BEATO JUAN DOMINICI
10 de junio
1419 d.C.
Juan
Bianchini, llamado Dominici nació en Florencia, en plena
época humanística. Era tartamudo y poco instruido, pero
se formó dentro de los dominicos, en el convento de Santa
María Novella de Florencia, que aunque le ordenaron sacerdote no
le permitieron predicar. Finalmente, oró a santa Catalina de
Siena y su defecto desapareció. La vida religiosa le hizo un
gran teólogo, predicador, gran miniaturista, al mismo tiempo
reformador de su Orden. Se cuenta que en una ocasión, los
florentinos pidieron a san Vicente Ferrer que fuera a predicar en la
ciudad: "¿A quién queréis oír teniendo al
padre Juan Domínici?" respondió el santo valenciano.
La peste negra del 1348, que se prolongó durante 5
años, dejó desolados los monasterios no sólo por
la falta de vocaciones sino también por el relajamiento de la
vida religiosa. Fray Juan se empeñó en renovar la Orden
dominicana, iniciada por el beato Raimundo de Capua. Surgieron los
conventos de Santo Domingo de Venecia, el de Cortona, que fue el
noviciado, el de Santo Domingo de Fiesole... Aceptó el priorato
de varios conventos para facilitar la reforma iniciada. En el
año 1395 con algunos discípulos de santa Catalina de
Siena a quién honraba con gran, veneración, fundó
en Venecia el monasterio del Corpus Christi para las monjas dominicas.
Su apostolado se interrumpió súbitamente en 1399 por
orden de los magistrados, cuyo entredicho había descuidado;
cuando fue expulsado durante cinco años. Se dirigió a
Florencia donde se entregó totalmente a la predicación
con gran celo de las almas y gran elocuencia.
Fue vicario general de los conventos observantes en los
Estados de Venecia y de la provincia de romana. Para combatir la
frivolidad de su siglo escribió varios libros: "Lucula
noctis" y "Regla del gobierno de cuidado familiar".
Enviado a Roma como delegado en el año de 1406 por
los florentinos para tratar sobre el cisma, se ganó la confianza
de Gregorio XII, recién elegido papa, que hizo de Juan su
consejero y lo nombró en 1408 arzobispo de Ragusa (Dubrovnik,
Croacia) con el título de San Sixto. Fue creado cardenal. Se
mostró prudente y fiel incluso en los tiempos calamitosos del
cisma en el concilio de Constanza. Igualmente favorecido con la
confianza del nuevo papa Martín V, fue enviado corno legado a
Bohemia y a Hungría a combatir la herejía de Juan Huss,
donde hizo muchas conversiones en Hungría, aunque fracasó
en Bohemia. En Buda (Hungría) murió. Sus reliquias
se perdieron cuando en 1541 fue destruida la iglesia de los Eremitas de
San Pablo donde estaban. Su culto fue confirmado el 9 de
abril 1832 por SS Gregorio XVI.