BEATO JENARO
MARÍA SARNELLI
30 de junio
1744 d.C.
Jenaro
Sarnelli, hijo del Barón de Ciorani, nació en
Nápoles. A los 14 años, tras la beatificación de
Francisco Regis, decidió hacerse jesuita. Disuadido por su padre
debido a que era demasiado joven, comenzó los estudios de
Derecho y obtuvo el doctorado en ambos Derechos en 1722. Se
distinguió entre los abogados. Se afilió a la
Congregación de Caballeros de las Profesiones de juristas
y de médicos, dirigida por los Píos Operarios en San
Nicolás de Toledo. En el reglamento de esta asociación
existía la obligación de visitar a los enfermos del
hospital de los Incurables. Aquí fue donde escuchó la
llamada de Dios que lo quería sacerdote.
En septiembre de 1728 ingresó en el seminario
incardinándose en la diócesis del cardenal Pignatelli
como clérigo de la parroquia de San'Anna al Pallazzo. El 4 de
junio de 1729, a fin de poder estudiar en un ambiente más
tranquilo, se trasladó al Colegio de la Santa Familia,
más conocido por el nombre de Colegio de los Chinos, y el 5 de
junio comenzó el noviciado en la congregación de las
Misiones Apostólicas. El 28 de mayo de 1731 terminó el
noviciado y el 8 de julio del año siguiente fue ordenado
sacerdote.
Durante todos estos años, además de visitar
a los enfermos, se comprometió con la ayuda a los niños
obligados a trabajar en edad tan temprana enseñándoles el
catecismo. Visitaba también a los ancianos de la residencia de
retiro de San Jenaro, así como a los condenados a galeras y a
los enfermos del hospital del puerto. En estos años
entabló estrecha amistad con san Alfonso María de Ligorio
y con su apostolado. Se consagraron juntos a la enseñanza del
catecismo a los adultos organizando las "capillas del atardecer".
Tras su ordenación, el cardenal Pignatelli lo
nombró Director de enseñanza religiosa en la parroquia de
los Santos Francisco y Mateo en el barrio español.
Conoció, de esta forma, la corrupción tan extendida entre
la juventud y decidió emplear todas sus energías en
combatirla. En este tiempo (1733), defendió tenazmente a san
Alfonso ante las críticas injustas que le venían debido a
la reciente fundación de la Congregación del
Santísimo Redentor en Scala el 9 de noviembre de 1732. En junio
de ese mismo año se retiró a Scala para ayudar al amigo
durante las misiones de Ravello.
Tras su ingreso en los Redentoristas, en abril de 1736, se
consagró íntegramente a las misiones parroquiales y a
escribir en favor de las "jóvenes en peligro". Escribió
también sobre temas de vida espiritual. Se dedicó de tal
forma al trabajo, que llegó al punto de morir. Con el
consentimiento de san Alfonso, volvió a Nápoles para
algún breve tratamiento médico comenzando de nuevo su
apostolado en pro de la salvación de las prostitutas.
Tomó parte en el trabajo propio del apostolado de los
redentoristas por medio de las Apostólicas Misiones, propagando
las meditaciones en común entre los laicos y publicando "El
mundo santificado". Con otro escrito suyo emprendió una
campaña contra la blasfemia. En 1741 preparó y
participó con san Alfonso en la gran misión
predicada en los pueblos del entorno de Nápoles como
preparación para la visita pastoral del Cardenal Spenilli. A
pesar de su frágil salud, continuó en el ministerio de la
predicación hasta su muerte cuando, muy enfermo, volvió a
Nápoles. Sus restos mortales se conservan en Ciorani, en la
primera iglesia redentorista.
Jenaro María Sarnelli dejó 30 obras escritas sobre temas
como la meditación, la teología mística, la
dirección espiritual, la ley, la pedagogía además
de otros temas morales y pastorales. Debido a su actividad social en
favor de la mujer, se le considera como uno de los autores que
trataron este tema de forma más completa en la Europa de la
primera parte del siglo XVIII. Fue beatificado por SS Juan Pablo
II el 12 de mayo de 1966.