BEATO JUAN MERCER SOLER
1936 d.C.
25 de julio
Nació el 14 de
octubre de 1874 en Albiñana (Tarragona)
Profesó el 15 de septiembre de 1895
Sacerdote el 19 de diciembre de 1903
Fusilado el 25 de julio de 1936 en Sallent
El P. Juan nació el 14 de octubre de 1874 en
Albiñana (Tarragona) y fue bautizado solemnemente al día
siguiente en la iglesia parroquial de San Bartolomé de la
diócesis de Barcelona. Fue confirmado el 30 de julio de 1879 por
el Exc.mo José María de Urquinaona, Obispo de Barcelona.
Sus padres fueron D. Antonio Mercer, labrador, y Dª Antonia Soler,
dedicada a las labores de casa y tuvieron familia numerosa. A sus hijos
les dieron una educación cristiana tal como se acostumbraba en
aquella época.
Ingresó en el Seminario conciliar de Barcelona en 1889 donde
cursó el año de preparación y el primero de
Humanidades.
Entró en la Congregación en agosto de 1891 en el
Seminario claretiano de Barbastro para cursar los tres años de
Humanidades que le faltaban. Las calificaciones académicas
obtenidas fueron buenas y sobresalientes en conducta y
aplicación.
Pasó a Cervera para hacer el noviciado. Tomó el
hábito e inició el noviciado el 14 de septiembre de 1894
bajo la dirección del P. Antonio Sánchez del Val y
profesó el 15 de septiembre del año siguiente.
A continuación realizó los estudios filosóficos en
el mismo centro. El 11 de noviembre de 1895 recibió la primera
tonsura de manos del Exc.mo D. Ramón Riu Administrador
apostólico de Solsona.
En el verano de 1898 pasó a Santo Domingo de la Calzada
para estudiar la teología dogmática y la
teología moral. Sus cualidades intelectuales eran normales
mientras su conducta y aplicación eran sobresalientes. En
octubre de 1899 recibió las cuatro órdenes menores de
manos del Exc.mo Victoriano Guisasola y Menéndez, Obispo de
Osma. También en la Calzada recibió el subdiaconado en
julio y el diaconado en septiembre del 1903 de manos del Exc.mo
Gregorio Mª Aguirre, Arzobispo de Burgos y Administrador
apostólico de Calahorra. El 19 de diciembre de 1903 fue ordenado
sacerdote en Burgos por el Arzobispo de la diócesis antes
mencionado.
De acuerdo con su preparación los Superiores lo destinaron a las
casas donde la ocupación principal era el ministerio
apostólico directo. Así fue enviado a la Selva del Campo,
Cervera, Vich, Sabadell, Lérida, Berga y Sallent. Donde
más tiempo estuvo fue en la Selva del Campo. Estando en Vich,
1908, escribía a su hermana Dolores: «y dentro de poco,
según fundados presentimientos, podrá suceder muy bien
que la obediencia me enviara a tierras muy lejanas»[1]. Pero no
hubo tal destino a América. En este tiempo tuvo frecuente
comunicación epistolar con su hermana Dolores
orientándola sobre su posible entrada en Religión. De
Vich pasó a Sabadell en 1909 con el cargo de Ministro o
ecónomo. En todas las comunidades se dedicó al ministerio
de la predicación en sus diversas formas y al confesionario. En
Berga desempeñó el cargo de Ministro. A Sallent, su
último destino, fue trasladado en los cambios de 1934.
Allí le sorprendió el estallido revolucionario.
El P. Mercer era un religioso ejemplar, observante de las santas
Constituciones. Obediente a los superiores y siempre dispuesto a
cumplir la voluntad de Dios. Era sencillo.
Martirio
El P. Mercer tenía suma confianza en la Providencia que le
había librado de muchos peligros tal como escribía el 27
de junio de 1936. Seguía pensando en su protección.
El día 20 de julio por la tarde, junto con el H. Mur
abandonó la casa misión de Sallent y se refugiaron en la
calle Salmerón, donde permanecieron hasta el día 24 por
la tarde. Entonces, para evitar problemas a la familia que los
hospedaba, salieron de la casa donde estaban escondidos para huir de
Sallent, pero en la calle fueron reconocidos por los rojos, que con
gran alborozo gritaban ¡Curas! ¡Curas! Formóse un
grupo numeroso que los insultaba, golpeándolos despiadadamente.
Al poco llegó una patrulla de revolucionarios que los
llevó detenidos al ayuntamiento, donde encontraron al P.
Payás. Poco después llevaron también el H. Binefa.
Allí fueron sometidos a interrogatorio. Todos declararon que
eran religiosos Misioneros del Corazón de María. Esta
declaración les valió la sentencia a muerte, que oyeron
con resignación y aceptaron con valor.
Oída la sentencia de muerte el P. Payás se dirigió
a los del Comité pidiéndoles que, sobre todo en Sallent,
nadie padeciera por causa de ellos, especialmente las familias que los
habían tenido alojados.
Aquella misma noche del 25 de julio de 1936 se los llevaron a la
explanada del cementerio para fusilarlos. Cuando estaban en fila, el P.
Payás dijo:
Quiero bendeciros antes de morir y al levantar el brazo sonó la
descarga de los asesinos que le impidió concluir. Los cuatro
fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Sallent.
El enterrador, Sr. Pedro Miralda Torruella, tuvo la
previsión de apuntar en una libreta el orden de
colocación y los datos personales de cada uno para que pudieran
facilitar la identificación y la precaución de no
enterrar a otros en la misma fosa sobre los misioneros.