Órdenes contemplativas y sólo permitió las que
dedicaban a actividades de caridad o de enseñanza. Las
Órdenes contemplativas, según él, "eran
inútiles para la sociedad civil". Organizó la Iglesia en
Parroquias y diócesis, y controló el nombramiento de
párrocos y Obispos. Inútilmente el Papa insistió
en que el emperador cambiara su actitud. El sistema de José II
iba a permanecer largo tiempo en la Iglesia del Imperio
Austríaco.
El desarrollo económico de las colonias inglesas
provocó tensiones con Inglaterra. Las colonias se unieron y
firmaron una declaración de independencia, que constituyó
el nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta nueva
situación favoreció a los católicos, que
organizaron su Iglesia. El primer Obispo de ésta fue John
Carroll, hombre de mucho entusiasmo.
Los colonoa de las tierras inglesas en la América
del Norte fueron extendiendo su comercio y colonizando nuevas tierras.
Convencidos de su capacidad, rechazaron las limitaciones e impuestos
que les ponía Inglaterra. Finalmente, en 1775 estalló la
Guerra de Independencia entre las colonias e Inglaterra, que ganaron
las primeras. Esas 13 colonias se unieron y en 1776 firmaron la
Declaración de Independencia, propuesta por Thomas Jefferson.
Esta declaración es muy importante: porque representa el
nacimiento de los Estados Unidos y porque es la primera
formulación constitucional de los derechos del hombre (a la
vida, a la libertad, a la búsqueda de la felicidad).
Poe este tiempo los católicos eran unos 25,000 de
un total de 3,000,000 de habitantes. Pero crecieron mucho desde la
Declaración de Independencia, porque la Constitución
reconocía la libertad de religión y la igualdad de todas
las profesiones religiosas. El 6 de noviembre de 1789 fue nombrado el
primer Obispo católico de los Estados Unidos, John Carroll, para
la diócesis de Baltimore, en Maryland, donde los
católicos eran numerosos.
El Obispo Carroll era muy activo. En 1791 fundó el
primer colegio católico estadounidense, y en 1792, el primer
seminario. Cuando murió el Obispo Carroll, en 1815, los
católicos eran unos 150,000 y los sacerdotes, unos 100.
Había ya cuatro diócesis: Baltimore, Boston, Filadelfia y
Nueva York. Durante el siglo la Iglesia Católica iba a
convertirse en la comunidad religiosa más importante de los
Estados Unidos.
En 1789 la crisis de la sociedad francesa culminó
en el asalto y toma de la Bastilla: empezó "la Revolución
Francesa". La antigua Francia entró en crisis a fines del siglo
XVIII. Los reyes habían perdido autoridad o por su inmoralidad o
por su debilidad o por su desastrosa política exterior. La
administración estaba en quiebra. El costo de la vida
había aumentado excesivamente. Las antiguas clases de la nobleza
y el clero se tambalearon, al aparecer la burguesía y los
campesinos. El rey no pudo contener al pueblo amotinado, que
asaltó y tomó la Bastilla, prisión considerada
como símbolo de la monarquía absoluta. La Asamblea
Nacional Constituyente proclamó "los derechos del hombre y del
ciudadano". Se aprobaron, además, reformas económicas.
La Iglesia francesa fue atacada. Se obligó a los
sacerdotes a jurar fidelidad a la Revolución. Y los que se
negaron, tuvieron que abandonar su Parroquia. El pueblo, empujado por
los más exaltados, saqueó y destruyó los edificios
religiosos y persiguió a los clérigos. La
Revolución juzgaba inútil la vida de las Órdenes
religiosas; por eso ordenó la supresión de todos los
conventos. Unas religiosas carmelitas, cuando su monasterio fue
clausurado, se reunieron en lugares que el pueblo les prestó.
Cuando las descubrieron y arrestaron, animaron al pueblo con su
ejemplo. Mientras eran conducidas al lugar del sacrificio, cantaban e
invocaban al Espíritu Santo. La Revolución Francesa fue
dominada por los exaltados, que provocaron el terror: cualquier
sospechoso era ajusticiado. Mientras tanto, iba apareciendo en escena
un joven general, nacido en Córcega, Napoleón Bonaparte.
