BEATA JOSEFA MARÍA DE SANTA INÉS
21 de enero
1696 d.C.



   Nació en Benigánim, Valencia, en el seno de una familia de humildes campesinos. Se sabe que aún niña quedó huérfana de padres. Fue sirvienta en casa de un tío, del que soportó malos tratos. Era analfabeta, y no aprendió otra lengua que el valenciano. Padecía epilepsia, y de aquí que era mal vista por el pueblo.

   Desde los catorce años tuvo visiones que continuarían de por vida; en la primera vio a Jesús Nazareno, por lo que anheló ser monja; después de varios intentos se incorporó a las Agustinas Descalzas de la Purísima Concepción y San José, en su tierra natal. Desempeñó labores como hermana lega, dedicada a labores domésticas; cursó el noviciado en 1643; al profesar, en 1645, se le otorgó el nombre de Josefa María de Santa Inés, por la pureza de la mártir romana. A causa de su inocencia, era llamada con cariño "la niña".

   Destacó por su espiritualidad, extrema obediencia al realizar los servicios en la cocina o el jardín, entre otros. En su arduo trabajo diario, estaba inmersa en Jesucristo; tenía continuos éxtasis y frecuentes revelaciones. Dios la favoreció con gran sensibilidad para el prójimo; oraba por quien se lo solicitaba; sus plegarias por las ánimas del purgatorio eran permanentes, pues decía que ella llevaba sus "cargamentos" y les ofrecía sus penitencias. 

   Sus austeridades corporales eran muy severas, y con frecuencia pasaba gran parte de la noche ante el Santísimo Sacramento. Tras de haberla sujetado a largos períodos de desolación y tentaciones, que la beata sobrellevó con gran paciencia, Dios le concedió un extraordinario don de profecía y discernimiento de espíritus. Esto hizo que la beata fuese consultada por los más nobles de los grandes de España cosa que la llenaba de confusión. Josefa María de Santa Inés murió a los setenta y un años de edad, el día de su patrona santa Inés en su convento. Fue beatificada en 1888 por León XIII.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)