BEATO JOSÉ
ARNER MARGALEF
1936 d.C.
7 de agosto
Nació el 3 de
septiembre de 1892 en Alcolea de Cinca (Huesca)
Profesó el 8 de septiembre de 1908
Sacerdote el 17 de julio de 1916
Martirizado el 7 de agosto de 1936 en San Saturnino de Osormort
(Barcelona)
El P. Arner nació el 3 de septiembre de 1892 en Alcolea de Cinca
(Huesca) y fue bautizado tres días después en la
parroquia de San Juan Bautista de dicha villa, perteneciente a la
diócesis de Lérida. Fue confirmado en la misma parroquia.
Sus padres fueron D. Antonio Arner, labrador, y Dª Josefa
Margalef, que tuvieron ocho hijos, ocupando José el cuarto lugar.
Ingresó en el postulantado de Barbastro el 27 de julio de 1903,
siendo prefecto el Beato Felipe de Jesús Munárriz,
sustituido en 1905 por el P. Ramón Ribera. Allí
cursó las Humanidades con resultados extraordinarios, cualidades
intelectuales excepcionales. En todos los cursos obtuvo el Meritissimus
Maior.
En el verano de 1907 fue a Cervera para hacer el noviciado. Tomó
el hábito el 7 de septiembre mientras sus compañeros lo
habían hecho el 30 de agosto, porque para esa fecha no
tenía la edad canónica. Su maestro fue el P. Mariano
Fernández. Terminado el año de prueba profesó el 8
de septiembre de 1908.
Los estudios filosóficos y teológicos los realizó
en el mismo colegio de Cervera hasta 1914, con notable aprovechamiento,
aunque, durante los estudios filosóficos, con frecuencia
tenía los ojos enfermizos, que le impedían estudiar con
asiduidad. En 1915 fue a Alagón a cursar el primero de
teología moral y en 1916 al Colegio Máximo de Aranda de
Duero para el año de Preparación al ministerio.
Al final del segundo curso de filosofía recibió la
primera tonsura y dos años después las órdenes
menores de manos del Exc.mo Armengol Coll, Vicario apostólico de
Fernando Póo. En Alagón recibió las órdenes
del subdiaconado el 20 de junio de 1915, del diaconado, el 11 de julio
de ese año de manos del citado Vicario apostólico y el
presbiterado el 17 de junio de 1916 de manos del Arzobispo de Zaragoza
Soldevilla Romero.
De Aranda pasó a Cervera como profesor de Lógica y
Metafísica, como sustituto del profesor enfermo. En 1918 fue
destinado a Alagón en calidad de auxiliar del prefecto de
moralistas y de predicador. Después del trienio fue enviado a
Barbastro, donde residió hasta 1925. A continuación fue a
Requena, y después fue nombrado superior de Alagón
para el trienio 1928-1931. Durante este tiempo desarrolló una
gran actividad apostólica con las misiones populares y otras
predicaciones. Al acabar el trienio fue nombrado prefecto de
estudiantes teólogos y moralistas de Cervera. En enero de 1934
fue a Vich como maestro de novicios. En esta ciudad le
sorprendió la persecución religiosa.
Virtudes
Era un excelente religioso, muy observante, para algunos muy exigente,
e incluso riguroso, en el cumplimiento de su deber. Era ejemplar en
todo y muy laborioso, a pesar de que su salud era regular. Como
Superior era celoso por el bien de sus súbditos.
Dispersión de la comunidad y huida
La tarde del 20 de julio salió de casa con el Coadjutor, P.
Casto Navarro, y los 31 novicios, todos con la sotana, y
postulantes por orden del P. Superior, en plan de fuga, aunque le
repugnaba pues la Guardia Civil había dado buenas palabras. Se
dirigieron a la Masía Pratdesaba, junto al castillo de
Saladeures, donde se acomodaron para pasar la noche. Antes de cenar
rezaron el Santo Rosario con la familia.