Napoléon, después de algunas brillantes
victorias, volvió a Francia y se proclamó "primer
cónsul". Derrotó a los austriacos en Marengo y se
convirtió en señor absoluto de Francia. Llegó a un
acuerdo con la Iglesia y se proclamó emperador en una ceremonia
a la que asistió el Papa Pío VII. Su genio militar
condujo a Napoléon a una serie de brillante victorias, aunque la
campaña de Egipto, contra los ingleses, no le fue nada
favorable. Pero Napoléon le daba a Fancia todo lo que
ésta quería y necesitaba. Por eso Napoleón se
proclamó "Primer Cónsul", es decir, dueño de
Francia. Su victoria de Marengo, contra los austriacon, lo
confirmó en su posición: con ella, aseguró a
Francia el preodmino militar, económico y comercial. Pero
Napoleón comprendió que para llegar a una total
aceptación por parte del pueblo francés, necesitaba
lograr un acuerdo con la Iglesia. Napoleón y el hábil
Cardenal Consalvi hicieron un tratado("concordato"), en que la Iglesia
aceptó ciertas limitaciones. pero consiguió libertad para
proseguir su misión evangelizadora. Así pues, en
diciembre de 1804, Napoleón se proclamó y se
coronó a sí mismo emperador, con asistencia del mismo
Papa. Fue un armisticio.
Napoleón quería someter a la Iglesia. Pero
la Iglesia no podía ceder en cosas esenciales. El conflicto
comenzó cuando Napoleón publicó un "catecismo
imperial", obligatorio para todos, en el que se enseñaba que el
emperador había sido enviado por Dios y que tenía que ser
obedecido como Dios. Roma no podía aceptar aquello (aunque los
Cardenales y Obispos franceses lo aceptaron). Napoleón quiso que
el Papa lo apoyara en su política de expansión. El Papa
se opuso y rechazó el hecho de que los soldados franceses
ocuparan los Estados Pontificios. Napoleón lo mandó
desterrar. Napoleón quiso obligar al clero francés a
apoyarlo contra el Papa. Entonces un estimado sacerdote francés
dijo al emperador: "Señor, el Papa es el jefe de la Iglesia, el
Vicario de Cristo".
Con todo su genio militar, Napoleón se
embarcó en una desastrosa campaña contra Rusia y
recibió el golpe de gracia en Waterloo, cuando los ingleses y
los prusianos lo acabaron. Murió desterrado en la isla de Santa
Elena (Atlántico Sur). Con él terminó el
sueño francés de dominar Europa y el mundo entero.
El Papa Pío VII restauró la
Compañía de Jesús. Entonces los jesuitas abrieron
noviciados y colegios. El número de sus religiosos empezó
a aumentar rápidamente. La supresión de la
Compañia de Jesús, a finales del siglo XVIII,
había causado graves perjuicios a las misiones y a la
educación católica. Pero la mayoría de los
jesuitas confiaban en que pronto serían restaurados. En
realidad, nunca dejaron de existir, pues Catalina II, zarina de Rusia,
los mantuvo al frente de los colegios de Polonia, con el consentimiento
del Papa.
Durante la Revolución Francesa, el exjesuita Pierre
de la Cloriviere (+ 1820), en pleno Terror, reconstruyó
secretamente la Compañía de Jesús, creando una
comunidad que no se distinguía ni por el hábito ni por
las costumbres. Este avanzado proyecto revivió 150 años
después en los "Institutos seculares". Pronto iba a cambiar
todo.Uno de los primeros actos del Papa Pío VII, después
de ser liberado de su prisión, fue la restauración
oficial de la Compañía de Jesús. Sólo
quedaban 600 padres de la antigua Compañía, pero se
emprendió la restauración con enorme entusiasmo. En 1830,
los jesuitas eran 2,137; en 1900, 15,073; en 1965, 36,038. La actividad
de los jesuitas durante el siglo XIX fue muy importante. Estuvieron en
la vanguardia de la defensa de la Iglesia. Y es curioso comprobar que
las diversas revoluciones mandaron al destierro a los jesuitas, a
quienes consideraban enemigos de sus proyectos y de todo lo moderno.
A principios del siglo XIX, la América
española, dirigida en el norte por el cura párroco;
Miguel Hidalgo, y en el sur, por Simón Bolivar, se
independizó de España. La Iglesia decidió nombrar
directamente a sus Obispos, que anteriormente habían sido
elegidos por los reyes de España. El Papa Gregorio XVI se
enfrentó con el problema y nombró los Obispos de las
nuevas naciones. Una vez que la situación de Europa
volvió a la normalidad, la Iglesia estableció relaciones
con los países que se habían separado de España,
durante la Guerra de Independencia. En la Nueva España, el
iniciador de este movimiento libertador fue el cura Miguel Hidalgo. En
todo Sudamérica, el caudillo principal fue Simón Bolivar,
que luchó en Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia.
La Iglesia se encontró con un grave problema para
el nombramiento de Obispos en las naciones independizadas de
España. El "derecho de patronato" planteaba este problema.
¿Qué era el "derecho de patronato"? Era un antiguo
derecho histórico, desde el descubrimiento de América,
por el cual España y Portugal recibían el privilegio de
nombrar todos los Obispos del continente recién descubierto.
