BEATO JUAN GARCÍA CERVANTES
1936 d.C.
22 de septiembre
Su padre, el alcalde del pueblo,
lo llevó a bautizar dos días después de su nacimiento
en la Iglesia Parroquial de san Joaquín. Rechazando otras opciones,
ingresó en 1898 en el Seminario de san Indalecio y fue ordenado presbítero
el veintiuno de mayo de 1910 en la capilla del convento de las Claras de
la ciudad de Almería.
Primero ocupó las coadjutorías de Lubrín
y de Pulpí, pasando a la de Turre en 1916 y más tarde a la
de Cantoria. El uno de septiembre de 1924 fue nombrado Coadjutor de su pueblo
natal. Una antigua feligresa, doña Josefa López, recuerda que:
«Se le veía piadoso y muy devoto de la Santísima Virgen.
Daba muy buenos consejos cuando nos confesábamos con él. Era
de carácter muy amable en el trato con los niños y ayudaba
a los jóvenes a preparar sus estudios y los animaba a ser sacerdotes.»
Sus familiares intentaron que huyera a Barcelona al comenzar
la Persecución Religiosa, pero sólo admitió refugiarse
en Almería. En esta ciudad fue denunciado e interrogado en el convento
de las Adoratrices. A los tres días fue detenido y llevado a distintas
cárceles. Su sobrina – nieta, doña Inmaculada García,
cuenta que: «El siervo de Dios murió el veintidós de
septiembre de 1936 en las tapias del cementerio de Almería, bendiciendo
a Dios y perdonando a los que le martirizaron, entregado antes el traje que
llevaba puesto al guarda de la cárcel para que se lo diese a su hermano,
porque sabía que era el único del que disponía.»
Tenía cincuenta y un años.
El que fuera Párroco de Garrucha, don Diego Rubio, comentaba
que: «Le forzaban a blasfemar y renunciar a su fe bajo la promesa de
librarse de la muerte. El siervo de Dios respondió que prefería
llegar a su meta que no era otra que dar la vida por defender al Señor
en quien siempre había creído.».