Nació
en Roma; y se llamaba Judith Adelaida Vannini, y pronto quedó huerfana
de padre y madre. Judit ingresó en el orfanato de las Hijas de la Caridad.
Obtuvo el título de maestra de asilo y el trato que tuvo, siendo todavía
joven, con las Hijas de la Caridad, la inclinó hacia la vida religiosa,
e inició el noviciado en el convento de Siena de las Hijas de la Caridad
en 1884, pero no pudo continuarlo por falta de salud. Probó nuevamente
pero tuvo que salir en 1888 por no conseguir adaptarse a sus exigencias.
Pero
su vocación se concretó en el encuentro que tuvo con el beato
padre Luis Tezza en Roma en 1891 con quien se entrevista por primera vez,
para pedirle consejo espiritual acerca de su vocación. Hacía
poco que el padre Tezza había recibido el encargo de refundar las terciarias
camilianas, y lo propone a Judit. Ella le responde que, aunque no se siente
capaz, confía en Dios.
En el carácter de Judit era el indicado para una fundadora:
mujer de oración y sacrificio, segura de sí misma y de su vocación.
Solicitadas las pertinentes autorizaciones del superior de los Camilianos,
Judit, con dos compañeras, formaron el núcleo de la nueva fundación
de la Congregación de Hijas de San Camilo, para servir a los enfermos.
El 2 de febrero de 1892, celebración de la conversión de san
Camilo, en la sala-santuario donde murió el santo, nació la
nueva familia camiliana con la imposición del escapulario, y ya en
marzo Judit, que tomó el nombre de Josefina, recibió el hábito
religioso y fue nombrada superiora. Cofundadora de la Congregación
de las Hijas de San Camilo dedicadas a la atención de los enfermos
(1892).
Las Reglas son redactadas por el Padre Luis Tezza, y la finalidad
es la "asistencia a los enfermos, incluso en sus domicilios". El instituto,
en medio de una gran pobreza, crece inmediatamente, a fin de ese mismo año
son ya 14 las religiosas, el año siguiente fundan fuera de Roma, en
Cremona, y continúa el crecimiento. Sin embargo el primer gran escollo
viene de parte del papa León XIII, que había decidido no aceptar
más fundaciones en Roma, y niega dos veces la autorización al
P. Tezza. La congregación parece que queda obligada a dejar Roma; sin
embargo, convertida en Pía Asociación, pueden permanecer.
Una nueva prueba vendrá de la mano de calumnias que
se alzan hacia la relación entre el P. Tezza y las religiosas, especialmente
con la beata Josefina. Sin ninguna investigación, el cardenal protector
de la Pía Asociación quita al P. Tezza el permiso de confesar
a las hermanas, y le prohibe todo contacto con ellas.
Con gran fortaleza espiritual, la fundadora prosigue adelante
con la obra, e incluso crece en esos años ampliándose por toda
Italia y Argentina. El 21 de junio 1909, después de tantas resistencias,
obtiene por fin el Decreto de erección del Instituto en Congregación
Religiosa bajo el nombre de "Hijas de San Camilo". La vida de Josefina no
está marcada por ningún hecho extraordinario. Fue, más
bien, una dedicación continua, silenciosa y personal a la congregación.
Murió en Roma y fue beatificada, también en Roma, el 19 de octubre
de 1994 por SS. Juan Pablo II.