¿QUÉ ENSEÑA LA IGLESIA
SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD?
La homosexualidad
Una breve síntesis sobre cuál es la verdadera enseñanza
de la Iglesia sobre un tema tan polémico y actual como la homosexualidad.
Aquí presentamos citas de la Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica
y la Congregación para la Doctrina de la Fe para conseguir un claro
entendimiento de qué es lo que la Iglesia cree y cómo hemos
de tratar a las personas homosexuales desde una perspectiva pastoral. Al final
del tema, encontrarás algunas preguntas para comentar en grupo.
Vamos a estudiar las afirmaciones fundamentales de la Iglesia sobre la homosexualidad
y su práctica. Comenzaremos aclarando algunos términos referidos
a la homosexualidad para entender claramente de qué hablamos.
1. Clarificación de los términos (entrevista a Mons Reig,
Alba, febrero 2005)
1) Las personas con inclinación homosexual: la Iglesia ama y respeta
a todas las personas también las que sienten inclinación homosexual,
por eso "deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza. Se
evitará respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta"
(Cat. Igl. Cat. n. 2358). Es decir, hay que respetarlas, ayudarlas y apreciarlas
como a hijos de Dios que son. Su inclinación homosexual no les resta
ni un ápice de su inalienable dignidad de personas.
2) La inclinación homosexual propiamente dicha: esta inclinación
es "objetivamente desordenada" (Cat. Igl. Cat. nº 2358). Con todo, hay
que aclarar que la sola inclinación homosexual, aunque objetivamente
desordenada, no constituye materia de pecado. Hay que prestar ayuda psicológica
y espiritual a las personas con esta inclinación que lo soliciten.
Multitud de psicólogos y psiquiatras afirman, por experiencia propia,
que la inclinación homosexual se puede curar.
«La particular inclinación de la persona homosexual, aunque
en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más
o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde
el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe
ser considerada como objetivamente desordenada» (CDF, Atención
pastoral a las personas homosexuales, n. 3).
3) Las prácticas homosexuales: Es una cuestión distinta, pues
ya se trata de materia grave de pecado. La Iglesia enseña a la luz
de la Palabra de Dios que se trata de "depravaciones graves"; "los actos homosexuales
son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural.
(...) No pueden recibir aprobación en ningún caso" (Cat. Igl.
Cat. n. 2357).
«Como sucede en cualquier otro desorden moral, la actividad homosexual
impide la propia realización y felicidad porque es contraria a la sabiduría
creadora de Dios. La Iglesia, cuando rechaza las doctrinas erróneas
en relación con la homosexualidad, no limita sino que más bien
defiende la libertad y la digitad de la persona, entendidas de modo realístico
y auténtico» (CDF, Atención pastoral a las personas homosexuales,
n. 7).
4) El lobby gay: algunos homosexuales, una minoría, sin duda, se
organizan en distintas asociaciones que coordinadas entre ellas constituyen
verdaderos grupos de presión social, mediática y política,
es el llamado lobby gay. La presión del lobby homosexual, su poder
fáctico, se extiende por doquier. En España estamos sufriendo,
cada vez más, las consecuencias de esta perversa ideología.
5) La así llamada cultura gay es el fin último al que desea
llevarnos el lobby gay. Una civilización gay donde sea "natural" y
universalmente aceptada y practicada la homosexualidad o, al menos, la bisexualidad.
Claro está, si la homosexualidad es tan natural y aceptada como la
heterosexualidad, la lógica política es implacable: hay que
propiciar legislativamente que se explique a los niños en los colegios
que la homosexualidad es "natural" y así debe ser enseñado a
los niños en los colegios.
2. El Catecismo de la Iglesia Católica
2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que
experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia
personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los
siglos y las culturas. Su origen síquico permanece ampliamente inexplicado.
Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones
graves (cf Gn 19,1-29; Rm 1,24-27; 1 Co 6,10; 1 Tm 1,10), la Tradición
ha declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente
desordenados" (CDF, decl. "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural.
Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una complementariedad
afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobación en ningún
caso.
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias
homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente
desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica
prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se
evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta.
Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su
vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor,
las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante
las virtudes de dominio, educadoras de la libertad interior, y a veces mediante
el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental,
pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
Hay que llamar la atención sobre una corrección que hizo la
“Edición típica” del Catecismo respecto de la primera edición.
En el número 2358 se cambió:
«Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias
homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta
constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba»
-por-
«Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias
homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente
desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica
prueba».
3. ¿Condena la Biblia la homosexualidad?
