Nació
en Florencia en el seno de una honesta familia (aunque otros autores
afirman que su origen fue oscuro). Cuando era niño, una
milagrosa cura hizo que sus pensamientos se enfocaran hacia el servicio
de Dios y se hizo devoto de las enseñanzas de la verdad de la
religión cristiana en la iglesia jesuita de Florencia. Fue
tejedor de paños. Quiso ser capuchino, pero su mala salud se lo
impidió. El arzobispo de Florencia, futuro papa León XI,
le animó a que fuera catequista, ingresando en la
congregación de Santa Lucía, de la que llegó a
presidente. Se dedicó a la catequesis de los muchachos
más abandonados.
Distribuyó
su tiempo entre su comercio de seda tejida y la instrucción
religiosa de niños y adultos pobres. A los 16 años
sintió el impulso de fundar una sociedad para este
propósito. Llegó a vencer la oposición que
generó su solicitud por los pobres, por medio de su maravillosa
paciencia. La ayuda de generosos benefactores hicieron posible la
construcción de un oratorio, al cual Clemente VIII dedicó
en honor de San Francisco en 1602, y en cual se continuó el
trabajo iniciado en Santa Lucía.
La fundación
fue llamada la Congregación de la Doctrina Cristiana bajo la
invocación de San Francisco y santa Lucía; integrada por
otros artesanos que, como él, iban por la calle enseñando
el catecismo a la juventud abandonada. Se dividió en quince
clases, de conformidad con la edad y el conocimiento religioso de los
alumnos. Cada clase estaba gobernada por normas especiales y
asistía en la instrucción de las clases inferiores. Los
miembros de la primera clase fueron admitidos en la
congregación, después de una buena confesión.
En
busca de su
santificación personal se hizo Terciario franciscano.
Hipólito fue infatigable en su trabajo, reuniendo recursos de
los ricos florentinos, los que distribuía entre los pobres,
fundando y reorganizando las ramas de su congregación, la cual
se extendió en Volterra, Lucca, Pistoia, Modena, etc. él
introdujo la práctica de la adoración nocturna a fin de
atraer personas del teatro y de las diversiones nocturnas.
Fue una persona de
una gran vida interior y de profundidad espiritual. En Florencia, los
miembros de su congregación, en función de modestia,
fueron llamados Van Cheteni. Hipólito fue víctima
de una persecución violenta, envidia y malicia, habiendo sido
acusado de compartir los errores de Lutero, de introducir nuevas normas
y reformas. Uno de sus hijos espirituales lo acusó ante el Papa
y el Gran Duque de Cosimo, de severidad excesiva, pero los cargos no se
sostuvieron, y la congregación de Hipólito fue declarada
para la Gloria de Dios y el bienestar público. Poco antes de la
muerte del santo, el Gran Duque fundó una seccional permanente
de la Orden. Hipólito hizo un peregrinaje a Loreto, a fin de
colocar su fundación bajo la protección de la
Santísima Virgen. Los estatutos de la Congregación fueron
aprobados por la Congregación de Obispos y Reguladores, y
confirmados por León XII, en un decreto del 17 de septiembre de
1824. Sufrió una dolorosa enfermedad que la afrontó con
gran espíritu de sacrificio y de entrega. Murió en
Florencia. Fue beatificado por León SS. XII el 12 de julio
de 1825.