BEATO JOSÉ
REIXACH REGUER
1936 d.C.
25 de junio
Nació el 13 de
junio de 1865 en Vilanova de Sau (Barcelona)
Profesó el 10 de noviembre de 1891
Sacerdote el 6 de abril de 1889
Fusilado el 25 de junio de 1936 en Sabadell
Nació el 13 de junio de 1865 en Vilanova de Sau, provincia de
Barcelona y diócesis de Vic. El mismo día fue bautizado
solemnemente por D. Antonio Font, cura párroco, en la iglesia
parroquial. Fue confirmado el 6 de agosto de 1865 por el Exc.mo D.
Antonio Mª Claret, Arzobispo de Trajanópolis, en la iglesia
de Ntra. Sra. del Rosario en Vich. Para entonces ya había
fundado la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado
Corazón de María.
Sus padres fueron D. Juan Reixach, labrador, y Dª. Felipa Reguer,
quienes le educaron cristianamente según costumbre de la
época. Casi todo el peso recayó en la madre, pues su
padre murió antes de 1878. En la familia se le despertó
la vocación religiosa.
En 1878 comenzó sus estudios de latín, retórica,
etc., en el seminario que los Misioneros Claretianos tenían en
Barbastro con resultados notables. Ingresó en la
Congregación el 7 de septiembre de 1880 en el noviciado de Vich,
que debió comenzar un año antes de la profesión
con la toma de hábito. En cumplimiento de las normas
establecidas para estos casos[1], el Superior de la casa pidió
las testimoniales al Vicario Capitular de la diócesis de
Vich[2], donde profesó el 10 de noviembre de 1881. En esta casa
cursó los estudios de filosofía Lógica,
Metafísica y Ética. En verano de 1884 fue a la casa de
Gracia (Barcelona) para cursar la teología. Al curso
siguiente, 1885-1886, fue a Santo Domingo de la Calzada, el ex convento
franciscano de estilo herreriano, para continuar los estudios
teológicos. Allí recibió las órdenes
menores el 17 de abril de 1887 y el 18 de septiembre de ese mismo
año también el subdiaconado de manos del Exc.mo D.
Antonio María Cascajares y Azara, Obispo calagurritano, en la
iglesia pública del colegio calceatense. Este mismo Señor
Obispo y en el mismo lugar le confirió el diaconado el
día 13 de mayo de 1888.
En agosto de 1888 fue destinado a Cervera y en octubre trasladado a las
escuelas de Gracia. El día 6 de abril de 1889 fue ordenado
sacerdote por el Dr. Jaime Catalá y Albosa, Obispo de Barcelona.
A finales de año fue enviado a Solsona, como sacristán,
donde el superior local era el P. Domingo Fábregas Coma,
confundador de la Congregación. A principios de junio de 1891
pasó nuevamente a Santo Domingo de la Calzada y el 28 de
noviembre de ese año fue a Bilbao. A mediados de 1899 fue a
Lérida como Ministro y en octubre de ese mismo año
pasó a Olesa como superior. Al parecer se habían dado, o
propalado, malas noticias de la casa sin comprobar la veracidad de las
mismas. Se ve que alguno había acusado a los superiores sin
fundamento. Renunció al cargo de superior y le fue
aceptada la renuncia. Fue destinado a Alagón (Zaragoza) con el
cargo de Consultor 1°. Aquí desarrolló una gran
actividad apostólica y muy variada, como se hacía en
aquella época por todos los pueblos al alrededor. En 1907
estuvo en Barbastro, como Ministro, y en 1908 fue destinado al colegio
central de Aranda de Duero, con el cargo de Consultor 1° y
después como Ministro. Entonces era residencia del Superior
General, P. Martín Alsina, y comunidad muy numerosa.
A principios de 1919 volvió a Olesa como superior, aunque
siempre consideró aptos para el cargo a todos excepto
él. Entonces se construyó el ferrocarril de Martorell a
Manresa, cuyo trazado atravesaba la finca propiedad de la casa y cerca
se encontraba el balneario de la Puda. Entonces alguien se
interesó en comprar la finca y se mandó a un perito
arquitecto que hiciera una valoración de la finca con la casa
incluida para su posible venta. Además la economía de la
casa era deficitaria por su condición de sanatorio. Dado que
esta finalidad se cumplía por otras vías, el Gobierno
decidió su supresión en 1924.