La Sagrada Escritura, que debe ser leída dentro de la Tradición
de la Iglesia, enseña que la práctica de la homosexualidad es
un grave desorden que aparta de la comunión con Dios y con el pueblo
santo. Todos conocemos el caso de Sodoma y Gomorra, aunque hay un caso semejante
conocido como el “Crimen de los Benjaminitas de Guibeá” , que quisieron
abusar sexualmente de un forastero violando así la hospitalidad (ver
Jueces 19, 22-24 y el desenlace de la historia).
El Antiguo Testamento, además, lo califica como abominación.
San Pablo, en el Nuevo Testamento, repite la condena de la homosexualidad:
«No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras,
ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces
heredarán el Reino de Dios» (1 Co 6,9-10). De esto habla el número
2357 del Catecismo.
Sin embargo no es tan sencillo: el texto de San Pablo podría al mismo
nivel a los ladrones o avaros que los homosexuales, por tanto no sería
una condena tan seria como parece. Esto, que argumentan algunos cristianos
que se apartan de la comunión y la enseñanza de la Iglesia,
es una objeción importante. Pero la respuesta es clara. Como enseña
la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), «la doctrina
de la Iglesia sobre este punto no se basa solamente en frases aisladas, de
las que se pueden sacar discutibles argumentaciones teológicas, sino
más bien en el sólido fundamento de un constante testimonio
bíblico» (CDF, Atención pastoral a las personas homosexuales,
n. 5). Además, este testimonio bíblico ha sido comprendido
así de modo continuado y unánime por la tradición judía
y cristiana.
4. La homosexual, ¿es innata o adquirida?
El sentido común nos dice que cuando una mujer va a hacerse la ecografía
o da a luz, se le pregunta ¿es niño o niña? Es decir,
se nace niño o niña. Si se da un caso en que cupiera alguna
duda, estaríamos ante lo que la medicina llama “monstruo” (sin por
eso menospreciar en absoluto su dignidad personal).
Que uno nace homosexual es uno de los slogan que desde la cultura gay se
vienen repitiendo hasta ser aceptado como una verdad absoluta por muchas personas
de la sociedad. Esto no se ha probado, y de hecho el cambio de muchos homosexuales
a la heterosexualidad demuestra lo contrario, pero ¿y en los demás
casos?
Nos dice el documento Atención pastoral a las personas homosexuales
de la Congregación para la Doctrina de la Fe:
«Algunos sostienen que la tendencia homosexual, en ciertos casos,
no es el resultado de una elección deliberada y que la persona homosexual
no tiene alternativa, sino que está forzada a comportarse de una manera
homosexual. Como consecuencia se afirma que ella, no siendo verdaderamente
libre, obraría sin culpa en estos casos.
Al respecto es necesario volver a referirse a la sabia tradición
moral de la Iglesia, la cual pone en guardia contra generalizaciones en el
juicio de los casos particulares. De hecho en un caso determinado pueden
haber existido en el pasado o pueden todavía subsistir circunstancias
tales que reducen y hasta quitan la culpabilidad del individuo; otras circunstancias,
por el contrario, pueden aumentada. De todos modos se debe evitar la presunción
infundada y humillante de que el comportamiento homosexual de las personas
homosexuales esté siempre totalmente sujeto a coacción y por
consiguiente sin culpa. En realidad también en las personas con tendencia
homosexual se debe reconocer aquella libertad fundamental que caracteriza
a la persona humana y le confiere su particular dignidad. Como en toda conversión
del mal, gracias a esta libertad, el esfuerzo humano, iluminado y sostenido
por la gracia de Dios, podrá permitirles evitar la actividad homosexual»
(CDF, Atención pastoral a las personas homosexuales, n. 11).
5. En resumen
• Toda persona merece respeto y reconocimiento, también
aunque tenga tendencias desordenadas como la homosexual.
• La tendencia no es en sí misma pecado, pero es
una tendencia objetivamente desordenada.
• Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados.
Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida.
No proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden
recibir aprobación en ningún caso.
• No está probado que la homosexualidad sea innata;
y aun en ese caso, queda la libertad de la persona para vivir la castidad.
6. Preguntas
1. ¿Qué es lo que la Iglesia quiso corregir
cuando cambió la redacción del número 2358 del catecismo?
2. ¿Qué cosas destacarías de lo que
se trata en el tema?
3. ¿Es admisible la ley que permite a dos personas
del mismo sexo contraer matrimonio? ¿Y la ley de parejas de hecho,
que da un reconocimiento civil y unos derechos a estas uniones?
4. ¿Qué dudas te quedan sobre el tema?