BEATO JUAN DE PRADO
24 de mayo
1631 d.C.
Natural de
Morgovejo, León. Mientras estudiaba en Salamanca ingresó
en los franciscanos descalzos de la estrecha observancia en el convento
de Rocamador, Badajoz. Profesó en 1585. Fue un predicador
estimado, con buena preparación teológica; tomó
parte en la controversia en torno a la Inmaculada Concepción de
María. Desempeñó los cargos de maestro de
novicios, superior de varios conventos. Aunque era extraordinariamente
devoto y humilde, el beato fue calumniado y el provincial le
relevó del cargo de superior. Juan aceptó esto con entera
resignación, diciendo: «Dios quiere que sufra.
Hágase su voluntad. Lo único que me apena es el
escándalo que esto puede causar en los débiles y el
descrédito que pueda acarrear a nuestra orden». Al cabo de
algún tiempo, quedó probada la inocencia del beato,
quien, en 1610, fue nombrado definidor y provincial de la nueva
Provincia de San Diego (1620-1623).
Intentó restaurar la misión de Marruecos, ya
que personalmente tenía una fuerte vocación misionera. En
1630 la congregación de Propaganda Fide le envió a Fez,
(Marruecos), con especiales poderes eclesiásticos y para
confortar a los esclavos cristianos. Urbano VIII lo nombró
prefecto apostólico de la misión. Salió de
Cádiz en 1630 y, con otros dos religiosos, ejerció su
ministerio durante tres meses en Mazagén. Al intentar entrar en
Marrakech, fue detenido en Azamor y conducido preso a la capital de
Marruecos. Ante el sultán manifestó con valentía
su condición de misionero cristiano. Fue encarcelado y flagelado
varias veces. En la discusión de tipo religioso que mantuvo con
el sultán fue acuchillado por él mismo. Lo condenó
al suplicio en la plaza del palacio. Ni siquiera dejó de
predicar la fe, mientras caía abatido lapidado y a golpe de
pica. Fue beatificado el 24 de mayo de 1728, por Benedicto XIII.