Desde ese año fue a la casa de Sabadell donde
desempeñó los cargos de Consultor 1° y Ministro y
dedicó sus energías al ministerio apostólico. Y
allí se encontraba cuando estalló la revolución
marxista.
En un informe se dice que no tenía cualidades especiales. Pero
en otro se dice que tenía condiciones muy buenas para el trabajo.
El P. Reixach rezumaba en sus actos sencillez y dulzura de
carácter, muy servicial; no sabia negarse a nadie y a nada. Era
un hombre humilde, muy paciente y prudente.
Era un religioso ejemplar y observante, procurando que otros
también lo fueran. Era escrupuloso en su oficio de administrador
de los bienes de la Comunidad, llevaba los libros con gran pulcritud y
exactitud. Le conceptuaban como buen administrador.
También era un hombre piadoso, muy devoto del Corazón de
María y del Santo Rosario. En su muerte dejó
impresión de su ejercicio heroico de las virtudes.
Martirio
El P. Reixach, al igual que los otros miembros de la comunidad, estaba
dispuesto a derramar su sangre por Cristo.
El día 19 de julio de 1936 por la tarde se refugió en
casa de D. José Tañá Camps, sita en la calle
Pérez Galdós de Sabadell, pariente y vecino de D.
Francisco Desplá, donde también se refugió. Al
día siguiente volvieron al convento para celebrar misa y
comulgar. Hacia mediodía todos tuvieron que volverse a sus
refugios, a excepción del P. Reixach, que no quería
abandonar el convento. Para hacerlo realidad el Superior tuvo que darle
un precepto. Aún así le pidió a este que le dejara
estar hasta anochecer para no comprometer a la familia que le
escondía. Por obediencia fue a comer donde se refugiaba, pero
por la tarde volvió al convento, pues era el ecónomo y
consideraba como un deber suyo cuidar de los bienes de la Comunidad.
Allí estaba cuando a medianoche las turbas asaltaron la casa y
pronto dieron con el Padre. Entonces se vió obligado a guiarles
en el registro de las dependencias de la casa. Al llegar el turno
a la iglesia, le tocó el dolor de presenciar los primeros
sacrilegios que allí se perpetraron con las sagradas
imágenes. Los jefes dieron orden de amontonarlas en el centro
del templo y de darlas fuego y mientras ardían proferían
satánicas blasfemias según su costumbre.
El Padre, a pesar de todo, aprovechó la ocasión propicia
para escurrirse y salió a la calle. Aun en esta circunstancia
fue reconocido por algunos incendiarios, que se empeñaron en
acompañarle a su refugio. Rehusó como pudo repetidas
veces semejante ofrecimiento y al fin se fue solo a la casa donde se
refugiaba. Llegó a eso de la una de la noche. Dada la
situación convulsa la puerta estaba bien cerrada y los
dueños dormidos, de modo que no oyeron, y se vio obligado a
llamar repetidas veces con fuertes golpes. Esto pudo levantar las
sospechas de algún vecino que días más tarde lo
delató.
Durante los cuatro días que pasó con los amigos
Tañá y la familia Desplá, por la facilidad de
comunicación entre ambas casas, fue de edificación para
todos por su vida fervorosa, su fortaleza de ánimo y serenidad
con que aceptaba cuanto dispusiera el Señor. Parece que
presentía su destino. Así les recomendó
varias veces a sus amigos:
Si vienen a buscarme no quiero que neguéis que estoy
aquí. Quiero morir por Cristo y quiero que haya un mártir
más en el cielo, si es que merezco ir.
Dios aceptó su ofrecimiento y fue el primer mártir de
Sabadell, no sólo de la comunidad de los Misioneros Claretianos.
El arresto. A las dos de la madrugada del día 25 de julio se
presentaron las patrulla comunistas en el domicilio del Sr.
