BEATA JUTA DE HUY
13 de enero
1228 d.C.
Nació en Huy
(Bélgica); era hija de un funcionario de la corte episcopal de
Lieja. Tenía trece años cuando la prometieron. Fue
inútil que rogara que no la diesen en matrimonio, y por
obediencia filial tuvo que aceptar. Sin embargo su pensamiento
seguía sólo en Dios, y así se encontraba dividida.
El marido le cobró cierta aversión, por lo que la vida de
Iutta se tornó sin consuelo. Del matrimonio nacieron tres hijos.
Se quedó viuda
a los 18 años y tuvo que vencer la resistencia de sus padres que
la querían recasar de nuevo. Educó a sus hijos con la
gracia de Dios, y se volcó completamente en la oración,
aunque no le faltaron los signos diabólicos y las tentaciones,
las que supo vencer en su estado orante. Dios le dio la gracia de
escuchar las oraciones que hacía por la conversión de su
padre, y este llegó a seguir él mismo una vocación
monástica. Cuidó también a los leprosos del
lazareto de Huy, curaba a los enfermos y enterraba a los muertos,
así durante once años; gracias a ella se construyeron
nuevas enfermerías y una iglesia apropiada.
Por fin se
recluyó en una celda en Huy sur Meuse en Lieja (Bélgica);
vivió como ermitaña durante 40 años y fue famosa
por el discernimiento de espíritus y por sus buenos consejos.
Brilló por completo su humildad, y por la cantidad de milagros
que se obraban por su oración. Contando unos setenta
años, y precedida de algunos signos milagrosos, entregó
su alma al Señor el 13 de enero del año 1228, fue
inmediatamente reconocida por todos como santa, y su culto se
extendió por toda la región.
Se encuentra en los santorales escasísima información
acerca de santa Iutta, a pesar de que existe un extenso y bien
conservado relato de su vida hecho por un contemporáneo y
pariente suyo, Hugo de Florencia, canónigo premonstratense,
quien narró la vida de la santa al año siguiente de su
muerte. Su culto es litúrgico y local.