BEATO JOSÉ
MARÍA CELAYA BADIOLA
9 de agosto
1936 d.C.
Nació en
Azcoitia, Guipúzcoa. En 1903 entró como aspirante en
Villaverde de Pontones, Cantabria, y al año siguiente, con el
oficio de alpargatero, fue admitido al noviciado en Carabanchel Alto,
donde profesó como salesiano en 1906. En 1917 embarcó
para Camagüey (Cuba), de donde regresó dos años
después, por motivos de salud. Allí volvió
después de un segundo y largo período de estancia en
Carabanchel Alto. En 1934 fue destinado a Mohernando (Guadalajara).
Don José
María sufría desde hacía años de
parálisis progresiva. Por esta razón se le
permitió quedarse en el colegio, mientras el resto de la
comunidad abandonaba por primera vez la finca, expulsados por los
milicianos.
La definitiva
evacuación posterior del día 3 de agosto le forzó
a integrar la expedición a Madrid. El viaje, resultó para
don José María un tormento. Al llegar a la capital,
estuvieron primero en el centro de Izquierda Republicana y luego fueron
trasladados a la Dirección General de Seguridad. Su delicada
salud le impedía descender sin ayuda de un escalón. Un
joven insinuó que le pusieran una silla como peldaño.
Pero los milicianos, por toda respuesta, empezaron a echar la culpa de
la guerra a los frailes. Y a él, por creerle uno de los
sacerdotes ancianos, le acusaban de haber envenenado al pueblo con
sermones. La primera media hora en la Dirección General de
Seguridad la pasaron los detenidos de pie, cara a la pared, y con las
manos atrás. Don José María agobiado por su mal,
pedía insistentemente la medicina que tenía en la maleta.
Su ruego fue siempre desatendido.
A
las 2 de la madrugada, del día 4 de agosto, con otros salesianos
procedentes de Mohernando, don José María entraba en la
cárcel de Ventas. Aquí le esperaban al coadjutor nuevos
sufrimientos hasta su muerte. Viendo, precisamente, que su salud se
agravaba, le trasladaron inmediatamente a la enfermería, donde
una “extraña” inyección que le pusieron acabó con
su vida. Era el día 9 de agosto de 1936. Su cadáver
permaneció algún tiempo abandonado en el patio de la
enfermería. Insepulto, todavía fue objeto de insultos y
burlas groseras por parte de los milicianos. Beatificado por SS
Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007.