BEATOS JUAN CORNELIO, TOMÁS BOSGRAVE, JUAN CAREY Y PATRICIO SALMÓN
4 de julio
1594 d.C.



   Juan Cornelio nació en Bodmin, Cornualles, (Inglaterra) de padres irlandeses. Su apellido era O’Mahoney, que él latinizó como Cornelius. Su padre era criado del conde de Arundel, el cual costeó sus estudios en Oxford, y luego en Reims y Roma, donde fue ordenado sacerdote en el 1583. 

   Volvió a Inglaterra en 1588, y reavivó la fe católica de los Arundel así como la de su propia madre que se había pasado al anglicanismo. Llevó una vida de gran piedad y austeridad y era sumamente caritativo con los pobres. Trasladada la familia Arundel a un castillo de Dorset, allí realizó un gran apostolado. El propio Consejo Real había comentado y lamentado su labor. Durante diez años trabajó en la misión inglesa en Lanherne. 

   En 1594 fue arrestado y detenido en el castillo de Chideok, condado de Dorset, residencia de la familia Arundel, donde también hizo apostolado, convenciendo a la mujer y a un hermano. Lo denunció un criado a quien Juan había amonestado. Viendo que los esbirros se llevaban al P. Cornelio, sin darle siquiera tiempo de tomar su sombrero, Tomás Bosgrave, sobrino de Sir John Arundell y originario de Cornwall, le tendió su propio sombrero, diciendo: «El respeto que debo a vuestro sacerdocio no me permite soportar que vayáis con la cabeza descubierta». Este trivial acto amable fue suficiente para que los esbirros tomasen preso a Bosgrave. Junto con ellos fueron apresados dos criados del castillo, Juan Carey y Patricio Salmón, ambos originarios de Dublin. El P. Cornelio fue conducido a Londres e interrogado por uno de los más altos magistrados. Sujeto al potro para que denunciase a cuantos le habían ayudado o dado hospedaje, el valiente confesor de Cristo permaneció mudo. Su juicio se llevó a cabo en Dorchester. El 2 de julio fue declarado reo de alta traición, por haber desembarcado y permanecido en Inglaterra en su calidad de sacerdote. Sus tres compañeros fueron declarados culpables de felonía por haberle ayudado. La sentencia incluía una cláusula de perdón en caso de apostasía.

   Llevados a la cárcel de Marshalsea, desde allí Juan Cornelius, pidió el ingreso en los jesuitas en el 1594, al beato padre Enrique Garnet. Hizo los votos en presencia de tres testigos. Llegados al lugar del suplicio, en Dorchester, fueron primero ahorcados los tres seglares y por último Juan Cornelius, el cual se acercó a los cuerpos de los mártires y depositó en ellos un beso de reverencia. Fueron beatificados el 15 de diciembre de 1929 por el Papa Pío XI.

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(Parroquia San Martín de Porres)