A la mañana siguiente celebró misa en la capilla del
castillo con asistencia de moradores y forasteros. Tuvieron que
abandonar aquella casa por la cercanía a la carretera y desde
ese día 21 estuvieron como trashumantes, con sotana los primeros
días, por los bosques, privados de todo y durmiendo a la
intemperie hasta que el comité, por intercesión de
personas piadosas, les permitió volver a Vich el día 28.
Durante esos días el P. Arner se preocupó del alimento
material y espiritual de todo el grupo de novicios. Todos los
días hicieron las prácticas piadosas habituales, pero con
más fervor. A todos les inculcaba que habían de estar
orgullosos de ser perseguidos personalmente por Cristo y que esta era
una gracia muy grande. El día 25, fiesta de Santiago
Apóstol, aprovechó el segundo punto de la
meditación para enaltecer la gloria del Apóstol, el
primero en derramar su sangre por Cristo, y animó a todos a
sufrir el martirio si era necesario.
El P. Arner quería pasar a Francia con los estudiantes, para lo
cual el día 26 envió al H. Rubio[1] a Vich para
hablar con el P. Superior, Manuel Mascaró, y este no lo
aprobó. Al día siguiente envió al P. Navarro, que
no pudo volver al grupo.
Detención, encarcelamiento y martirio
El día 28 por la tarde volvieron a Vich en un ómnibus que
dos mujeres, Ángela Lladó y Josefa Camarasa,
habían alquilado después de obtener el «pase»
del comité para los novicios. Advirtieron al P. Arner que no
viajara con los novicios por el peligro que corría su vida, pero
dijo que no podía abandonarlos en razón de su cargo. El
autobús fue revisado en el control situado en el puente de
Calldetenas, donde descubrieron su identidad avisando de ello al
chófer, pero para más seguridad un miliciano les
seguía en moto. Fueron llevados ante el comité.
El interrogatorio se desarrollaba bien, hasta que entró un
personaje gritando con malos modos ¿A dónde van tantos
frailes y monjas? Efectivamente, allí había monjas que
esperaban el pase. Desde ese momento cambió la situación.
¿Quién es el jefe de esta cuadrilla? Continuó el
recién llegado.
Soy yo, contestó el P. Arner.
Esto le valió un insulto grosero y un tratamiento a base de
empujones. A los novicios los dejaron libres y al P. Arner lo llevaron
al cuartelillo, en donde estaba el P. Navarro. Pasaron algunas horas
juntos, hasta que a eso de las once de la noche fueron llevados a la
cárcel.
En la cárcel los separaron. Al P. Arner lo colocaron no se sabe
dónde, pero a la mañana siguiente ofreció al P.
Navarro y al Sr. Rial su toalla para que pudieran lavarse y el desayuno
que le había sobrado. El día 29 hubo una nueva
distribución de las celdas y a los Padres les pusieron en celdas
contiguas, de manera que podían comunicarse con facilidad. Los
compañeros de cárcel supervivientes informan que el P.
Arner aparecía silencioso y pensativo y poco amigo de alternar
con los demás. Esa forma de ser estaba aumentada por sus
achaques. Gustaba de pasear a solas con ritmo claustral, dedicado a sus
rezos y meditaciones. Apenas se alimentaba, y aun lo poco que
comía, le hacía mal y lo tenía que vomitar.
Un día, conversando con un sacerdote detenido, le dijo:
Hoy he meditado en la oración de Jesús en el Huerto.
Pues siga Ud. meditando en la crucifixión y en la Muerte de
Jesús, por lo que pueda suceder, le respondió el avisado
sacerdote.
Por si alguno había olvidado el peligro que corrían, los
milicianos se lo recordaban todos los días, principalmente al
llevarles la comida, que era el momento de los insultos y amenazas.
Así les repetían el estribillo:
Si supiéramos que sois frailes, ahora mismo os
fusilaríamos.
La noche del 7 de agosto sacaron a los dos Padres y los fusilaron, como
ha referido uno de los que tal cosa hicieron. También lo
confirmó el carcelero a una piadosa señora que llevaba
alimentos a los Padres.
El día 8 fueron vistos dos cadáveres en la carretera de
Vich a San Hilario, en el término municipal de San Saturnino de
Osormort (Barcelona).