Nació en
Nawajowa (Nowy Sacz), Polonia. Pronto quedó huérfana de
padre y madre y fue acogida en el convento por las Hermanas de Santo
Domingo de la Congregación fundada por Kolumba Bialecka. En 1918
inició el noviciado en el convento y un año
después hizo la profesión religiosa. Fue destinada a
trabajar en un orfanato. En 1922 la nombraron directora y profesora del
orfanato de Wilno y de otro orfanato inaugurado en 1934. Todas las
personas la recuerdan como una mujer bondadosa y dedicada a los
niños pobres y abandonados.
En 1939, Wilno fue
ocupada por los soviéticos, después pasó a
Lituania, e incorporada en 1940 a la Unión Soviética. En
1941 se produjo la ocupación alemana, y todos los conventos
fueron cerrados y dispersados todos los religiosos. La hermana Julia
pudo escapar de los perseguidores para ser útil a los
encarcelados: iba a la prisión y llevaba comida de contrabando a
los sacerdotes. Se rumoreaba que las hermanas escondían
clandestinamente a los judíos. En 1943 fue arrestada por la
Gestapo en Lukiszki, Wilno. Durante un año sufrió
torturas y vejaciones. En 1944 fue trasladada a la cárcel del
campo de concentración de Stutthof, en las cercanías de
Gdansk. Al llegar al campo abusaron de ellas, y a ella la metieron en
el sector judío. Allí pasó hambre, fue objeto de
torturas, en medio de un terror enorme, obligada a trabajos forzados
hasta la extenuación y el sadismo.
Con sus
compañeras de prisión, todas judías, rezaba con
ellas, y compartía con ellas su generosidad, su comida y su
esperanza. En 1944 se destinó un sector del campo para las que
padecían tifus, y ella se ofreció para cuidarlas y
acompañarlas en la muerte. Salvó a una mujer y a un
hombre de que murieran, la mujer, a la que se la había dado por
muerta, consiguió salvarla antes de que la llevaran al horno
crematorio, y al hombre, con una carta impidió que se suicidara.
Cuando fue liberado el campo de concentración en 1945, Julia
estaba agonizando. Es la
única hermana dominica comprendida en el numeroso grupo de 108
mártires polacos, beatificados por SS Juan Pablo II el 13 de
junio de 1999.