BEATO JULIÁN
MAUNOIR
28 de enero
1683 d.C.

Nació en Saint-Georges-de-Reitembault en Francia. Recibió
una educación religiosa de sus padres; se hizo jesuita en
el 1625. Después de recibir la ordenación sacerdotal en
el 1637 deseaba marchar como misionero al Canadá, pero su
destino fue Bretaña, la región de Cornualles:
aprendió maravillosamente la lengua y predicó con tanta
eficacia que en dos años evangelizó a 30.000 personas.
Cuando el P. Maunoir empezó a trabajar en la Bretaña, en
1640, había sólo otros dos misioneros. A su muerte,
ocurrida cuarenta y tres años más tarde, había
más de mil.
La realidad es que
hubo apenas un puñado de jesuitas, de los que la mayoría
eran bretones, y un fuerte contingente del clero bretón que
cooperó con los padres de la Compañía y se
sometió espontáneamente a la rigurosa disciplina que les
impuso el P. Maunoir.
La tarea
consistía, ante todo, en la instrucción religiosa; "la
predicación emocional", capaz de arrastrar a las multitudes en
un momento dado, sólo se empleó como instrumento
secundario. Los misioneros se ayudaban en su tarea con imágenes
en colores, algunas de las cuales se conservan todavía en la
biblioteca de Quimper. Se trataba de ilustraciones de la Pasión,
del Padre nuestro, de los pecados capitales, etc., bajo las diferentes
alegorías del Caballero Errante, de las Seis Ciudades de
Refugio, de Los Tres árboles... Con esto, se despertaba la
imaginación popular y las cualidades poéticas del
espíritu humano.
Las imágenes,
lo vivencial y el sentido del humor de los comentarios hechos por los
misioneros es lo que hacía pensar a Henri Brémond en
Bunyan. Pero además, había representaciones con cuadros
plásticos vivientes. De ahí se originaron las famosas
procesiones en las que se representaba, por ejemplo, la Pasión
del Señor. El P. Maunoir predicaba y los actores encarnaban su
palabra, en tanto que "los oyentes sollozaban de emoción".
Algunos se quejaron de la emotividad de tales actos, pero los obispos
bretones apoyaron al misionero. Otro de los métodos era el
empleo de cantos religiosos, de los cuales algunos eran ya
tradicionales y otros habían sido compuestos por el mismo P.
Maunoir. Lo cierto es que Julián tenía el don de
versificar con gran sentimiento y que los cánticos religiosos
constituían un factor importante en las misiones bretonas. Al
empleo del idioma local se añadía la devoción a
los santos bretones de la antigüedad. La región de San
Corentin, en la diócesis de Quimper, fue el campo predilecto del
P. Maunoir.
Como la leyenda de los Santos celtas está llena de milagros
-algunos de ellos conmovedores, otros fantásticos y aun poco
edificantes entre los realmente convincentes-, así la
evangelización llevada a cabo por Julián, fue apoyada por
numerosos milagros y prodigios. Trabajó así durante 40
años con la ayuda de un grupo de sacerdotes diocesanos y
murió exhausto en Plévin. Los peregrinos acudieron en
masa a besar aquellos pies que habían viajado por toda la
Bretaña y llevaron hasta sus últimos rincones el mensaje
evangélico. Fue beatificado por SS Pío XII el
20 de mayo de 1951.