HISTORIA DE LA IGLESIA
LA EDAD MEDIA
Del 900 al 1300 d.C.
La abadía de Cluny
Otón
el Grande,
soberano de Alemania, descendió con su ejército a Italia
y fue coronado emperador por el Papa de Roma. Así volvió
a nacer el "Sacro Romano Imperio". Allá por el año 900
las diversas poblaciones europeas vivían muy aisladas entre
sí. Lo mismo sentían los cristianos: la autoridad del
Papa, que lo había mantenido sólidamente unidos, se
había debilitado. Estaba adormecido el ideal de unidad del
imperio de Carlomagno, constituido un siglo antes. Se necesitaba
un personaje capaz de proponer a los pueblos una nueva unidad de todos.
Este personaje necesitaba ser un emperador.
La idea de la unidad en un nuevo sacro imperio romano se
produjo por medio de Otón el Grande. Había subido al
trono de Alenania en 936. Sometió a la nobleza y a los ducados
alemanes. Pero comprendió que esta medida debía
extenderse a otros países, que podían ser reunidos bajo
la guía de un emperador. Pero este proyecto no podía
realizarse sin la Iglesia, porque sólo ésta podía
unir, con su cultura, a muchos pueblos de diferentes modos de pensar.
Otón necesitaba el apoyo decidido del Papa, pues sólo
éste podría coronarlo emperador.
El año 960 el Papa solicitó la ayuda de
Otón contra los enemigos del pontificado. Otón se
preparó cuidadosamente, entró en Roma y fue coronado
emperador por el Papa el 2 de febrero de 962. Quedaba así
reconstruido el "Sacro Romano Imperio", y el destino de la Iglesia
quedaba ligado al del Imperio. Otón podía considerarse,
con justicia, como el sucesor de Carlomagno, a quien trató de
imitar en su política y en el amor a la cultura.
Entre los años 900 y 1100 se produjo un
fenómeno, que era precisamente opuesto al sueño imperial:
nació el feudalismo. Entonces resultó ya muy
difícil el diálogo entre el emperador y las poblaciones,
porque entre él y ellas se encontraban los señores
locales (feudales o feudatarios). Los mismos Obispos eran
también feudatarios y se veían obligados a obedecer a un
señor feudal, y sólo medianamente al Papa. La Iglesia
hizo lo imposible por mantener unidos a los cristianos.
El ideal del Imperio era ser libre y no tener como juez sino al
emperador, ser gobernado sólo por él y pagarle los
tributos sólo a él. Pero entre los años 900-1100
sucedió lo contrario: nació el feudalismo, que se basaba
en el "feudo". Feudo era el contrato por el cual los soberanos y
grandes señores de la Edad Media concedían tierras o
beneficios económicos, con lo cual, quien recibía tierras
o beneficios quedaba obligado a guardar fidelidad de vasallo al donante
y prestarle toda clase de servicios. Cada señor feudal era juez
de sus hombres y campesinos. Se multiplicó así el
números de los poderosos, y los Obispos mismos quedaron
obligados a obedecer a su señor feudal. La difusión del
feudalismo puso en crisis la unidad de la Iglesia.
Los pobladores de los feudos se adaptaron a la nueva
situación y establecieron con los nuevos poderosos lo que
tenían que dar y recibir. En general, eran campesinos, que se
comprometían a cultivar las tierras del señor, a
abastecerlo de leña, a transportar cosas, a trabajar en la
construcción del castillo. Los pleitos eran juzgados por la
asamblea de los habitantes o por el señor mismo. A veces el
pleito era llevado al señor faudal superior o al mismo
emperador. Los productos de la tierra cubrían las necesidades
alimenticias de los habitantes del feudo. El excedente podía
venderse a otros. Al aumentar los bienes, el señor se
hacía más rico y se multiplicaron los mercaderes. Se
establecieron días más convenientes de mercado. Se
construyeron nuevas casas y nacieron las ciudades.
Alrededor del año 900 se fundó en Francia un
importante monasterio: la abadía de Cluny, que dio nueva vida a
la Iglesia y fue origen de muchos otros monasterios. Los monjes eran
personas que se alejaban de su casa y de su ciudad, para entregarse
completamente a Dios en la oración y en el silencio. Los monjes
de Oriente vivían solos en el desierto. Los de Occidente, en
cambio, vivían en comunidad, en monasterios, obedeciendo a un
abad y siguiendo un reglamento o "Regla".
