BEATO JORGE HAFNER
1942 d.C.
20 de agosto
Georg
Hafner nació en Würzburgo (Alemania). Al finalizar la I
Guerra Mundial, después de haber prestado el servicio militar
como ayudante por un año, ingresó a estudiar
teología y a formar parte de la asociación
católica estudiantil “Unitas”. Luego se adhirió a la
tercera orden del monte Carmelo.
En 1924 fue ordenado sacerdote. Durante los cuatro
primeros años como sacerdote (1924-1928) fue capellán en
Motten, Goldbach, Mürsbach y Altglashütten. En 1934 se lo
designó párroco en Oberschwarzach (Baviera).
El Padre Hafner vivió modestamente, centrado en la
oración y el sacrificio. Ante la pretendida obligatoriedad del
saludo nazi, dada su condición de sacerdote, él se opuso
a realizar tal saludo y entró en conflicto con el régimen
nacional socialista. Su escuela fue cerrada, pero Hafner
continuó enseñando usando para ello la torre superior de
la iglesia. En 1941 esta alternativa también fue prohibida. La
situación del sacerdote era cada día más
arriesgada, sus iniciativas molestaban al régimen nazi.
El 31 de octubre de 1941 Hafner fue detenido. La
Policía Secreta del Estado lo acusaba de haber incitado a la
población contra los abusos cometidos por esa oficina causando
un debilitamiento en el “frente interno”. El Vicario General Franz
Miltenberger inmediatamente pidió la libertad del detenido, pero
apenas seis semanas después ya estaba llegando a Dachau.
Cuando el Padre Hafner llegó a Dachau, dos guardias le cayeron
encima y lo golpearon en la cara, hasta hacerlo sangrar. Hafner nunca
se quejó. Los sobrevivientes de Dachau lo evocan como un hombre
sensible y profundamente religioso. En el campamento Hafner se
sentía constantemente atacado por el hambre durante el invierno
de 1941-42. Todo lo soportó hasta que a las 7:20 de la
mañana del 20 de agosto de 1942, víctima del maltrato, la
desnutrición, los flemones y otras múltiples enfermedades
posiblemente causadas por la calidad del agua, en la más
absoluta soledad entregó su alma al creador quien para los nazis
era tan solo el prisionero 28876.
Apenas seis meses antes había escrito: "la
comodidad, la fuerza y todo lo que necesitamos lo encontramos en la
oración y en la devoción a Dios… No queremos ni condenar
un ser humano, ni sembrar el rencor contra quien quiera que sea.
Más bien queremos ser buenos con todos".