BEATA JOSEFA NAVAL
GIRBÉS
24 de febrero
1893 d.C.
Nació en Algamesí (Valencia), en el seno de una modesta
familia. A los 13 años quedó huérfana de madre y
asumió el papel de una ejemplar ama de casa, cuidando a su padre
y a sus hermanos; para asumir esta labor se puso bajo la
protección de la Virgen del Rosario. La familia cambió de
domicilio y ella frecuentó la parroquia de San Jaime, donde tuvo
como director espiritual al párroco, don Gaspar Silvestre, que
orientó su vida en la oración y la participación
de los sacramentos.
A los 18
años hizo voto de virginidad, pero sin ser religiosa, para ser
como María que cuidaba de la familia de Nazaret. Oyó una
voz que le dijo: “Tienes que llevar a Dios a los demás”. Era
miembro de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Por consejo
de su párroco, abrió, en 1850, un taller de bordados con
el fin de formar humana y espiritualmente a las jóvenes de
Algamesí, ampliando esta labor con la enseñanza del
catecismo a las niñas y charlas de formación a las
mujeres, casadas y solteras; compaginó su apostolado con sus
deberes familiares y la parroquia. Cuando se definió en 1854 el
dogma de la Inmaculada, creó en su pueblo la “Corte de
María”, para fomentar y mantener el culto a la Inmaculada.
Fundó la asociación de Santa Rosalía de Palermo,
en su parroquia, ya que tenía gran devoción por esta
santa, y muchas de sus jóvenes alumnas sintonizaron con el ideal
de esta santa.
Se santificó como seglar que buscaba en todo
agradar a Dios, con el que vivía una íntima unión
a través de la oración. Se destacó por su amor a
los pobres y enfermos. En la epidemia de cólera de 1885, se
dedicó, con un grupo de alumnas, a atender a los apestados.
Llenó los conventos de clausura con jóvenes que ella
había formado; dos de sus alumnas fueron beatificadas por el
papa Juan Pablo II, por dar su vida por Cristo durante la guerra civil.
Se la define como "apóstol de la actividad parroquial".
Decía: “La parroquia es antes que vuestras casas. Tenéis
que amar a la parroquia como a vuestra madre, la tenéis que
ayudar en todo”. Se dice que perteneció a la Tercera Orden de
Santo Domingo. Murió en Algemesí. El 25 de
septiembre de 1988 fue beatificada en Roma por el Papa Juan Pablo II.