Hacia el año 900 se fundó el monasterio de
Cluny, en Francia. El abad Odón, un monje santo e inteligente,
desarrolló una intensa actividad. Bajo su dirección, la
abadía de Cluny creció rápidamente, pues muchas
personas, atraídas por la fama de su santidad, vinieron a seguir
su ejemplo. Muchos monasterios y aún el Papa mismo pidieron a
Odón que les enseñara su modo de vida.
Así, pues, el abad Odón llegó a
dirigir no sólo su propio monasterio de Cluny, sino muchos
otros, que vivían con el mismo espíritu. Se formó
entonces un conjunto de monasterios que vivían de acuerdo con el
modelo de Cluny y obedecían al abad de Cluny. En esta forma
surgió la figura de un "Superior General", que tenía
cuidado de la conservación del espíritu original de todos
los monasterios afiliados.
La principal actividad de los monjes de Cluny era la
solemne celebración de la liturgia, cantando salmos y recitando
otras oraciones. Introdujeron una especial devoción a los
difiuntos. Tuvieron mucha importancia para la vida de la Iglesia los
estrechos lazos que la abadía de Cluny mantuvo con los Papas.
Había un intenso intercambio, y desde este monasterio empezaron
a elaborarse los primeros proyectos de reforma general de la Iglesia.
El espíritu de cluny se extendió a muchos países
cristianos, como Francia, Italia, España, Alemania e Inglaterra.
Los maestros albañiles, dentro de la nueva vida
cristiana, comenzaron a construir casas, castillos y, sobre todo
iglesias. Se desplazaron por toda Europa: por cnventos, ciudades y
principados. Así nació el gran arte románico, rico
en pintura, escultura y arquitectura.
Muy poco después de año 1000 se produjo,
sobre todo en Italia y Francia, una febril actividad para construir
iglesias y catedrales. Aunque ya había muchas, los cristianos
rivalizaban en la construcción de templos cada vez más
bellos. Este fenómeno impulsó el desarrollo de nuevas
técnicas de construcción y decoración, que
produjeron un nuevo estilo, el románico. Este arte se
difundió rápidamente por España, Italia, Francia y
Alemania, debido a la influencia de artesanos ambulantes que iban
ofreciendo sus servicios en distintos lugares.
En la Edad Media, la construcción de iglesias era
todo un acontecimiento. en el que colaboraban todos los fieles; dando
dinero, acarreando materiales, ofreciendo su trabajo. Esta empresa se
prolongaba, a veces, de generacion en generación, sobre todo en
el caso de la construcción de las grandes catedrales.
El edificio románico es sólido y macizo. Sus
muros son gruesos y las ventanas escasas (las vidrieras se emplearon
sólo hasta despiués del año 1300). En el interior
de las iglesias, la zona del altar (presbiterio) se eleva respecto del
resto del templo, de modo que los fieles pueden ver cómodamente
al sacerdote. Bajo el presbiterio está la cripta, en donde se
conservan las reliquias de Santos. El templo va decorado con pinturas y
esculturas, que dan a conocer al pueblo, en su mayoría iletrado,
la vida de los Santos o los pasajes del Evangelio.
El año 1054 los representantes del Papa abandonaron
Bizancio (Constantinopla), después de excomulgar a su patriarca,
Miguel Cerulario, quien, a su vez los excomulgó. Fue la
separación entre la Iglesia de Oriente y de Occidente. A
principios del año 1000 los cristianos tenían dos
guías espirituales: el Papa, Obispo de Roma, para Occidente; el
Patriarca de Bizancio, para el Oriente. Sin embargo, los Papas
reformadores deseaban establecer una misión universal, de
acuerdo con la antiquísima tradición de la Iglesia, que
reconocía a Pedro como el único jefe supremo.
Desgraciadamente, el noble intento de los Papas se
enredó en cuestiones territoriales, pues los bizantinos no
aceptaban el hecho de que el Papa fuera dueño de ciertos
territorios que los normando les habían arrebatado a ellos. A
esto se añadía la personalidad del Patriarca de Bizancio,
Miguel Cerulario, hombre enérgico, ambicioso y hostil a Roma.
