BEATO JULIO
8 de julio
1601 d.C.
Nació en Nardò (Lecce, Italia) en el seno de una noble
familia. Fue educado en letras, ciencias y particularmente en
música a la que era muy inclinado. En su juventud, iluminado por
el Espíritu Santo, distribuyó sus bienes a los pobres,
dejó la casa paterna y su ciudad y vestido con el sayal de
peregrino, se marchó hacia la Campania, para encontrar el lugar
idóneo para vivir su deseo de soledad. Después de un
cierto tiempo encontró un pequeño valle en el macizo de
Partenio en Irpinia y junto con otro eremita de nombre Juan, empezaron
a vivir una vida de mortificación dedicados a la oración.
Su presencia y
santidad de vida, atrajo a muchas personas, entre ellas los nobles
Carafa, feudatarios del lugar, que admirados, construyeron para los dos
eremitas un eremo y una iglesia dedicada a la Virgen Incoronada. El
eremo y el santuario, el papa Gregorio XIII se confío a los
benedictinos camaldulenses. Pero como Julio había llegado a ser
demasiado conocido y se pensaba en la posibilidad que fuera
nombrado superior de la comunidad, él para regresar a la
soledad, dejó el eremo y marchó a la abadía de
Montevergine, no muy lejana, y fue acogido con alegría por los
monjes.
Aquí vivió a la sombra de la Virgen, como un monje
más, dedicándose con celo al decoro del Santuario, a
actuar como organista durante 24 años. Por humildad no quiso ser
ordenado sacerdote, y antes de morir, pidió a sus superiores,
ser sepultado bajo el pavimento de la capilla de la Virgen, para
así ser pisado por los peregrinos, como el más grande de
los pecadores. Su deseo fue escuchado. Su cuerpo permanece incorrupto y
tiene culto popular.