BEATA HUGOLINA DE
VERCELLI
1300 d.C.
16 de agosto
Nació en Vercelli, en el seno de la noble y potentada familia De
Cassami (o de Cassinis, según estudios recientes). Era hija
única. Con 16 años, se destacó por su
práctica de la caridad hacia el prójimo, la
oración constante, la perfecta adhesión a las
enseñanzas de sus padres. Tenía un especial amor hacia
los peregrinos, que en aquel tiempo eran numerosos. Cuando se enteraba
que la meta era Tierra Santa, les daba dinero para el viaje.
Se sabe que a los 14 años, al morir su madre, su
padre quiso seducirla, pero gracias a su oración
consiguió guiar a su padre a la senda correcta. De todas manera
el equilibrio familiar se vio dañado y Hugolina, le
confió a una señora de nombre Libera, su deseo de servir
al Señor en la oración, viviendo retirada del mundo.
Ésta la dijo que meditara a fondo su decisión y que
esperara un signo del cielo. Hugolina huyó de su casa disfrazada
de hombre, cuando su padre se encontraba de viaje en Turín.
Hugolina llegó a un bosque, distante una milla de la ciudad,
donde estaba la capilla de Santa María di Betlemme. Había
una celda, entonces vacía, que había pertenecido a un
ermitaño de nombre san Favorino, que al regresar de Tierra
Santa, había construido este lugar para vivir santamente.
Hugolina que este sería el lugar de su retiro. Durante 47
años, hizo creer que era un hombre de nombre Hugo, y
vivió con los extrictamente necesario, en oración, en
intensos coloquios con Dios y penitencias para combatir las tentaciones
que no le faltaron.
La capilla fue un punto de referencia para todo el
territorio circundante, lugar de oración, de consejo para
diferentes personas de distintas clases sociales. Hugolina se
comunicaba, sin mostrar su rostro, a través de un ventanuco.
Sólo el confesor y la confidente Libera sabían su
identidad.
Transcurrieron muchos años hasta que el
físico de Hugolina comenzó a declinar: dolores de
estómago y fiebres la llevaron al lecho. Unos días antes
de su muerte, llamó al sacerdote Valentino (que será su
biógrafo) e hizo confesión general y recibió el
Viático. Su muerte produjo un clamor de dolor por la
pérdida y un homenaje por su vida de santidad. Su tumba fue meta
de peregrinaciones y lugar donde se produjeron milagros.