Apenas elegido Patriarca, en 1043, había reclamado las
posesiones bizantinas en Italia que el Papa había recibido de
los normandos. Quería impedir que el Papa recobrara su autoridad
sobre la Iglesia bizantina y desencadenó toda una campaña
contra la Iglesia romana.
La Curia Romana encargó la respuesta al Cardenal
Humberto de Silva, convencido reformador, pero de carácter
arrebatado. Dicho Cardenal pretendía una total sumisión
de la Iglesia oriental a Roma. Entonces el Cardenal de Silva
partió hacia Bizancio. El emperador lo recibió
amablemente, pero el Patriarca Cerulario se mostró totalmente
frío e intensificó su campaña antirromana. El
Cardenal de Silva reaccionó duramente; excomulgó
so,emnemente al Patriarca. Cerulario correspondió a aquella
violencia con igual rigor y excomulgó al Cardenal de Silva y a
sus colaboradores. Se inició entonces una dolorosa
separación entre la Iglesia latina y la Iglesia Bizantina, que
ha durado hasta el presente y que fue aliviada un tanto por el Papa
Pablo VI.
Hildebrando, un monje de gran fe e iniciativa, fue llamado
a Roma al servicio del Papa. Se convirtió, a su vez, en el Papa
Gregorio VII. El monje Hildebrando, después Gregorio VII, es uno
de los Papas más importantes de la historia de la Iglesia.
Nació entre 1019 y 1030. Se educó en un monasterio de
Roma y pasó al servicio del Papa. Entró de monje en la
abadía de Cluny, pero el Papa lo llamó a Roma.
Aquí Hildebrando se hizo de muchos amigos que deseaban la
renovación de la Iglesia. Fue muy estimado por los Papas.
Mientras se desarrollaban los funerales de su antecesor,
Hildebrando fue elegido Papa. Siendo ya Papa, defendió la vida
monástica con su mentalidad abierta, abrazó a todos bajo
un gran ideal. Pensaba que la autoridad suprema era el Papa y no el
emperador, y que todos los cristianos estaban llamados a luchar por la
paz, la justicia y el amor de Dios. Se preocupó, por eso, de
todo el Occidente cristiano y se sintió responsable de todos.
A Gregorio VII se le opuso el emperador Enrique IV, que
quería tener el derecho de elegir por sí mismo a los
Obispos en Alemania. El emperador tuvo que ir como peregrino hasta
Canosa (en Toscana, Italia) para obtener el perdón del Papa. El
emperador insistía en elegir por sí mismo a los Obispos
alemanes, al mismo tiempo que les confiaba ciertas regiones, por lo
cual los Obispos, así elegidos, se preocupaban más de sus
tierras que de las almas. El Papa se opuso decididamente a tal
práctica, excomulgó a los rebeldes, entre ellos al
emperador. En traje de peregrino, el emperador tuvo que presentarse
ante el Papa, a fin de que lo perdonara. Al tecrcer día
levantí la excomunión y lo admitió de nuevo en el
seno de la Iglesia. Pero Enrique IV había procedido con
hipocresía ante el Papa en Canosa. Esperó sólo un
poco hasta afianzarse en el poder y volvió a la costumbre
ilegítima de elegir a los Obispos que quería. Entonces
Gregorio VII volvió a excomulgar a Enrique IV, quien se
dirigió a Roma para atacar al Papa. Los normandos acudieron en
ayuda del Pontífice, pero éste consideró que no
podía seguir viviendo en Roma y se desterró a Salerno,
donde pocos meses después murió. Dice un historiador: "El
Papa vencido venció mediante sus sucesores".
El sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo se hallaba
en poder de los musulmanes. En los cristianos nació el deseo de
reconquistarlo. Para ayudar al Emperador de Oriente a la
reunificación de la Iglesia de Oriente con la de Occidente, el
Papa Urbano II aprobó la primera cruzada. El Papa Urbano II
exhortó a los caballeros cristianos a defender a la Iglesia de
Oriente, amenazada por los turcos (mahometanos), y a reconquistar "el
Santo Sepulcro". En 1095 convocó la primera cruzada. Los
caballeros y la gente común respondieron con entusiasmo.
Si se quiere comprender ese entusiasmo, hay que considerar
la importancia que por entonces tenían las peregrinaciones. Para
los cristianos, Jerusalén era un devoto y romántico
destino de peregrinación. En aquel largo viaje, los peregrinos
pedían perdón de sus pecados, y la Iglesia les aseguraba
que su actitud de penitencia era agradable a Dios. Llevaban una bolsa y
un bastón, y en la cruzada, además, una espada.
