BEATO JUAN MANUEL FELICES PARDO
1936 d.C.
30 de agosto
La ciudad de Almería
acogió su nacimiento, siendo bautizado en la Iglesia Parroquial de
san Sebastián. Vecino del convento de las Hermanitas de los Pobres,
su pronta vocación sacerdotal le hizo ingresar en el Seminario de
Almería, donde superó los estudios con buenas notas.
Ordenado presbítero el diecisiete de mayo de 1916, dijo
su primera Misa en la capilla del Manicomio el seis de junio. Enviado como
coadjutor de Gérgal durante cuatro años, los siguientes ochos
años fue párroco de san Francisco de Paula de Cuevas de los
Medinas.
En 1928 regresó a Almería, como párroco
de san José del Barrio Alto. Una niña de la época lo
rememoraba así: «Celebraba la Misa con devoción, pausadamente;
atendía a los fieles en el confesionario, predicaba todos los domingos
y de forma sencilla, al alcance de la gente sencilla; daba catequesis a los
niños; repartía muchas estampas para fomentar la devoción
al Señor y a la Santísima Virgen. Hacía mucho apostolado
en la parroquia y atraía la gente hacia la Iglesia y hacia Dios. El
Barrio era, entonces, el mayor foco de pobreza de Almería – gitanos
y pescadores – y los atendía muy bien. No era un hombre interesado,
vivía modestamente, atendido por su hermana.»
Al inicio de la Persecución Religiosa siguió celebrando
la Santa Misa hasta la misma mañana de su detención, que tuvo
lugar en Los Molinos. Mientras era conducido a prisión gritaba: «¡Viva
Cristo Rey!, ¡Señor perdónalos!» Junto a los Beatos
Obispos de Almería y Guadix recibió la palma del martirio,
a sus cuarenta y tres años de edad.