III
Conde de
Saboya. Nació en el castillo de Avigliana en el Piamonte. Quiso
ser religioso pero debía gobernar sus estados. Después de
un matrimonio sin descendencia, se volvió a casar on Gertrudis
de Flandes, parienta suya, y cuyo matrimonio fue declarado
inválido, sin que hubiera tenido hijos. Se casó con
Clementina de Zärhringen, de la que tendrá dos hijas. Por
fin se casó con Gerarda de Maçon, que será la
madre de su hijo y heredero Tomás de Saboya.
Como hombre
político se buscó el engrandecimiento de su Casa,
chocando con los intereses feudales de la época, del rey de
Francia y de los objetivos imperialistas de Federico Barbarroja.
También chocó con obispos y señores, el obispo el
beato Antelmo de Chignin, lo excomulgó, pero Humberto
recurrió al papa Alejandro III, que le declaró inocente.
También chocó con los obispos de Turín. En las
luchas entre el papado y el Imperio optó por el primero, aunque
era vasallo del emperador, al final de su vida fue declarado rebelde
por el Imperio. Aprendió el arte de gobernar de san Amadeo de
Lausana, que era su pariente. Fue un hombre de oración y de gran
piedad, con una estrecha conciencia en todos los asuntos y amante de la
paz.
Cuando el
nacimiento de su hijo, renunció a los honores del condado. Se
retiró a la abadía de Hautecombe sin profesar, pero sus
vecinos aprovecharon la ocasión para invadir sus estados, y tuvo
que salir del convento para luchar contra ellos. Murió en paz en
la abadía de Hautecombe. Su culto fue confirmado el 7 de
septiembre de 1838 por Gregorio XVI.