La cruzada tenía un gran sentido religioso:
convertir el Santo Sepulcro en un centro de cristianismo. Los
caballeros invitados por el Papa habían reunido su propio
ejército. Desgraciadamente, los príncipes buscaban, no el
sentido religioso, sino su propio interés; hubo episodios de
codicia y crueldad. La conquista de Jerusalén por los cruzados
en 1099 no fue la señal de unidad con la Iglesia de Oriente,
como el Papa Urbano II había esperado.
La segunda cruzada se realizó unos 50 años
después de la primera. San Bernardo había predicado esta
cruzada. El rey de Francia y el emperador de Alemania, con grandes
ejércitos y acompañados por sus respectivos
príncipes y Obispos, partieron hacia el Oriente. Pero ambos
soberanos, olvidando el carávter religioso de la cruzada,
procuraron sus propios intereses y desconfiaron el uno del otro; se
produjeron saqueos y violencias. Llegaron a Jerusalén en 1148.
Pero cuando quisieron tomar la capital musulmana de Damasco, fueron
rechazados y tuvieron que retirarse humillados. La avidez de los
poderosos y sus mutuas desconfianzas y luchas demostraron que la
cruzada no estaba sostenida ya por el espíritu religioso. San
Bernardo dejó entrever, en un escrito redactado inmediatamente
después de la segunda cruzada, su amargura y sufrimiento por el
fracaso de aquella empresa.
Alrededor del año 1100, la Iglesia se vio
enriquecida por nuevas órdenes religiosas. Entre ellas se
encontraba la de los Cartujos. San Bruno, alemán de Colonia,
fundó en Francia "la Gran Cartuja". Allá por el
año 1100, especialmente por los deseos de renovación en
la Iglesia, se difundió en diferentes clases de la
población cristiana el deseo de vivir en una forma sencilla, de
acuerdo con el Evangelio. Muchas personas se retiraron a la soledad.
Fue un movimiento de masas que se organizó lentamente y que dio
origen a nuevas fundaciones religiosas.
"La Gran Cartuja" fue fundada por San Bruno, sacerdote de
Colonia (Alemania). Él dirigía la escuela de la Catedral
de Reims (Francia), donde tuvo como alumno al futuro Papa Urbano II.
Bruno tuvo algunas dificultades con el Obispo de Reims y se
retiró del mundo para vivir en soledad. Se fue, pues, con unos
amigos, al valle de Chartreux, una región de Francia (de donde
viene el nombre de "la Cartuja" y de "monjes cartujos"). Allí
permaneció hasta 1090, cuando el Papa Urbano II lo llamó
para que colaborara en la actividad reformista de la Iglesia. Pero esto
no le agradó a Bruno. Obtuvo permiso del Papa para retirarse a
la vida solitaria. Se estableció en el sur de Italia, en donde
fundó el monasterio de Santa María de la Ermita. Bruno no
dejó ninguna "regla" escrita. Sin embargo, el abad de la
Cartuja, inspirado en la vida de San Bruno, hizo un reglamento, fundado
en la vida solitaria y en la absoluta pobreza.
Hacia 1111, Bernardo de Claraval, noble caballero de
Borgoña (Francia), decidió hacerse monje cisterciense.
Con su arrolladora personalidad convenció a treinta parientes
suyos para que lo siguieran. Bernardo nació en Dijon, en los
límites de Francia y Alemania, el año 1090. En el
castillo de sus padres pasó los primeros años. Su madre,
cuando aún esperaba el nacimiento de su hijo, tuvo un
sueño: su hijo estaba llamado a una gran misión en la
Iglesia. Por eso, cuando su hijo comenzó a crecer, ella
trató de inducirlo a una vida de oración y hacia la
carrera eclesiástica. Pero Bernardo no le hacía mucho
caso: le agradaba la vida del castillo y las cabalgatas y
cacerías por los alrededores. Aistió a la escuela. En
1103 murió su madre. A los veinte años, Bernardo se
preguntó sobre su porvenir, entre dudas e indecisiones.
