BEATO ISIDRO COSTA HOMS
1936 d.C.
11 de noviembre
Nació el 5 de
enero de 1909 en Taradell (Barcelona)
Profesó el 16 de mayo de 1931
Fusilado el 11 de noviembre de 1936 en Cervera (Lérida)
El H. Costa nació en Taradell (Barcelona) el día 5 de
enero de 1909 y a los tres días fue bautizado solemnemente en la
parroquia de San Ginés de Taradell, de la diócesis de
Vich. Sus padres fueron D. Juan Costa, jornalero, y Dª Dolores
Homs.
Antes de entrar en la Congregación había sido
electricista y panadero en Vich y había estado de mozo, criado,
en varias masías, como La Roca o el Vivet, de donde salió
para el noviciado.
Ingresó en el noviciado de Vich. Tomó el hábito el
15 de mayo de 1930 e inició el noviciado bajo la
dirección del P. Ramón Ribera, al final del cual
emitió la profesión el 16 de mayo de 1931.
Después de la profesión fue destinado en 1932 a Solsona
con el cargo de ayudante del H. Cocinero. Al año siguiente fue
trasladado a Cervera y en 1934 fue mandado a La Selva del Campo, pero a
finales de año volvió a Cervera. En 1936, antes del
estallido de la persecución marxista, estaba en su nuevo destino
de Vich como ayudante del cocinero, el inteligente H. Casals.
Cualidades y virtudes
Su maestro de novicios le juzgaba de buen carácter, laborioso,
dócil, basto y brusco con modales payeses por falta de
educación. A finales de 1932 el P. Provincial lo valora muy bien
en salud, conducta y disposición al trabajo. Un religioso
ejemplar, muy piadoso, que conservó siempre el espíritu
del noviciado.
En el refugio de el Vivet dio buenos ejemplos de piedad y virtud. Su
bondad ya era conocida de cuando estuvo de mozo allí. Se
distinguía por su caridad.
Dispersión de la comunidad y refugio
Cuando se dispersó la comunidad de Vich el día 21 de
julio de 1936, el H. Costa se fue a refugiar directamente a el Vivet,
de donde había marchado para el noviciado. Al llegar el H.
Casals al lugar y escasear el espacio, el H, Costa pasó a la
casa de campo La Roca, donde le emplearon en las faenas del campo.
Durante este tiempo llevó vida piadosa y procuró que la
familia rezara el santo rosario con él.
El H. Costa tenía pasaporte, o sea el imprescindible pase o
salvoconducto para desplazarse. En efecto, tenía el carnet de la
F.A.I, o del sindicato agrícola revolucionario[1], del sindicato
de la U.G.T. como labrador, por lo que se había puesto tan
moreno y le habían salido tantos callos que nunca le pidieron el
pase[2]. Así sirvió de enlace. Casi todos los
sábados iba a Vich, donde se movía con mucha libertad y
conocía a mucha gente por sus oficios anteriores. A Barcelona
fue varias veces y se ofreció para ir a La Selva del Campo
para informarse de la suerte de los Misioneros de aquella casa. Se
llegó hasta Montblanc, donde se enteró de la muerte del
estudiante claretiano Jaime Franch, hijo del Sr. Franch, dueño
de el Vivet, donde estaban refugiados algunos Misioneros.
Último viaje, detención y martirio
Animado por el éxito de sus anteriores viajes decidió ir
a Mas Claret para informarse y dar una mano a sus hermanos religiosos.
Para ello fue a pedir permiso a la autoridad del P. Agustí,
consultor provincial, quien se lo dio con reservas. Como era resuelto y
no tenía miedo, el día 8 de noviembre se despidió
de sus bienhechores de La Roca, quienes intentaron convencerle del
peligro que corría. Al partir, como despedida, les dijo:
Si no he regresado el martes de la semana siguiente, ya podéis
rezarme el padrenuestro.
El día 9, hacia media tarde, llegó a Vergós,
pueblecito cercano a Mas Claret, y se hospedó en la casa del Sr
Ramón Pomés[3], que frecuentaba mucho la finca. Como el
H. Costa se sentía seguro viajaba al descubierto, por lo cual
fue reconocido en Vergós. Un vecino le preguntó al Sr.
Ramón:
¿No es este hombre uno de los Hermanos de Mas Claret?
No, es un dependiente que yo tuve en Barcelona, respondió.
El día 10 lo pasó en casa controlando las cuadras,
gallineros y otros animales.
La familia Pomés intentó disuadir al H. Costa de ir a la
finca, pero no consiguió nada ante su decisión y es que
el Hermano ignoraba que el 19 de octubre habían fusilado a 19
Misioneros, quedando sólo el H. Bagaría. El H. Costa,
todo resuelto, le dijo:
No tenga miedo, voy muy documentado, no me pasará nada.
Mire Vd., que aquí en Cervera, el Comité no respeta
carnets, ni documentos de ninguna clase, dijo el Sr Ramón.
¡No me importa que me cojan, moriré si Dios quiere,
moriré por Dios!
El día 11 se dispuso a salir diciendo: Me voy, al
mediodía estaré aquí para comer.
Llegó a la finca de Mas Claret y al principio no le reconocieron
los criados. Siguió allí con la idea de encontrar al H.
Bagaría. Entonces pensaron que era un desconocido y mandaron a
un tal Serra, que fue detrás de él pistola en mano y le
dijo:
¡Manos arriba! ¿Qué busca?
Busco trabajo
¡Documentos!
El H. Costa sacó la documentación, pero al comunista no
le convenció y lo encerró en una habitación.
Llamó al antiguo criado Tomás Aresté y le dijo:
¿Conoces a este?
Sí, es de la Universidad, respondió este criado que era
un bendito y de no muchos alcances.
Para estar seguros de que era religioso, le sometieron a una prueba
“clásica”, hacerle blasfemar, a lo que el H. Costa se
negó.
Cuando hacia la una y media de la tarde cuatro pistoleros le llevaban a
fusilar en la era cerca de la casa, el H. Costa pudo ver al H.
Bagaría en el patio de la casa y así se despidieron.
Antes de ser fusilado el H. Costa, que estaba tranquilo y
sereno, les dijo a los asesinos
que le perdonasen, que él, por amor de Dios, les perdonaba a
todos.
El Serra fue el primero en disparar con su pistola al que
inmediatamente siguieron las descargas de los fusiles de los otros
tres. Todo había acabado a la una y media de la tarde.
Hacia las tres le enterraron allí mismo no sin antes haberle
despojado de todo lo que les pareció útil.