BEATO JACOBINO DE CANEPACI
3 de marzo
1508 d.C.



   Natural de Piasca, antes parroquia de Crevacuore, y después en la de Ayloche en el Piamonte. Siendo ya un joven maduro y atraído por la especial devoción que conoció que los carmelitas profesaban a María, pidió ser acogido entre ellos. Desde un principio rogó ser admitido como hermano de obediencia y se puso al servicio de todos y a disposición incondicional tanto de los superiores como de todos los demás hermanos.

   Al profesar, el primer oficio que le encargaron los superiores fue el de limosnero. Malos tiempos aquellos para la débil economia conventual. Abundaban también las pestes y otras enfermedades. Todo ello contribuía a la penuria que reinaba en casi todos los conventos. Fray Jacobino recorría, con gran sacrificio y bondad, calles y plazas, tanto de Vercelli como de otros pueblos vecinos, para recoger cuantas limosnas le daban los buenos cristianos. Con estas limosnas, además de ayudar a su propia comunidad, ayudaba también, con permiso de los superiores, a cuantos pobres encontraba a su paso.

   Otro cargo que también desempeñó con la admiración de todos fue el de portero del convento de Vercelli durante muchos años. El sabía muy bien que cuantos visitan los conventos la imagen que se llevan de él es lo que les ha dado el Hermano portero. El Hno. Jacobino procuraba dar buen ejemplo siempre y a todos con su afabilidad, humildad y exquisito trato. Todos quedaban admirados de su bondad y le tenían por santo; y según dicen sus biógrafos “brilló por la santidad admirable, aunque desconocida de los hombres”. Se sabe que daba a los pobres su propia ración de pan y vino y que oró y trabajó mucho. Murió en tiempo de peste y fue sepultado en un lugar digno. Sobre su tumba se obraron muchos milagros. Algunos autores lo equivocan con Jacobino de Luino, pero no es el mismo. SS Gregorio XVI aprobó su culto «ab inmemoriabili» el 5 de marzo de 1845.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)