BEATA JULIANA KIM YEON-IN
2 de julio
1801 d.C.



   Esta coreana nació en el seno de una familia humilde. En Seúl conoció la doctrina cristiana por la beata Ágata Han Sin-ae y fue bautizada por el beato Santiago Zhou Wen-mo, presso la casa en la casa de la catequista beata Columba Kang Wan-suk.

   Como toda aquella primera comunidad cristiana coreana, profundizó su fe mediante el estudio del Catecismo, la oración y el sacramento de la Eucaristía; fue muy conocida entre los fieles. Su misión evangelizadora la llevaron a Yangjegung o Pyegung, el lugar donde se establecían los miembros de la familia real y las damas de la Corte, cuando dejaban sus menesteres en palacio. Hizo amistad con las propietarias del Yangjegung, María Song (emparentada con la realeza), su nuera Maria Sin y con la dama la beata Susana Kang Gyeong-bok y a menudo las invitaba la Misa celebrada por el padre Santiago. Mediante esta relación, consiguió que su hija fuera dama de la Corte.

   Cuando empezó la persecución contra los cristianos, en diciembre de 1800, escondió en su casa, a petición de Columba, al beato  Simón Kim Gye-wan, que ayudaba en Misa al padre Santiago. Al año siguiente estuvo escondido en su casa el beato Alejo Hwang Sa-yeong… todo esto la pusieron en peligro.

   Fue detenida y, en un primer momento, la llevaron al cuartel general de la policía en Seúl, después al Ministerio de Justicia, en los dos lugares fue repetidamente torturada, pero no delató a ningún hermano en la fe. Su cuerpo se debilitaba cada vez más, pero su fe se fortalecía más y decía: «No lamento haber creído en el Catolicismo y si debiera moriría diez mil veces». Junto a sus siete compañeros fue decapitada a extramuros de Seúl. Tenía 39 años.

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(Parroquia San Martín de Porres)