BEATO JUAN FOREST
22 de mayo
1538 d.C.
Nació
probablemente en Oxford, Inglaterra; a los diecisiete años
vistió el hábito de los Hermanos Menores en Greenwich.
Nueve años después fue enviado a Oxford para los estudios
teológicos, realizados los cuales fue ordenado sacerdote y
regresó al convento de origen. Del cardenal Wolsey
recibió el encargo de predicar en la iglesia de San Pablo de
Londres y al mismo tiempo fue escogido por la reina Catalina de
Aragón primero como capellán, luego como confesor.
Gozó
de la estimación y la amistad de Enrique VIII, hasta cuando Juan
se declaró por la validez del matrimonio del rey, que
quería disolverlo sosteniendo la invalidez de las primeras
nupcias.
Juan
Forest, guardián del convento, advirtió a los cohermanos
en un capítulo de 1532 que el rey quería suprimir la
Orden. Desde el púlpito de la iglesia de San Pablo había
defendido enérgicamente la validez de las nupcias puesta en
discusión y había hablado abiertamente contra Cromwell e
indirectamente contra el rey. La condena papal de 1534 indignó a
Enrique VIII, que suprimió los conventos de los franciscanos y
les ordenó dispersarse en otros conventos. Al beato Juan Forest,
lo encontramos en prisión en Newgate, hasta 1534.
En
1538 Juan se encontraba en el convento de los Conventuales, en
Smithfield. En aquella especie de confinamiento pudo mantener con la
reina Catalina, con su dama de compañía Elisabeth Hammon
y con el beato Tomás Abel una correspondencia que se conserva
todavía por lo menos en parte. Escribió también un
tratado contra Enrique VIII, que usurpaba el título de cabeza
espiritual de la nación. Este tratado irritó al rey, que
ordenó fuese arrestado. Conducido al tribunal, fue
víctima de un juego de astucia. Se quería que él
aceptase en bloque algunos artículos sometidos a su firma, pero
cuando pudo leerlos uno por uno, entendió claramente que uno de
ellos conllevaba un acto de apostasía. Los rechazó todos
juntos y por esto fue condenado a la hoguera.
La ejecución tuvo
lugar en Smithfield. En el lugar del suplicio, fue invitado a pedir
perdón al rey y a hacer juramento de fidelidad, pero el
mártir resistió impávido: antes bien, quiso
añadir una bellísima profesión de fe
católica: “Creo en la Iglesia, una, santa, católica,
apostólica, romana. Juro que no me apartaré jamás
del Papa, Vicario de Cristo, sucesor de San Pedro y Obispo de Roma.
Aunque bajase un ángel del cielo y me insinuase algo distinto de
esto que he creído por toda mi vida, aunque debiera ser
despedazado parte por parte, miembro por miembro, quemado, ahorcado o
se me infligiera cualquier otro dolor, no me apartaré de mi fe”.
Fue atado de los costados y suspendido sobre las llamas. Murió a
fuego lento orando e invocando el nombre del Señor. Tenía
67 años. Su culto fue
aprobado por SS. León XIII el 29 de diciembre de 1886.