Finalmente, en la noche de Navidad tuvo una visión del
Niño Jesús. De inmediato decidió hacerse monje,
pero no se fue solo, sino que convenció a cuatro de sus hermanos
y a veintiséis parientes y conocidos. En 1112 llegaron al
monasterio del Cister (de ahí, el nombre de los monjes,
"cistercienses"). El abad Esteban se negó a recibir a toda
aquella tropa, pero, convencido por la insistencia y elocuencia de
Bernardo, los aceptó por fin en su monasterio.
Como no había lugar para tantas personas, apenas
terminaron el año de noviciado, varios monjes tuvieron que
partir a diversos monasterios. En 1115 Bernardo partió en
dirección a Claraval para fundar un nuevo monasterio.
Aquí construyeron una iglesia románica, muy sencilla, y
la dedicaron a la Santísima Virgen María, de quien
Bernardo era muy devoto. Terminada la construcción del
monasterio, Bernardo fue consagrado como abad.
Como abab de Claraval, Bernardo fue uno de los abades que
en 1119 firmaron la regla de la orden cisterciense aprobada por el
Papa. En este documento recalcaron su voluntad de observar la regla de
San Benito en su espíri tu original. Se introdujo de
nuevo el
trabajo manual, se insitió en el alejamiento del mundo y se
dedicó una mayor atención a los pobres y a los huumildes.
Bernardo fundó personalmente unos sesenta y seis monasterios y
con su prestigio facilitó la difusión de la orden por
todo Europa.
San Bernardo deseaba que el arte fuera sencillo, sin
demasiados ornamentos. Así nació "el románico
cisterciense". Era, además, un hombre de gran cultura. Fue el
mayor representante del movimiento conocido como "humanismo
monástico". San Bernardo contribuyó a la
renovación espiritual de la Iglesia y también a su arte.
Se preocupó de que los monasterios e iglesias fueran sencillos y
pobres. Procuró, además, que las decoraciones e
imágenes no fueran demasiado numerosas, sino pocas y llenas de
sentido, para que ayudaran a la meditación de los monjes y de
los fieles. Dio una notable preferencia a las imágenes de la
Santísima Virgen María. Todo este modo de
construcción y decoración es conocido como
"románico cisterciense".
Lo mismo que la ciencia, también en la vida de la
Iglesia fue apareciendo una época nueva: las Iglesias locales,
favorecidas por el Papa Adriano IV, empezaron a tomar importancia. El
espíritu de una fe renovada (que tanto predicó San
Bernardo) se difundió entre la gente. Para conservar la
sencillez de la vida cristiana, la Iglesia necesitaba ser independiente
del poder político, aún cuando debía respetar a
las autoridades. En todos los países la Iglesia debe vivir con
libertad respecto de los hombres poderosos del lugar. Y en los
diferentes países la Iglesia tiene que manifestar
características diferentes, de acuerdo con el modo de vida y la
cultura de cada país. Por ejemplo: ¡qué diferentes
son las iglesias escandinavas, sepultadas bajo la nieve, de las
iglesias irlandesas y de las iglesias españolas!. No se trata de
divisiones que rompan la unidad, sino de diversidades de modos de vida
de todos los pueblos, que viven en profunda unidad y forman una sola
Iglesia.
Adriano IV, el único Papa inglés, se dio
cuenta de que la unidad de la Iglesia podía ser ayudada (y no
obstaculizada) mediante la formación de Iglesias locales, con
personalidad propia, en los distintos países. Estas iglesias
locales, con sus características propias, estarían
más ligadas con su respectivo país y con sus habitantes.
El Papa Adriano IV reforzó la autoridad de los Obispos de
Irlanda, Escocia y España. Evitó guerras y divisiones y
así favoeció el desarrollo de la Iglesia en los distintos
países. Firmó dos tratados: con los normandos de Sicilia
y con los ingleses, mediante los cuales obtuvo la independencia de los
Obispos respecto de las autoridades estatales.
El Papa Inocencio III dedicó su vida a predicar que
el Evangelio es para todos los hombres, para todo el mundo.
Trabajó para que hubiera paz en el mundo y para que en la
Iglesia hubiera pobreza y castidad. Reunió en Roma el mayor
Concilio hasta entonces celebrado.
