BEATA JUANA DE PORTUGAL
12 de mayo
1490 d.C.
Nació en Lisboa, era hija del rey Alfonso V de Portugal, y
legítima heredera del trono de Portugal. Ella sobresalió
principalmente por el coraje y la persistencia con que se opuso a todos
los intentos de su padre y hermano de hacer que se casara. Ella
había decidido desde la infancia ser la esposa de Cristo y,
cuando fuese posible convertirse en religiosa; pero siendo la siguiente
heredera del trono, lo cual era por defecto un asunto de hombres, su
deseo era particularmente intolerable para su familia y su país.
Juana era muy hermosa y su mano fue pedida por varios príncipes.
Una vez, en la ausencia de su padre, ella tuvo que encargarse del
reino, y en ese oficio se dice haber demostrado gran capacidad.
Sintiéndose llamada a la vida religiosa, en el
1473, ingresó en el convento dominico de Jesús de Aveiro
donde las reglas eran severas y estrictamente guardadas. El rey
mandó que le privaran del hábito al enfermar gravemente.
La llevaron a la Corte cuando arreciaba una peste; logró, sin
embargo, que la acompañaran seis religiosas con las que
continuó sus prácticas monásticas. A la muerte del
rey en 1481, cuando la sucesión portuguesa estaba asegurada, en
1485 pudo emitir sus votos religiosos y volver al monasterio
dominicano; por esta causa familiar Juana sufrió
muchísimo, y la vuelta al monasterio le devolvió el
consuelo. Murió con el olor de la santidad, y los milagros
siguieron a su fallecimiento. El Papa Inocencio XII, el 31 de
diciembre de 1692, confirmó su culto.