BEATO JUAN PRASSEK,
HERMANN LANGE Y EDUARDO MULLER
10 de noviembre
1943 d.C.
Juan
Prassek nació en Barmbek, distrito de Hamburgo en
1911. Siendo hijo de un artesano, creció en un entorno
humilde. Estudió en la universidad de los Jesuitas St. Georgen
en Frankfurt. En 1935 entró al seminario mayor de Osnabrück
y dos años más tarde recibió el sacramento del
orden. Su primera misión fue la de vicario de Wittenburg en
Meclenburgo y en 1939 pasó a ser vicario de la comunidad de
Herz-Jesu en Lübeck y luego fue nombrado capellán.
Pronto se ganó
el cariño de sus fieles: "Prassek atraía hacia él
a las personas difíciles y extrañas, desfavorecidas y
oprimidas", dice el abogado Ambrosi, postulador de la causa de
beatificación de los mártires; "su pastoral lo
comprometía hasta el límite de su capacidad física
y psíquica". Rápidamente fue conocido por su fama de
predicador: "Sus impresionantes homilías dominicales no
sólo atraían a numerosos fieles, sino también a
los espías de la Gestapo", reconoce el postulador. "Algunos
amigos le hablaban sobre las críticas que hacía, le
advertían que quizás podrían ser demasiado
imprudentes contra la ideología nacional socialista pero Prassek
no se dejó influir y pensaba que debía decir la verdad".
El padre Prassek,
además de sus críticas se dedicó a estudiar polaco
para ayudar a los que estaban forzados a ir a Lübeck. En 1941
conoció un joven pastor protestante con quien tuvo gran afinidad
y quien le mostró su anhelo de conocer la fe católica.
Sin embargo este hombre resultó ser un espía de la
Gestapo y la información que consiguió fue clave para que
el padre Johhanes fuese arrestado el 18 de mayo de 1942. Así,
fue llevado al edificio de Burgkloster (hoy museo que lleva el mismo
nombre). Con él arrestaron a dos sacerdotes católicos de
su misma parroquia: Eduardo Müller y Hermann Lange y al pastor
protestante, Karl Friedrich Stellbrink, que se había convertido
también en un abierto crítico del régimen nazi.
Esperó
más de un año para ser procesado en condiciones
infrahumanas de hambre y frío, que lo afectaron gravemente, pues
tenía una enfermedad estomacal. Durante ese tiempo
escribió numerosas cartas. "A pesar del duro período de
prisión y de la perspectiva de la propia ejecución,
Prassek no perdió su conciencia de fe, su cordialidad volcada a
consolar a los compañeros de prisión".
Entre sus delitos
estaba haber escuchado y difundido información de emisoras de
radio de países enemigos, y socavar la fuerza militar, un delito
que cometía cualquiera que arremetiese de palabra o de obra
contra el régimen nazi o manifestara cualquier opinión
desmoralizadora. Ejemplo de ello fue Hermann Lange, quien aconsejaba a
los jóvenes soldados de permiso que no podían combatir en
la guerra del lado de Alemania.
Los mártires de
Lübeck no dudaban en manifestar, tanto en público como en
privado, su rechazo al régimen nazi; y tampoco dudaban al
intentar ayudar a sus víctimas. No en vano, Prassek y
Müller arriesgaron su vida para ayudar a la población al
ser bombardeada su ciudad por los aliados.
Eduard Müller, al igual
que Lange, había pertenecido a movimientos juveniles
católicos. Era el responsable de la pastoral con los
jóvenes, y tenía tanto éxito, que incluso los
líderes de las Juventudes Hitlerianas intentaron
apropiárselo. No se dejó, y mostraba a los chavales, de
forma muy gráfica, que había que elegir entre la Iglesia
y el nazismo: las excursiones de la parroquia eran los domingos, como
las actividades de las Juventudes. En su pastoral con los trabajadores,
hablaba de forma franca sobre el Tercer Reich, sin importarle que, en
el piso de arriba del local donde se reunían, hubiera una
oficina de la Gestapo.
En el verano de 1942,
Prassek conoció al pastor protestante Stellbrink, trabando una
amistad que, en esos tiempos, era una conspiración: se
intercambiaban ideas y textos críticos con el nazismo, como las
homilías del beato Von
Galen, obispo de Münster.
La Gestapo no
tardó en investigar sus actividades, lo que les llevó a
todos al martirio. El mismo día en que fue guillotinado, Lange
escribe a sus padres: «Hoy celebraré el gran retorno al
reino de Dios. ¡Nos veremos en el Padre de la luz!» Y
Müller recalca: «Ahora, Cristo será glorificado,
tanto con mi vida como con mi muerte». Cuando fueron
beatificados se puso un gran énfasis en el recuerdo del pastor
protestante, destacando pues su carácter
ecuménico. Fueron beatificados el 25 de junio de 2011 por
Benedicto XVI.