Lotario comenzó sus estudios en Roma y los
completó en París. Enseguida fue a Bolonia para aprender
derecho. Antes de cumplir los cuarenta años, fue elegido Papa y
escogió por nombre el de Inocencio III. Inmediatamente
comprendió que si su objetivo era anunciar el Evangelio,
hacía falta la paz en el mundo entero. Comenzó por poner
en orden los Estados Pontificios, donde buen número de Obispos y
sacerdotes estaban muy apegados al dinero y a la buena vida. Una vez
que logró esto, encontró dos cosas que le dolían
mucho: que los países cristianos se hicieran la guerra y que la
Iglesia Occidental y la Iglesia Oriental estuvieran separadas.
Así pues, Inocencio III trabajó por obtener
la paz en los estados cristianos y obtuvo buenos resultados.
Trató de lograr la unificación con la Iglesia de Oriente,
pero no tuvo éxito. Entonces llamó a Roma, de todas
partes del mundo cristiano, a cientos de Obispos, abades, enviados de
los reyes y personas importantes, que pudieran influir en la vida de la
Iglesia y de los pueblos. Se trató, además, de la fe y de
la vida práctica en la Iglesia y de la unificación con la
Iglesia de Oriente. Esta importante asamblea es conocida como el
Concilio de Letrán IV. Sin embargo, Inocencio III no pudo ver
realizados sus esfuerzos de unificación con la Iglesia del
Oriente, pues murió inmediatamente después de terminado
el Concilio.
En 1206, Domingo de Guzman se presentó ante el Papa
Inocencio III para pedirle permiso de predicarles a los herejes.
Nació entonces un nuevo tipo de orden religiosa, no alejada del
mundo, sino en íntima relación con las personas. Los
dominicos serán estudiosos y predicadores: serán la Orden
de Predicadores.
Domingo de Guzmán se presentó ante el Papa
Inocencio III en 1206. Había recorrido la parte sur de Francia y
se había desilucionado de la forma como se les predicaba la
religión a los herejes. Los herejes querían sencillez y
pobreza; los predicadores de la Iglesia les hablaban con palabras muy
eruditas y llevaban vestidos muy lujosos. Así no se podía
lograr ninguna conversión.
El Papa comprendió el valor de Domingo y lo
envió a predicar el Evangelio en el sur de Francia. Junto con
algunos compañeros, comenzó a predicarles a los herejes
con humildad y claridad y viviendo en una forma sencilla.
Resolvían las dificultades que los herejes tenían y
hacían suyas sus preocupaciones. Pero insistían en que
debían vivir en la comunidad de la Iglesia. En 1214 cuando
tenóa ya bastantes compañeros, fundó una comunidad
en Toulouse (Francia) y el año siguiente fue a ver al Papa para
que reconociera su fundación. Con la aprobación
pontificia nació oficialmente "la Orden de Predicadores" (o
"Dominicos" por Santo Domingo). Domingo envió
inmediatamente a algunos de sus compañeros a las universidades
de Paría y Bolonia para que profundizaran sus conocimientos
culturales y teológicos, necesarios para la predicación y
la enseñanza de la fe verdadera. En 128 Santo Domingo se
estableció en Roma, instaló ahí el cuartel general
de su Orden, que ya entonces se difundía prodigiosamente. En
1219 se efectuó la primera asamblea general de la Orden: los
hermanos predicadores se comprometieron a vivir en pobreza y de
limosnas. Santo Domingo murió en 1221.
Francisco de Asís es el Santo que dio mayor vida al
ideal de sencillez y pobreza cristiana. Obtuvo del Papa la
aprobación de un reglamento para él y sus
compañeros. Francisco nació en Asís (Italia), de
una familia rica. Era sencible, inteligente, intuitivo y con talento
musical. Aspiraba a una vida de noble caballero, pero a los veinte
años comprendió que Dios no quería eso de
él...Regresaba un día a su casa y un leproso le
pidió limosna. Francisco bajó del caballo, le dio dinero
y lo abrazó...Sintió un gran consuelo y fortaleza...Luego
se refugió en un templo, se dedicó a la oración y
a reparar el templo. Pero se dieron cuenta de su cambio, y los que
antes lo envidiaban, ahora se burlaban de él. Su padre se
indignó y quiso desheredarlo. Pero Francisco estaba decidido.
