LA ASUNCIÓN DE
MARÍA
15 de agosto
Siglo I d.C.
La fiesta
de la dormición (koisimis) de María, puesta en el siglo
VI por el emperador Mauricio a todo el Imperio romano, fue celebrada en
Roma en tiempos del papa Sergio, en el siglo VII, con el nombre de
"Pausatio", junto con las demás fiestas marianas
(purificación, anunciación, natividad). Sólo en el
siglo VIII recibió el título de Asunción de la
bienaventurada virgen María en el sacramentario gregoriano
("Sufrió la muerte, pero no estuvo sujeta a sus lazos").
Aunque en el siglo V los relatos apócrifos sobre el
"Tránsito de María" trataban de describir cómo
sucedió la muerte de María, sólo la
tradición ininterrumpida de la Iglesia, testimoniada por
Gregorio de Tours y luego por los demás padres (San Modesto de
Jerusalén), es corroborada por el hecho de que nunca fue
venerada en la antigüedad una verdadera reliquia del cuerpo de
María. Ni siquiera en Éfeso, donde parece más
probable que ocurriera su muerte, tanto más cuanto que en el
Concilio celebrado allí se hizo una alusión indirecta a
su culto.
La creencia universal de este acontecimiento ha sido
confirmada por la respuesta afirmativa de todo el episcopado
católico consultado en el 1946 por Pío XII, que
autenticaba el "sensus fidelium" con la definición
dogmática del 1 de noviembre de 1950 (“Munificentissimus Deus”):
"Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación
divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María,
cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la
gloria celeste".