SAN JACINTO
CASTAÑEDA PUCHASONS
7 de noviembre
1773 d.C.
Jacinto nació
en Játiva (Valencia) en 1743. Profesó en la Orden de
Predicadores en 1759, en el convento de Santo Domingo de su ciudad; se
formó en las ciencias sagradas en la universidad de Orihuela. Su
ilusión era ser misionero y morir mártir por la fe.
En 1761, se
embarcó para Filipinas, llegó a Manila, después de
dos años de navegación y un naufragio. En 1763
continuó sus estudios teológicos en la universidad de
Santo Tomás de Aquino en Manila. En 1764, fue ordenado
presbítero en Cebú, y lo destinaron a las misiones de
China, junto con José Lavilla, donde fue detenido y conducido a
la cárcel de Fogén. En 1769 fue desterrado de China, y
regresó a Macao. En 1770, marchó al Vietnam, donde
aprendió la lengua del país. En 1773 fue capturado cuando
administraba los sacramentos, enjaulado y conducido a la cárcel
de Hung-yen, donde coincidió con Vicente Le Ouang Liem.
Fueron liberados porque el mandarín los consideró
“personas honradas y mortificarlos no conduciría a destruir la
religión cristiana”. Después de un tiempo de bonanza,
siguieron predicando el Evangelio, hasta que fueron detenidos de nuevo
y en unas jaulas fueron llevados a Hanoi. Como fray Jacinto hablaba con
soltura la lengua del país, lo consideraron un literato. El rey
dispuso que se celebrara una polémica interreligiosa: frente a
los dos dominicos había un budista, un confucionista y un
taoísta. Su éxito fue manifiesto, hasta uno de los
príncipes asistentes tuvo que admitir que la religión
cristiana superaba a las otras. La reina madre ordenó su muerte,
porque fray Jacinto le había dicho que sólo se salvaban
los que estaban unidos a Cristo. Fue degollado en Hanoi, junto con el
dominico Vicente Le Ouang Liem. A la misma hora que tenía lugar
el martirio, la madre de Jacinto tocó las campanas de la
colegiata de Játiva, con el presentimiento de que algo le estaba
ocurriendo a su hijo. Están sepultados en la iglesia de
Tru-Linh.