Algunos jóvenes empezaron a seguirlo. Él los
recibió y los enseñó a orar, a imitar a Cristo y a
ser pobres. Fuera de sus tiempos de oración, se dedicaban
apredicar el Evangelio en las ciudades y en los campos. En 1210,
Francisco y sus compañeros se dirigieron a Roma. El Papa
Inocencio III dudó en darles su aprobación, pero en la
noche tuvo un sueño en que vio que la Iglesia se tambaleaba y
que el pobre y humilde Francisco la sostenía para que no
cayera...Al día siguiente, el Papa concedió la
aprobación a Francisco: así nació la Orden
Franciscana, caracterizada por su amor a la humildad, la paz y la
pobreza, por su entrega a los pobres y por su amor a Cristo.
Francisco y su compañeros regresaron a Asís,
pero ya había comenzado a difundirse la fama del "Pobrecillo de
Asís". Muchos querían imitar su vida. Por eso, Francisco
tuvo que ocuparse en darles un reglamento y una estructura
sólida. Pero el deseo íntimo del "pobrecillo· era
dirigirse a África y al Oriente, para predicar el Evangelio.
Volvió a Italia en 1224 y se retiró a la soledad para
hacer oración y penitencia, pero estaba ya muy enfermo y casi
ciego. Fue llevado a Asís por toda una multitud. Hizo su
testamento, en que recomendaba a sus hermanos la más completa
pobreza y obediencia al Papa y les pedía que lo enterraran
desnudo. Al morir Francisco, su Orden contaba con 10,000 miembros.
La mujer tuvo gran importancia en la sociedad, y en la
sociedad y en la Iglesia a principios de 1200. Un ilustre ejemplo de
ello es Santa Clara. Las mujeres nobles podían recibir un
"feudo" (una región o territorio), podían poseer tierras
y administrarlas. Por esta razón, algunos príncipes
buscaban casarse con mujeres ricas. Ya casada, la mujer gobernaba la
casa, que no sólo era el hogar, sino un centro de
producción (pan, manteca, queso, tejidos, velas...)
Recibía a los huéspedes y atendía a los
pobres y mendigos que se presentaban en la casa.
La mayoría de las mujeres del pueblo llevaban una
vida todavía más ocupada, tanto en el campo como en la
ciudad. En la ciudad, la mujer ayudaba a su marido en su negocio y, en
ocasiones, desempeñaba una actividad independiente. En el campo,
la mujer tenía que hilar, tejer lavar la ropa. Cuidaba los
animales de corral y preparaba los alimentos.
En la vida de la Iglesia la mujer adquirió nueva
importancia. Había grandes escritoras religiosas. Pero lo que
más contribuyó a la promoción de la mujeres en la
Iglesia fue el movimiento franciscano. Al lado de los franciscanos, se
fundó una Orden femenina, que hizo posible a las mujeres una
vida distinta.
La fundadora de la Orden femenina fue Clara, joven noble de
Asís, que sentía gran admiración por Francisco.
Una vez que obtuvo el consentimiento de éste y superó las
objeciones familiares, Clara se estableció en el templo que
Francisco había reconstruido. Esta Orden franciscana se
extendió rápidamente y contó entre sus miembros a
toda clase de mujeres: humildes, princesas y reinas. Cuando Santa Clara
murió, estuvieron en su cabecera algunos de los
discípulos más destacados de San Francisco, que
veían a Clara a la perfecta discípula del maestro, pues
habñia conservado los ideales de alejamiento del mundo, de
pobreza y de amor a sus hermanos.
Durante los primeros años del siglo XIII
surgió un hecho extraordinario: el nacimiento de las primeras
universidades (París, Bolonia, Orford, etc). En el siglo XII,
maestros famosos habían contribuido a la ampliación de la
cultura, estableciendo contacto con la cultura árabe.
Además, los "canónigos regulares" habían fundado
escuelas en las ciudades, que estaban muy relacionadas con las
catedrales. Antes del año 1150, para estudiar había que
ir a los monasterios; pero desde esa fecha se podían frecuentar
las escuelas de la ciudad. La más famosa de todas ellas fueron
París, Bolonia y Orford.
A estos centros de estudio llegaban maestros y estudiantes
de todo el mundo cristiano en tal cantidad, que tenían que
alojarse en casas de las familias del lugar. Se fundaron hospicios y
colegios para los estudiantes más pobres. En París, por
ejemplo, Roberto de Sorbón fundó un colegio, que
debía de ser famosísimo con el tiempo: la universidad de
la Sorbona. Además, las autoridades civiles y religiosas
establecieron leyes para garantizar los derechos y deberes de los
estudiantes.