Tañá, intimándoles con estas palabras:
O nos entregáis a aquel hombre que tenéis, o ustedes
deberán seguirnos.
Pero el P. Reixach estaba durmiendo en casa del Sr. Desplá. Y
mientras unos buscaban al Padre, otros patrulleros tenían
encañonado al matrimonio Tañá con fusiles y
pistolas, hasta que descubrieron la comunicación con la otra
vivienda por la parte trasera. A ruegos del Sr. Tañá
fueron a buscarlo a la casa Desplá por la puerta principal.
Abrió la puerta la suegra que dormía en la planta baja.
Subieron al piso y al encontrar al Padre exclamaron:
Ya lo tenemos.
Ya estoy a punto, respondió el Padre.
En seguida lo apresaron y se lo llevaron a empujones
zarandeándolo de un lado para otro.
Poco después de las dos de la madrugada, en plena calle, le
dispararon unos cuantos tiros, dejándolo gravemente herido, con
los intestinos perforados. En tal situación se arrastró
por la calle dejando un reguero de sangre hasta llegar al Hospital Casa
de Caridad hacia las cuatro de la madrugada llamando a la puerta con
grande dificultad, pero haciéndose entender. Cuando le vieron
tan desfigurado parecía una bestia. Tenía el dedo pulgar
destrozado y colgando.
Le atendieron una Hermana y dos enfermeras rojas. Las enfermeras le
preguntaron repetidamente el motivo de su estado y él
contestó vagamente que quería huir y por el camino le
dispararon y que no le preguntaran más porque de ninguna manera
les iba a decir donde estaba.
Las enfermeras en un principio ignoraban de quien se trataba, hasta que
debido a los objetos personales religiosos que le encontraron en su
ropa y sobre todo por las continuas jaculatorias que pronunciaba,
pudieron convencerse de que el herido era un sacerdote.
Le hicieron las curas de urgencia, pero debido a su estado grave
decidieron trasladarle a la Clínica de Nta. Sra. de la Salud
para operarle, para lo cual llamaron a la Cruz Roja y a las
Autoridades. Eran las cinco de la madrugada. Al cabo de poco llegaron
empleados de la Cruz Roja, el Alcalde y el Juez, acompañados de
patrulleros armados, que eran jóvenes de unos 17 años. Al
entrar en el cuarto del P. Reixach, este se incorporó con
grandes esfuerzos y dijo:
Si sois vosotros los que me hicisteis los disparos, os perdono, porque
quiero morir como Jesús que perdonó a los que le
crucificaron.
Estas palabras pronunciadas con toda serenidad produjeron una honda
impresión en aquellos esbirros, que aparecían turbados y
bajaron las armas como si no tuvieran fuerzas para llevarlas y esta
impresión se reflejaba sensiblemente en sus rostros. Pero
reaccionaron pronto y para distraer al herido ordenaron que se
activaran los medios curativos y le trasladaron a la Clínica
indicada, donde ingresó hacia las 7,30 de la mañana.
Fue atendido por Sor Julia con toda solicitud, pues sabía quien
era el recién llegado. El Padre preguntó:
¿Es usted Hermana, o enfermera? Al oír que era religiosa,
se alegró mucho y añadió: Me voy al cielo.
Allí rogaré por usted.
A todo esto las hemorragias iban en aumento y el peligro de muerte era
inminente, por lo cual fue operado en el acto hacia las 8 de la
mañana por el Dr. Sixto Pérez mientras la Hermana aludida
le propinó el cloroformo. Todo fue inútil porque no
tenía remedio. El Padre todo lo soportó con admirable
paciencia con frecuentes jaculatorias dirigidas a Dios y la Sma. Virgen
con edificación de todos. Luego perdió el conocimiento y
hacia las dos de la tarde murió.
Al día siguiente D. Francisco Tortajada le practicó la
autopsia en el depósito judicial, con la cual se hace constar
que murió a causa de las heridas de armas de fuego, mortales de
necesidad. El día 27 fue sepultado en la fosa judicial n. 119
del cementerio de Sabadell. En septiembre de 1939 los restos fueron
trasladados a un nicho de la Congregación en el mismo cementerio.