BEATO JOSÉ MARÍA MATEOS CARBALLIDO
22 de julio
1936 d.C.



   El P. José María Mateos Carballido nació en la villa de Encinasola (Huelva), en la calle Corchuela, el día 19 de marzo de 1902, siendo hijo de Don Manuel Mateos Rodríguez y de Doña Trinidad Carballido Brioso. Fue bautizado el día 29 de marzo de 1902 en la parroquia de Encinasola por su tío sacerdote el padre José María Mateos Rodríguez, recibiendo el nombre de Francisco.

   La familia se trasladó a Jerez de la Frontera (Cádiz) de donde era natural su padre y allí realizó sus primeros estudios, siendo alumno del Colegio San José de los Hermanos de la Salle. Fue acólito durante tres años de la iglesia de S. Ignacio de los padres jesuitas de Jerez, y según testimonio de su madre, era muy alabado por todos, especialmente por el Hermano Ceferino. Recibió el Sacramento de la Confirmación el día 8 de junio de 1908 de manos del Arzobispo de Sevilla, Dr. Enrique Almaraz y Santos, en la iglesia citada de los padres jesuitas, que era de la feligresía de la parroquia de los Cuatro Evangelistas (San Marcos).

   Aun cuando se le ofreció la oportunidad de obtener una beca para ir al Seminario diocesano de la diócesis de Sevilla, no aceptó porque decía que quería ser carmelita. A los doce años, el día de Nuestra Señora de la Merced, 24 de septiembre, patrona de Jerez de la Frontera, marchó al Seminario Carmelita de Hinojosa del Duque (Córdoba), llevado por el Padre Juan Ruiz, carmelita, el cual pocos meses después decía a su madre: “¿Dónde ha educado usted a este niño, que después de un tiempo no ha habido que reñirle ni llamarle la atención?”, y la madre le respondió que a ninguno, sino que se había educado en su casa.

   A la edad de diecisiete años tomó el hábito carmelita, el día 5 de julio de 1919 en el convento de Jerez de la Frontera, cambiando su nombre de pila por el de José y en el mismo convento emitió su profesión de votos temporales el día 24 de agosto de 1920. El día 4 de febrero de 1924 hizo su profesión perpetua en el convento de Hinojosa del Duque (Córdoba). Recibió el presbiterado, previa la dispensa de edad, el 19 de diciembre de 1925 de manos del obispo de Córdoba, Don Adolfo Pérez Muñoz. Le fueron confiadas responsabilidades en la Orden que desempeñó con fidelidad: prefecto de teólogos, lector de teología y secretario del colegio de Hinojosa, examinador sinodal y profesor de teología en el convento de Hinojosa.

   Cuando en 1934 se fundó el convento de Montoro, fue destinado al mismo como miembro de la nueva comunidad y con el cargo de Vicario prior de dicho convento. En el Capítulo provincial celebrado en Hinojosa del Duque (Córdoba) en 1935, se le nombró prior del mismo convento. Allí fue un celoso apóstol y director espiritual, inculcando la oración y la devoción a la santísima Virgen del Carmen, gozando de muy buena fama por su virtud y celo para la educación religiosa de los fieles de Montoro, de los cuales era muy estimado.

   En el Colegio que dirigían los padres carmelitas en Montoro educó con prudencia a los jóvenes. Hacía muchas obras buenas en secreto, muy trabajador con los chicos, educándolos religiosamente, de mucha entereza y capacidad y al mismo tiempo, muy humilde. En los cargos que ocupó de Director de Hinojosa y después Superior en Montoro, se dio de lleno a su obligación, dedicándose a la dirección de almas y despertando y educando vocaciones religiosas. Era un gran predicador. Nunca se le veía enfadado, ni triste, era por el contrario muy jovial simpático y al mismo tiempo, mortificado y desprendido. Sumiso a cuanto mandasen sus superiores, practicaba las virtudes de modo sencillo. Era hombre de oración y fervoroso.

   La nota más bella de su espiritualidad era la de unir el espíritu de sacrificio y fortaleza a su vida contemplativa. Favoreció a los pobres, procurando que nadie se enterará. Fundó un ropero para el reparto de ropas a los necesitados y tenía un colegio para los niños pobres, igualmente repartía ropas y alimentos a los enfermos y necesitados. Muy trabajador, organizó muy bien el colegio.

   Al iniciarse la persecución religiosa en Montoro, reunió como Prior del convento a los religiosos y les dio libertad para salir, huir o salvarse. Dos de ellos salieron y se refugiaron fuera del convento, los restantes: P. Eliseo María Durán Cintas, Fray Jaime María Carretero Rojas y Fray Ramón María Pérez Sousa, se quedaron con él diciendo que lo que fuera de su Prior sería de ellos.

   La noche del 19 al 20 de julio de 1936 fue la última noche que la comunidad pasó en el convento. A las 11 de la mañana del día 20 de julio se presentaron en el convento un grupo de milicianos. Los religiosos se encontraban en la capilla y allí fueron detenidos, fueron llevados a la cárcel y por la calle iban mofándose de ellos. La cárcel era la antigua sacristía de la parroquia del Carmen, convertida en cárcel del pueblo. La actitud del P. José María Mateos en la cárcel fue ejemplar y serena. Oía en confesión a los detenidos, junto con el P. Eliseo María Durán, dirigía el rezo de santo rosario y daban la comida a los presos.

   A primeras horas de la tarde del día 22 de julio de 1936 llegó un grupo de milicianos a la cárcel, pidiendo que soltaran a los presos comunes, pues los demás estaban condenados a muerte. El P. José María Mateos quedó, junto con los otros religiosos y demás presos, en la sala que llamaban de audiencias, animándoles y atendiéndolos espiritualmente. Antes de morir dijo a los que iban a matarlo: “Venga vuestra ira sobre nosotrosy dejad a los demás que son padres de familia”. Uno de ellos disparó sobre él, matándolo. (refiriéndose a los religiosos)

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(Parroquia San Martín de Porres)