BEATO JORDÁN DE SAJONIA
13 de febrero
1237 d.C.
Parece que
nació en Burgberg, Sajonia. Comenzó sus estudios en la universidad
de París y en 1220 era ya maestro en Artes y bachiller en Teología.
En 1219, se encontró con santo Domingo de Guzmán en París,
y de este encuentro surgió su vocación religiosa. Hacia tiempo
que iba buscando acertar con el camino que debía llevar y entonces,
sin pedirlo, se lo señalaron. "Ordénate diácono y sigue
a Jesucristo", en Roma, el propio santo Domingo lo ordenó diácono.
Poco después, el mismo Jordán pidió ingresar en los
dominicos en París. Era novicio cuando en el 1221, en el capítulo
general de Bolonia, le nombraron provincial de Lombardía. Durante
su gobierno, a causa de la posesión diabólica de uno de los
frailes, introdujo la costumbre del canto de la "Salve Regina" tras las completas. Santo Domingo
murió en 1222 (habían pasado dos años desde que Jordán
había iniciado su noviciado), cuando Jordán fue elegido por
unanimidad Maestro general de los dominicos, cargo que ejerció hasta
su muerte, en el tercer capítulo general celebrado en París
en 1222.
Durante
su mandato se fundaron 249 conventos, se instituyeron cuatro nuevas provincias
y se reforzaron los conventos ya existentes. En el convento donde moraba
eran tantos los jóvenes que ingresaban y los profesos que salían
para abrir nuevas fundaciones que alguien lo comparó "con una colmena
de abejas"... la Orden progresó rápidamente, difundiéndose
en Alemania, Dinamarca e Inglaterra. Fue un predicador eficaz y uno de sus
sermones conquistó a san Alberto Magno. Fue muy virtuoso viajó
por diversos centros de estudio: Colonia, Oxford y quizás Nápoles,
Padua y Vercelli. Y por encima de todo, la caridad fue su auténtica
conquista. Un día encontró un mendigo aterido de frío
y le dio el manto. El mendigo al momento lo vendió y se emborrachó.
Ante las recriminaciones de los frailes -que conservaban su manto-, Jordán
les contestó: "Es preferible perder el manto que el amor".
A pesar
de tanta bondad también sabía ser duro y firme en todo lo que
se refería a los intereses de la Orden y la Iglesia. Así lo
fue con Federico II y con los superiores que no trataban de serlo según
debían. A un procurador que le pidió que lo relevara del cargo
le contestó: "Hijo mío, este cargo lleva consigo cuatro cosas:
la negligencia, la impaciencia, el trabajo, el mérito; yo te descargo
de las dos primeras... pero te dejo las otras dos". El beato Jordán
fue dotado, sobre todo, de una cualidad especial para conmover a los oyentes,
de esta forma despertó la vocación en muchos jóvenes.
Fue testigo directo de los milagros que se obraron por intercesión
de santo Domingo, una vez muerto, y promovió su proceso de canonización.
Tuvo una intensa correspondencia con la beata Diana D’Andalo. Escribió
"Orígenes de la Orden de Predicadores". "In Prisianum minorem".
"Epistolario". Murió en un naufragio en Siria después
de una peregrinación a Tierra Santa. El culto que se le tributaba
al beato Jordán desde muy antiguo fue confirmado por SS León
XII el 10 de mayo de 1826. El capítulo general dominicano de 1955
lo declaró patrón de la obra de las vocaciones dominicanas.