La palabra indulgencia quiere decir perdón.
¿En
qué consiste la indulgencia?
La
indulgencia consiste en esto: cuando alguien comete un pecado y se
arrepiente, Dios le perdona, pero le queda algo que pagar. En efecto,
somos colaboradores de Dios no solamente en el plan natural, sino
también en el plan sobrenatural, relacionado con nuestra
salvación.
Pues bien, ¿cómo pagar? Mediante el sufrimiento y las
buenas obras. Además, ¿hay que pagar personalmente o
también otros pueden ayudarnos a pagar nuestra deuda?
Según la Palabra de Dios, también los demás nos
pueden ayudar a pagar nuestras deudas. Existe un intercambio de ayuda
entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la
Iglesia. Pues bien, la autoridad de la Iglesia, utilizando el poder que
Cristo le ha dado, establece ciertas condiciones (confesión,
comunión, ciertas oraciones) para que uno pueda aprovechar del
tesoro de la Iglesia, representando por los méritos de Cristo,
la Virgen y los santos, y así queda completamente libre de toda
mancha de pecado. En esto consiste precisamente la indulgencia que da
la Iglesia.
Al presente, me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes; completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, para bien de su cuerpo, que es la Iglesia (Col 1,24).
¿Cuántos
tipos de indulgencia existen?
Existen dos tipos de indulgencia: indulgencia plenaria e indulgencia parcial.
¿En
qué consiste la indulgencia plenaria?
La indulgencia plenaria consiste en borrar toda mancha de pecado.
¿En
qué consiste la indulgencia parcial?
La indulgencia parcial consiste en borrar parte de lo que uno debe a causa de sus pecados.
¿Quién
establece si mediante ciertos actos se consigue la indulgencia plenaria
o parcial?
Es la autoridad eclesiástica, que establece ciertas normas concretas para lograr la indulgencia plenaria o parcial en favor de uno mismo o de algún difunto.
Y
si alguien, por su cuenta, hace ciertas oraciones o cumple algunas
obras buenas en favor de sí mismo o de algún difunto
tiene valor?
Sí;
todo el bien que se hace en provecho personal o de los difuntos, tiene
valor.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)