París se había convertido en el centro
estudiantil más famoso de Occidente. El rey libró a los
estudiantes de la jurisdicción civil y eclesiástica.
Roma, por su parte, concedió un reglamento particular a todos
los maestros y estudiantes de París. En esta forma, la escuela
se convertía en una institución autónoma, y los
maestros y estudiantes formaban un cuerpo social oficialmente
reconocido y con una legislación propia. Los maestros
tenían que pertenecer al clero.
En aquella escuela enseñaban "todos" los
conocimientos de entonces, y por eso se les llamaba "universidad".
París fue la primera universidad en la historia. En 1200
tenía cuatro facultades: Filosofía, Derecho,
Teología y Medicina. La universidad de París estaba
dividida en cuanto al origen de sus estudiantes, que provenían
de todas las naciones cristianas. La presencia de tan diversos maestros
y estudiantes y el intercembio entre las distintas universidades
enriqueció enormemente la vida cultural del siglo XIII.
Algunos grandes maestros fueron muy importantes en la vida
de las nuevas universidades. Uno de ellos fue Tomás de Aquino.
Tomás nació cerca de Aquino, pequeña
población de Italia, en 1225. A los cinco años fue
presentado por su padre en la famosa abadía de Montecasino, en
donde permaneció durante cinco años. En 1235 lo enviaron
a la universidad de Nápoles, ya para entonces famosa y que
servía de una de puente la cultura latina y la árabe.
Ahí conoció a los hermanos de la Orden de Predicadores, a
los cuales se unió en 1244. No buscaba Tomás la fama de
un gran monasterio, sino la vida pobre y humilde al servicio de la
Iglesia.
Los superiores advirtieron la enorme inteligencia de
Tomás y lo enviaron a París para que continuara sus
estudios. En París le había preparado el terreno otro
dominico ("hermano predicador"), el alemán Alberto de Colonia,
que por sus grandes conocimientos sería llamado "San Alberto
Magno". Alberto captó inmeditamente los alcances de Tomás
y lo asocio a su gran proyecto: dar a entender el pensamiento de los
griegos de la antiguedad (los clásicos), tal como lo
había sintetizado el gran filósofo Aristóteles.
Este filósofo olvidado por los europeos, había sido
descubierto por los árabes. Había que profundizar y
sintetizadam
Tomás permaneció tres años en
París como estudiante. Siguió a su maestro a Colonia
(Alemania). Regresó a París en 1252, donde comenzó
a desarrollar su pensamiento; sintetizar todos los valores humanos y
enraizarlos en la fe cristiana. En esto fue genial. Santo Tomás
de Aquino murió el año 1274.
A partir de 1150, Francia se convirtió en un gran
centro de renovación de la cultura de Occidente. Nació un
nuevo estilo en el arte y la arquitectura: el arte gótico. El
arte gótico señaló un paso hacia los nuevos
valores de la armonía y la proporción. La Iglesia
gótica trataba de ser una pequeña imitación del
universo y recalvaba una tendencia hacia lo alto. Era una atrevida
arquitectura, que se hizo posible mediante el conocimiento de
técnicas nuevas y de las ciencias matenáticas.
Las iglesias románica fueron proyectadas por
maestros albañiles durante el proceso mismo de su
construcción. En cambio, las iglesias góticas eran
proyectadas primero con planos y cálculos, por lo que hoy
llamados "arquitectos". Los pilares se afinaron. Las paredes laterales
se aligeraron mediante la apertura de grande ventanales. Así se
expresó el nuevo pensamiento cristiano de que Dios viene a
encontrarnos en la luz. Era una incesante búsqueda de luz,
muchas veces en grandes vidrieras multicolores, los "vitrales".
En Francia, el gótico nació después
del año 1150 (catedrales de chartres, Reims, Nuestra
Señora de París....). En Inglaterra, el arte
gótico penetró con la reconstrucción de la
Catedral de Canterbury. La riqueza ornamental, contrapuesta con la
simplicidad normanda, les gustó mucho a los ingleses. San
Alberto Magno impulsó decididamente el arte gótico en
Alemania. A principios de 1200 el arrte gótico se
extendió por todo el occidente cristiano, aunque en forma lenta
y variada.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)