Hubo gran confusión, pues durante la Guerra de Independencia y
durante los años inmediatamente siguientes, España se
sentía, con derecho de seguir eligiendo a los Obispos de sus
colonias o antiguas colonias. Los nuevos estados independientes
sentían que habían heredado el derecho de latronato. Por
lo pronto no se pudo resolver todo aquel enredo. Finalmente, Gregorio
XVI, apenas elegido Papa, nombró seis Obispos de las
diócesis de las nuevas naciones, afirmando que la Iglesia, por
el bien de las almas, tenía derecho de tratar con los gobiernos
realmente existentes. Era una valiente decisión, que apartaba a
la Iglesia de las luchas políticas y la consagraba
exclusivamente al servicio de los hombres.
En los siglos XVIII y XIX se desarrolló un modo de
pensar y de actuar conocido como "liberalismo". Esta tendencia de
pensamiento y de acción se olvida de Dios y oprime a la
mayoría en nombre de la libertad de algunos. "El Liberalismo"
sigue influyendo en nuestra sociedad actual. Esta tendencia afirma que
el hombre es libre y no debe ser limitado por ningún poder en su
libertad de pensamiento y de iniciativa. El liberalismo critica los
poderes absolutos, tanto del Estado como de la Iglesia. Por eso "los
liberales" son abiertamente anticlericales. El liberalismo
confía, casi en forma total, en el "progreso económico" y
produce un nuevo tipo de hombre, que utiliza el dinero para crear
nuevos bienes, comprando materias primas, haciendo trabajar a los
obreros y engrandeciendo las empresas.
Con los intercambios internacionales, nacen nuevos y
fabulosos modos de desarrollar los negocios. Los negocios de bolsa y
los bancos florecen en Europa y en los Estados Unidos. Pero junto con
este florecimiento y prosperidad de los capitalistas, existe la miseria
de muchos obreros y de los países del "Tercer Mundo", que son
explotados para que produzcan materias primas a bajo costo. Es muy
cierto que en la ida liberal hay una huella de la tradición
cristiana que defiende la libertad del hombre. Pero la tradición
cristiana acerca de la libertad humana jamás ha afirmado que el
ejercicio de esta libertad no ha de tener ningún límite.
Es decir, el cristianismo afirma que comos libres, pero que vivimos en
un mundo de hermanos y que nuestra libertad no puede esclavizar a los
demás para hacernos ricos. Los liberales convierten al Estado en
un instrumento de sus transacciones financieras y comerciales. Rechazan
el sentido religioso de la vida y convierten al hombre rico y poderoso
en el último fin de la existencia humana. Por eso, el
liberalismo combate la educación religiosa y a los cristianos.
Hacia 1830, en el anglicanismo se desarrolló el
"movimiento de Oxford", llamado así por la ciudad universitaria
en que nació. Es un movimiento muy cercano a la Iglesia
Católica. El convertido más famoso al catolicismo en este
movimiento fue John Henry Newman, más tarde Cardenal de la
Iglesia Católica, quien en sus escritos dio nuevo prestigio a la
teología católica. Desde el siglo XVI, cuando el rey
Enrique VIII de Inglaterra se proclamó como el único y
máximo jefe de la Iglesia en Inglaterra, los católicos
habían sido despreciados como gente pobre e ignorante. Pero en
1830, en el seno mismo de la Iglesia anglicana surgió un
movimiento que veía con mucha simpatía a la Iglesia
Católica. Es el "movimiento de Oxford", pues se produjo en la
famosa ciudad universitaria inglesa.
Un grupo de eclesiásticos y de seglares anglicanos
quisieron liberar a su iglesia del dominio del Parlamento. Hubo una
fuerte lucha, y los que peleaban por la libertad de la Iglesia
Anglicana fueron desautorizados. Algunos se sometieron a las
autoridades anglicanas, pero otros decidieron pasarse a la Iglesia
Católica. El más conocido de éstos fue John Henry
Newman. Newman había estudiado en Orford y había elegido
la vida eclesiástica. En 1828 fue nombrado vicario de la iglesia
universitaria de Santa María, se unió al "movimiento de
Oxford" y se convirtió en su dirigente e inspirador.
