BEATO JACOBO ZHOU
WEN-MO
31 de mayo
1801 d.C.
Nació en Suzhou (Jiangnan, China), en el seno de una familia
pagana. Se convirtió a la fe católica y, como
consecuencia, ingresó en el seminario diocesano de Pekín,
siendo uno de los primeros sacerdotes chinos en ser ordenado. El obispo
de Pekín, vio en él que tenía las dotes necesarias
para encargarse de la evangelización de Corea del sur, y por
ello le encomendó esta misión para que fortaleciera en la
fe a los católicos que allí se encontraban, solos y sin
pastor.
En febrero de 1794 marchó a esta misión, y
mientras esperaba que el río Ammok, se descongelara, se
ocupó de los católicos residentes en el distrito de
Liaodong. En diciembre de este año pudo entrar en Corea,
acompañado del beato coreano Sabas Ji Hwang, que había
ido a su encuentro. Se estableció, vestido como un paisano, en
casa del beato Matías Choe In-gil y estudió el coreano. A
causa de las detenciones de los cristianos, el P. Jacobo llevo a cabo
su misión en total secreto, pero siempre con gran fervor.
Recorría los pueblos y aldeas para administrar los sacramentos,
escribió un Catecismo en coreano, organizó el
“Myeongdohoe·, un centro para laicos donde se estudiaba las
Sagradas Escrituras y la doctrina de la Iglesia. En seis años
los católicos coreanos crecieron de 4.000 a 10.000.
A pesar de las medidas de seguridad, las autoridades
coreanas buscaban la manera de arrestarlo, al no encontrarlo,
detuvieron a sus compañeros: Pablo Yun Yu-il, Sabas Ji y
Matías Choe, que fueron martirizados en 1795. En 1801,
estalló la llamada persecución Shinyu. Los creyentes eran
detenidos, torturados de forma cruel, para que revelaran el escondite
de nuestro sacerdote. A principio Jacobo creyó conveniente
regresar a China, pero pronto cambió de idea: “Debo compartir el
destino de mi rebaño y frenar la persecución y su
martirio”.
El 11 de marzo de 1801, se presentó ante las
autoridades. Fue interrogado y torturado para que revelara los nombres
de los creyentes, así como los lugares de encuentro, pero
él se mantuvo firme, tranquilo y siempre respondía con
sabiduría y prudencia, manifestando que su amor al pueblo
coreano le había impulsado a anunciarles la verdad
salvífica de Cristo. Fue decapitado en Saenamnteo, junto al
río Han. Tenía 49 años. Se cuenta que en el
momento en el que fue decapitado el cielo se nubló y
estalló una tormenta con granizo. Cuando las nubes
desaparecieron apareció un arco iris inmenso. Fue beatificado
por SS Francisco el 16 de agosto de 2014.