BEATO JUAN DE FERMO
9 de agosto
1322 d.C.



   Nació en Fermo en el Adriático. Muchacho muy sensible y devoto, a los 10 años ingresó entre los canónigos regulares de San Agustín de Fermo y a los 13 años fue uno de los primeros discípulos de san Francisco de Asís. Su vida se caracterizó por sus grandes penitencias y ascetismo físico en el monte Averna, donde evangelizó a los aldeanos. Su larga permanencia en el santo monte hasta su muerte le dio el apelativo de «Juan de la Verna».

   Según narran “Las Florecillas” de san Francisco de Asís: Un día, estando en oración, se le apareció San Francisco y le dijo: «He aquí, hijo mío, los Estigmas que deseas ver» y le mostró las manos, los pies y el costado dejándolo inundado de celestial consuelo. Por tres meses gozó de la presencia habitual de su Ángel custodio que lo visitaba en su celda y hablaba con él de la Pasión del Salvador y de los gozos del cielo.

   Los últimos años de su vida los dedicó al ministerio apostólico. Evangelizó ciudades y pueblos en la provincia de Arezzo, recorrió la mayor parte del norte y del centro de Italia: Florencia, Pisa, Siena, convirtiendo pecadores, reduciendo herejes al seno de la madre Iglesia. Hacía prodigios, tuvo el don de profecía e intuición de los corazones, leía en las mentes como en un libro abierto, recordaba a los penitentes las culpas que olvidaban al confesarse. Preparaba las predicaciones en el silencio de la oración. Decía: «Cuando predico, me persuado de que no soy yo quien habla y enseña las verdades divinas, sino Dios mismo quien habla por mí». Fue amigo del beato fray Jacopone de Todi y le administró los últimos sacramentos cuando estaba próximo a la muerte. Tenía 63 años cuando murió en La Verna. León XIII el 24 de junio de 1880 aprobó su culto.

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(Parroquia San Martín de Porres)