Estudió a los Padres de la Iglesia (Agustín, Ambrosio,
Cipriano, Ireneo) y se convenció de que sólo la Iglesia
Católica había permanecido fiel al mensaje de Cristo,
transmitido por los Apóstoles. En 1845 abandonó el
anglicanismo y se hizo católico. Fue ordenado sacerdote y
escribió numerosas obras en que demostró que la piedad de
los católicos no era (como los ingleses piensan) una mera
superstición, sino una devoción sencilla y genuina. Es
considerado como el más grande escritor y pensador del siglo
XIX. El Papa León XIII lo nombró Cardenal en 1879.
Un pueblito de Francia se transformó profundamente
gracias a la santidad de un humilde párroco, que muy pronto
sería conocido como "el Santo Cura de Ars". Este párroco
de pueblo no hizo nada extraordinario, pero en sus movimientos y
ademanes, aún los más sencillos, se traslucía tal
unión con Dios, que de todas partes venían a confesarse
con él. San Juan Bautista Vianney (1786-1859), más
conocido como "el Santo Cura de Ars", fue el modelo de docilidad en
manos de Dios, Desde muy niño se sintió muy
atraído por Dios hacia el sacerdocio. Desde muy niño
también, trabajó en el campo. Comenzó a estudiar a
los 17 años, pero a pesar de sus esfuerzos, los resultados
fueron francamente desalentadores. Pero su párroco no se
desanimó, porque veía el sentido religioso tan profundo
de Juan Bautista. Permaneció junto a su párroco, una vez
que fue ordenado sacerdote, y al morir éte, fue destinado a una
pequeñita parroquia, el pueblo de Ars.
No hizo nada extaordinario: fue únicamente un buen
párroco de una pequeña parroquia. Hacía
muchísimos sacrificios y penitencias, pero era muy bondadoso con
los demás. Para predicar, copiaba los sermones de algún
libro de sermones....Y, sin embargo, sus palabras conmovían los
corazones más duros. Su influencia en el confesionario fue
enorme. Desde sitios muy lejanos la gente acudía a él. El
Santo Cura pasaba ¡18 horas seguidas confesando a las personas!.
Decían que tenía el don de leer las conciencias. Pero
él se sentía totalmente indigno de ser sacerdote y dos
veces intentó huir de la Parroquia.
Durante el siglo XIX florecieron nuevas comunidades
religiosas (Oblatos de María Inmaculada, Maristas,
Asuncionistas, Claretianos). También en este siglo se fundaron
más de 88 comunidades masculinas. Las religiosas, al estilo de
las fundadas por San Vicente de Paul, aparecieron en los hospitales, en
los colegios y en los sitios más abandonados (leprosarios y
enfermos incurables). Las Órdenes antiguas recibieron nuevo
impulso: los jesuitas fueron restaurados; los domnicos de Francia
fueron renovados por el Padre Lacordaire; los benedictinos, por Don
Gueranger.
La Revolución industrial y sus consecuencias en la
vida de las ciudades. En las ciudades industriales, a donde
acudían campesinos y artesanos para trabajar como obreros, se
inventaron nuevas formas de solidaridad y nació el movimiento
obrero. A fines del siglo XVIII, primero en Inglaterra y después
en Europa y en la costa oriental de los Estados Unidos, se
implantó un nuevo sistema de producción, que
cambió la vida diaria de los hombres y provocó una fiebre
industrial.
Durante el siglo XVIII, gracias al desarrollo de los
conocimientos técnicos, a los crecientes intereses
económicos y a la búsqueda de una sociedad más
disciplinada y eficiente, surgieron las fábricas, en las cuales
los obreros desempañaban funciones, de acuerdo con las nuevas
maquinarias. Esto fue posible, gracias a la aplicación de una
nueva energía, el vapr, que puso en movimiento las
máquinas. Sin embargo, para la alimentación y
funcionamiento de esas máquinas seguía siendo necesario
el trabajo humano de hombre, mujeres y niños. Los obreros se
amontonaron en las zonas cercanas a las fábricas y se
formó así la ciudad industrial, en que se vivía un
ritmo artificial, impuesto por la técnica y las máquinas.
Los promotores de este cambio amontonaron riquezas fabulosas. Se
pensaba que el desarrollo material era el gran objetivo de la vida.
Dicha industrialización tuvo gravísimas
consecuencias: el obrero se encontró sólo y aislado y era
observado con sospechas por la policía y los vecinos. El obrero
desconocía el ambiente de la fábrica y sus reglamentos,
que en ocasiones no le dejaban tiempo para comer, descansar y fomentar
sanas amistades. Las condiciones de trabajo eran muy duras: oscuridad y
frío en invierno, asfixia en verano, excesivas horas de trabajo
de sol a sol. Estos hombres, privados de todo, formaron "el
proletariado"....Toda esta situación no podía durar
demasiado tiempo, pues el hombre tiene necesidad de expresar su
libertad y de solidarizarse con los demás...Así nacieron
las primeras organizaciones obreras, que ofrecían remedio para
los males que sufría el obrero. Las corrientes más
influyentes fueron lanzadas en el "Manifiesto Comunista" por Karl Marx
y Federico Engels, en 1848.