BEATO JUAN DE SALERNO
9 de agosto
1242 d.C.
Juan
Guarna nació en Salerno en el seno de una noble familia
normanda. En 1219 siendo ya presbítero y conseguido el doctorado
en Bolonia, arrastrado por la predicación de san Reginaldo,
ingresó en la Orden Dominicana; conoció a santo Domingo,
con quien contrajo estrecha amistad. En el mismo año, santo
Domingo de Guzmán, lo mandó al frente de once
compañeros a la fundación de Florencia, estableciendo en
1221 la nueva comunidad de Santa María Novella.
Fray Juan
sufrió ahí una ruda prueba. En efecto, una joven,
prendada de él, se fingió enferma y le mandó
llamar para confesarse. El beato acudió al punto, y la joven
aprovechó la ocasión para tentarle. Juan de Salerno la
reprendió seriamente y trató de hacerla entrar en
razón; pero, como eso no sirvió de nada, tuvo que salir
apresuradamente. Sin embargo, no olvidó a la joven en sus
oraciones y al fin, obtuvo que ésta se arrepintiese delante de
Dios y viniese a pedirle perdón humildemente. Según se
cuenta, toda la ciudad se enteró de lo sucedido en la forma
siguiente: Cuando un sacerdote iba a exorcizar a una posesa, el mal
espíritu dijo por boca de la mujer: «Sólo es capaz
de arrojarme de aquí quien pudo pasar por el fuego sin
quemarse». El sacerdote le conjuró a que se explicara y,
entonces, el mal espíritu contó lo que había
sucedido a Juan de Salerno. El sacerdote llamó en seguida al
fraile, quien arrojó al demonio de la posesa. Como poseía
el don de leer en las almas, podía iluminar o humillar a sus
penitentes para su mayor bien.
En 1221, se prohibió a los dominicos que fuesen a cantar el
oficio divino en la Iglesia en que lo habían hecho hasta
entonces. El beato se trasladó después a Santa
María Novella, cuya famosa iglesia data de cincuenta años
más tarde. Los patarinos -una secta que procedía de
Bosnia- turbaban por entonces la paz religiosa de Italia. Gregorio IX
encargó a Juan de Salerno que combatiese a dichos herejes, cuya
vida y doctrina se asemejaba no poco a la de los albigenses, con los
cuales se había enfrentado santo Domingo. Los patarinos
profirieron amenazas contra el beato, pero éste no se
amilanó y consiguió finalmente convertir a muchos de
ellos. Después de una vida entregada a la predicación de
la fe frente a los herejes, (fue llamado “martillo de los herejes”),
murió en Florencia y se veneran sus restos en la iglesia de
Santa María Novella. Su culto fue aprobado en 1783.