BEATO JOAQUÍN BERRUEZO PRIETO
1936 d.C.
31 de agosto
Nacido y bautizado en Olula
de Castro, la pronta muerte de su padre lo vinculó a su piadosa madre,
doña Carmen, que lo educó santamente. Estudió en el
Colegio de Seises de la Catedral de Almería y en el Seminario de san
Indalecio. Ya como seminarista dio pruebas de su afán evangelizador,
propagando el apostolado de la Buena Prensa por diversos lugares.
Ordenado presbítero el veinte de mayo de 1921, el tres
de junio cantó su primera Misa en Santa Cruz de Marchena. Doctorado
en Teología y eminente orador sagrado, poseía una gran cultura
y agudos conocimientos de los místicos españoles. Además,
era un fiel amante de la Sagrada Liturgia. Ingresó en la Hermandad
de Operarios Diocesanos, siendo destinado a los Seminarios de Segovia, Sevilla,
Astorga y Belchite.
Reintegrado al clero diocesano por enfermedad de su madre, y
tras ser Ecónomo de su pueblo natal, fue nombrado Cura Regente de
Níjar en 1935. A pesar de la brevedad de su ministerio, es difícil
sintetizar la afectuosa memoria que guardan de él los nijareños.
Presbítero simpático, nadie acertaba a descubrir cuando dormía
o comía; pues todo lo entrega a los demás. Dinámico
y amigo de la juventud, hasta parte de sus ingresos acababan en la Casa del
Pueblo para socorrer a los parados.
Iniciada la Persecución Religiosa, las autoridades locales
no se atrevieron a prenderlo y le pidieron que se marchase. La niña
Francisca Herrero Ruiz recordaba así su despedida de Níjar:
«Yo le saludaba entre lágrimas y él me dijo: “No te apures,
hija mía” y señaló con la mano hacia el cielo. »
Refugiado primero en Almería y luego en Santa Cruz de Marchena, fue
detenido el seis de agosto de 1936. Tres días después, en el
convento de las Adoratrices, pudo despedirse de su queridísima madre
y lo trasladaron al barco Astoy Mendi. Desde allí partió hacia
la gloria del martirio a sus treinta y siete años.