El 22 de julio de 1936 Justo fue detenido con
todos los miembros de la comunidad oblata de Pozuelo y hecho prisionero
en su propio convento. Dos días más tarde es conducido a
la Dirección General de Seguridad en Madrid y puesto en libertad
al día siguiente. Vive en la clandestinidad, refugiándose
en diversas casas. Gracias a su hermano benedictino, sabemos algo de
sus idas y venidas por aquel Madrid alborotado y hostil con todo lo
religioso. Había que protegerse y Justo acude primero a casa de
un hermano suyo que vive en la Travesía del Horno de la Mata 7.
Veamos el relato de Pedro:
“Mi hermano fue a casa de nuestro hermano Raimundo. Estuvo
oculto en ella durante nueve días, hasta que los comentarios de
la vecindad hacían peligrar, tanto la vida de Justo como la de
su hermano y esposa Teresa. Por esta razón, Teresa llevó
a mi hermano Justo a la casa provincial de los Oblatos, donde lo
acogieron, y estuvo allí hasta el día siguiente en que
pasó a una pensión cuyos dueños eran conocidos de
Raimundo. Mi hermano Justo conocía esa pensión porque
daba clases de música a uno de los hijos de los dueños.
En allí estuvo durante dos meses y medio: desde el 1 de agosto
al 15 de octubre de 1936. Lo detuvieron como consecuencia de un
registro general y lo llevaron a la cárcel Modelo”.
Allí en la cárcel Modelo de
Madrid se encontró con sus hermanos Oblatos. Después de
un mes, lo trasladan al colegio escolapio de de San Antón que
había sido convertido en cárcel. Fue su última
mansión. En una de las “sacas” de la noche del 27 al 28 de
noviembre formó parte, como varios de sus hermanos Oblatos, de
la lista de quienes, bajo apariencia de ser puestos en libertad, fueron
llevados a Parauellos del Jarama para ser ejecutados.